Reflexiones en torno a coronavirus

Vacunarnos contra la virus-violencia

Mensaje de Año Nuevo 2021

Es Palabra de Dios, indicada por San Pablo, que “a los que aman a Dios, todo les sirve para su bien” (Romanos 8,28).  

Podríamos sacar esa misma conclusión para el momento crucial que vive la humanidad global y nacional, cuando las “vacunas contra COVID-19” se comercian y empiezan a aplicarse a todas las poblaciones.  

Un hecho mundial histórico, contra un enemigo común, cuyas causas aún no se precisan y solamente se enfilan baterías para mitigar sus efectos o contrarrestarlos con una vacuna, importantísima, ciertamente, pero quizás no sea, como en otros casos, un punto final.

El asunto puede volverse virulencia patógena, con un tipo de transmisión y contagio cada vez más agresivos, quizás por nexos causales que desbordan la medicina.

Es pues el momento de leer la realidad conjuntamente, no solo “porque todo está interconectado” en relación con el fenómeno de la vida, sino porque una nueva consciencia de especie y de generación actual, responsables de cuidarnos y de garantizar su futuro, exige ir más allá del instinto ciego de supervivencia.  

Como responsables y garantes de transmitir vida, salud y paz, necesitamos reconstruir el orden moral de la acción humana, que va desde las tendencias instintivas y las malas costumbres, hasta los valores asimilados y las normas, leyes, instituciones y autoridades que los implementan en cada grupo humano.  

El edificio de la moral para la vida local y planetaria, exigirá enfoques como los de Hans Küng para una ética política y económica mundial, o aportes como los del Papa Francisco, sobre todo en “Fratelli Tutti”, y en su mensaje para la Jornada de Paz, el 1o.de enero 2021: “La cultura del cuidado cómo camino de paz”.  

Es una tarea perentoria y gigantesca: “Cultura del cuidado para erradicar la cultura de la indiferencia, del rechazo y de la confrontación que suele prevalecer hoy en día”, dice el Papa.

Al citar la excusa fratricida de Caín (“¿acaso soy yo guardián de mi hermano?” en Gn.4,9), añade el Papa: “Todo está relacionado: el auténtico cuidado de nuestra propia vida y de nuestras relaciones con la naturaleza es inseparable de la fraternidad, la justicia y la fidelidad a los demás”.

Después de proponer los modelos religiosos de cuidado y de exhortar a la paz como camino para establecerlo en la cultura humana, concluye el Papa Francisco diciéndonos que “el timón de la dignidad de la persona humana y la brújula de los principios sociales fundamentales, pueden permitirnos navegar con un rumbo seguro y común”.  

Como Arzobispo de Cali, uno mi voz y oración a las del Sucesor de Pedro y llamo a mis fieles y compatriotas a afrontar los retos del 2021 con una mirada de largo alcance y de inmediato compromiso.  

Dispensar y acoger la vacuna sin vacilaciones, cerrar el paso a todas las violencias y armas, recogiéndonos como nación en torno a la vida, la salud y la paz “con y entre todos”.  

Se nos hace necesario dejar entre paréntesis los caminos distractores y causantes de grietas insalvables para valorar la vida, las personas, su dignidad y su trascendencia. Por ejemplo, las luchas por legalizar o penalizar el aborto y la eutanasia; el desmonte de acuerdos bilaterales y de sus órganos y reformas en curso; la represión letal y violenta de las protestas; la erradicación y fumigación forzosas de narco cultivos; la exasperación en las relaciones internacionales; “y las diversas formas de nacionalismo, racismo, xenofobia, e incluso guerras y conflictos que siembran muerte y destrucción”, en palabras del Papa.

Es la hora de invitarnos unos a otros a los acuerdos que le den fuerza a la preservación de toda vida humana; a propiciar la solidaridad, la supervivencia, la producción alimentaria, la garantía de ingreso básico legal a cada hogar, la cobertura, sin discriminación, del servicio médico y sanitario, entre tantas prioridades.

Desde la fe y la simple razón veamos este tiempo como interacción social y de nosotros con Dios, con la naturaleza y con la ciencia, en el marco de cada institución humana. La presencialidad limitada y la virtualidad dosificada, fortalezcan en todos el paso de los instintos a los valores y a la disciplina colectiva, con vida, salud y paz como propósitos comunes.

Permítanme agradecer con ustedes a Dios por tantas manifestaciones de grandeza, de bondad y heroísmo humanitario, como las que hemos tenido en este difícil año. E implorarle la abundancia de sus bendiciones para todos en el Año Nuevo, 2021, propuesto por el Papa como “El Año de San José”, evocando su protección sobre la Iglesia y la humanidad entera, especialmente sobre tantas familias pobres, migrantes, desplazadas y llenas de temores, de estigmas e injustas exclusiones.  

Nos bendigan Jesucristo y el Padre Dios que nos lo envió.  

+Darío de Jesús Monsalve Mejía Arzobispo de Cali

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