Uribe, a todo vapor

La locomotora de la campaña del presidente Álvaro Uribe hace parecer un juego de niños las de los otros candidatos.


Ya no cabe ninguna duda de que el presidente Álvaro Uribe está en campaña. Al país se le notaba confundido a la hora de abordar este tema porque el Presidente había mantenido una calculada encrucijada del alma que confundió a la opinión y su estilo de gobierno ha sido la de un gobernante en campaña.

Si se abre en una página cualquiera de su agenda, por ejemplo, se podría deducir que se trata de la de un Presidente-candidato. El sábado 23 de enero estuvo muy temprano en San José del Guaviare para hacer su consejo comunal. Al día siguiente, domingo, visitó a Soacha, y estrenó lo que en Presidencia han llamado ‘agenda de concertación’, pero que no es nada distinto de otro consejo comunal de cuatro horas. El lunes viajó a Barranquilla, para presidir un consejo de seguridad. Y una vez más parece estar repitiéndose la historia. No es una reunión cerrada y secreta, sino que están invitados hasta los tenderos y las asociaciones de vigilancia y les dedica horas a sus preguntas. Y de ahí voló a Medellín, a inaugurar, el martes, una feria de textiles, ver cómo van las obras de los juegos suramericanos que se llevarán a cabo en marzo y -en un dejà vu del Uribe I- anunciar que los jóvenes colegiales serán informantes.

Sin duda una agenda que envidiaría cualquier otro candidato. Entre otras cosas, porque montar toda esta parafernalia no le cuesta un solo peso de su bolsillo al Presidente de la República. Mientras que a otro aspirante cualquiera esta minigira le puede costar 50 millones de pesos o más y el más mínimo esfuerzo que haga no será suficiente para convocar en un solo recinto a la crema y nata de la región.

Pero la agenda presidencial es ‘lo de menos’. Siempre habrá argumentos para justificar que la agenda del primer mandatario es para gobernar y no para hacerse reelegir.

Otro de los puntos clave de la campaña de Uribe son las entrevistas con emisoras locales que está dando desde finales de diciembre. Ha pasado por Radio Furatena, la Unión Estéreo, Radio Paisa, Onda 5 de Bucaramanga, Radio Magdalena, Viva Pasto y Ecos del Combeima, entre otras. Lo mínimo que les dedica son 45 minutos y en algunas como La voz de Armenia una hora y 32 minutos. En algunos casos las entrevistas se convierten -otra vez- en verdaderos consejos comunales, pues abren los micrófonos para que los oyentes llamen y le pregunten directamente al Presidente y este comienza a pedir que le llamen a tal o cual funcionario para responderle al oyente.

La línea del discurso tiene una particularidad. Hace un balance de lo que han sido sus años de gobierno para la ciudad del caso y se nota un especial interés en hacerles caer en cuenta a los ciudadanos el contraste entre lo que pasaba hace siete años con ellos y lo que tienen ahora gracias a Uribe.

En la Casa de Nariño niegan que se trate de una estrategia de campaña. El secretario de prensa César Mauricio Velásquez explicó las entrevistas diciendo: “Es el resultado de acceder a las peticiones hechas desde hace meses por emisoras locales, y al interés del Presidente de valorar las necesidades de esas audiencias”.

Pero revisando el historial que reposa en la propia página web de la Presidencia, donde aparecen las entrevistas de las últimas semanas, no figura ninguna otra con una radio regional en los últimos tres años. Y en cuatro emisoras con las que SEMANA se pudo comunicar, dijeron que quien los contactó para ofrecer la entrevista del Presidente fue el secretario de prensa de la Casa de Nariño. Incluso en la emisora Onda 5 de Bucaramanga, el Presidente fue el que llamó cuando estaban presentado el programa La hora de la verdad.

Y como parte de esta estrategia de atención puerta a puerta a la ciudadanía, en el Palacio presidencial decidieron clonar la fórmula de los consejos comunitarios. A la ya mencionada ‘agenda de concertación’ de Soacha y al muy particular consejo de seguridad de Barranquilla se les suman unas teleconferencias en las que el Presidente no está pero que todos los funcionarios que van a los consejos comunales sostienen con los alcaldes de cada departamento como ocurrió hace unos días con los de Putumayo. Cuando se trata de contacto directo con la gente no cabe duda de que el presidente Uribe les saca kilómetros de ventaja a sus competidores en una eventual contienda presidencial.

Otro capítulo importante de su estrategia de campaña es el que se ha llevado a cabo en el Congreso y que también podría llamarse aceitar los engranajes claves de la maquinaria local. El 29 de diciembre, sin que el país se diera por enterado, el gobierno firmó una ley con la que se les mejora el salario y las condiciones laborales a los concejales, en particular a los de los llamados municipios de cuarta, quinta y sexta categoría, que por ser los más chiquitos del país ganan menos de un salario mínimo y suman el 80 por ciento del total de concejales. Por ejemplo, un concejal de Cartagena del Chairá que ganaba 4,8 millones de pesos al año, gracias a la ley, a partir de 2010 ganará 10,3 millones. La misma ley consigna que se les dará un tratamiento especial al aumentarles el sueldo, según la inflación del año anterior y no de la proyectada como ocurre hoy con todos los demás empleados.

Como si eso fuera poco, tres meses antes de salir la ley, el Conpes aprobó un documento, en el que los mencionados concejales (así como los pastores de las iglesias cristianas y los equipajeros del aeropuerto El Dorado) serán incorporados en un programa especial para subsidiarles sus pensiones. El documento fue bastante polémico, no sólo porque salió un día antes de la Asamblea de Concejales instalada por el presidente Uribe en Bucaramanga, sino porque se utilizarán recursos del Fondo de Solidaridad Pensional que se supone debe destinarse a la población vulnerable que no alcanza a pensionarse.

Todo esto, cabe anotar, se produjo unos cuantos meses después de que más de 1.000 concejales del país se cambiaron de sus respectivos partidos a la U, gracias a la reforma política que promovió el gobierno nacional y en la que se le dio la bendición al voltiarepismo político. La gratitud cunde entre miles de concejales del país, quienes ante tan preciado gesto del gobierno nacional tal vez respondan con su caja menor de votos.

En la teoría política el aumento en el gasto público casi siempre es asociado con prácticas populistas. Los subsidios de familias en acción, más allá de si se consideren buenos o no, se han disparado y hoy cubren a 2,2 millones de familias, por ejemplo. El Presidente ha ido concentrando la capacidad de girar directamente al pueblo. Así como con los consejos comunales sacó de taquito a los congresistas como intermediarios de sus regiones, o con los innumerables subsidios e incentivos el Presidente personalizó una responsabilidad del Estado. El ciudadano de a pie lo entiende más como un gesto magnánimo del gobernante que como un servicio fundamental del Estado.

Con todo ese panorama no hay ley de garantías que valga. Si bien fue creada en 2005 para garantizar una mínima competencia electoral entre los candidatos comunes y el Presidente-candidato, es claro que en esta segunda reelección, gracias a la incertidumbre que hábilmente ha manejado Uribe no ha habido una competencia equitativa en el proceso electoral.