Una propuesta emancipatoria en la memoria, Chocó Pacifico
Uno de los elementos fundamentales de lo que antes se llamaba, Constelaciones, ahora, sistema es la relación con el pasado en el presente, lo no visible pero presente. El presente es un pasado que conlleva los traumas, más allá de lo genético y de lo cultural en un clan, en un grupo familiar.
Descubrir lo que se devela de la imagen interna en el exterior, lo que bloquea, lo que impide las libertades o los proyectos de vida, es el enfoque de lo que se conoce como sistema. Es un ejercicio de percepción, interpretación y comprensión terapéutica para la emancipación personal pero también colectiva.
Es, otra forma de decir, que quien no conoce su historia tiende a repetirla, porque una historia no reconocida en lo no dicho, es olvido y omisión. Una historia negada no es transformante. Una historia reconocida hace consciente un pasado, lo trae al presente generando un movimiento hacia el equilibrio, una salida o una alternativa. La mirada de Bert Hellinger, entre otros, hace visible lo no visible, lo no reconocido en la historia personal, asociado a lo ancestral, al pasado familiar e individual de abuelos, parejas, hijos, fallecidos y que define estructuralmente el presente.
El enfoque de sistema es otro modo para abordar la historia memoria. Se trata de ahondar en la necesidad de comprender e interpretar, en una puesta en escena, en movimientos en los que se logra esclarecer, honrando el pasado, identificando raíces en campos más allá de los racionales, en espacios comprensivos de energía y de una sensibilidad que nos abre a asumir esa historia familiar y en ella nuestra condición humana para mejorar, para ser libres con otros.
En el deber de la memoria y el derecho a la verdad, es claro, que sus categorías jurídicas y políticas a veces ahogan otras dimensiones profundas. El derecho o la ley no es la única realidad, hay dimensiones en el inconciente que al no ser abordadas imposibilitan el bien, la felicidad en sus contingencias. Recientemente, en medio de Gaza, de la ofensiva terrorífica de israelí desproporcionada israelí para su “seguridad” ante las acciones de Hamas, el Chocó volvió a hacerse noticia. El olvido, estructural colectivo, parcialmente despertó al conocerse de la existencia de 3000 desplazados internos del Baudó en razón de las confrontaciones entre estructuras neoparamilitares, estructuras consentidas por la fuerza pública, y la guerrilla del ELN. Detrás de esa crisis humanitaria derivada del conflicto armado, y este a su vez derivado de la inequidad y de la exclusión de la gente, se constató nuevamente el olvido del Sistema
El flasheo mediático sobre el Chocó omitió el control social, territorial, espiritual y de despojo en el bajo Atrato desde 1996 con la operación “Septiembre negro” y la operación “Génesis”, de la brigada 17 y las que se mantienen hasta hoy con una base binacional con Panamá, una base en Curvaradó y una fuerza élite hace pocos meses definida, y con una reingeniería paraempresarial, todo como parte de un plan de seguridad económica, que deja de lado, a los grupos humanos colectivos y los ecosistemas. Desde los 90 a través de la violencia paramilitar se ha tratado de un ejercicio de poder con el terror para asegurar en fases posteriores con el olvido y la impunidad, unas nuevas forma de relación social y ambiental, de esclavitud y de exclusión consentida, incluso, en la fragmentación de hacer de victimas victimarios.
Tremenda paradoja de la vida y de la propia supervivencia como especie humana, cuando el Chocó biogeográfico es una de las regiones del mundo con mayor alta biodiversidad de especies animales y vegetales, y fundamental en la conformación de la biota en el país http://www.iiap.org.co/filenoticias/INFORMEFINALEEP.pdf pero ninguna otra razón importa, pues se trata de negocios, mucho menos es importante la memoria y la vida feliz.
Al Chocó biogeográfico llegaron afrodescendientes desde antes de su reconocimiento de sujetos libres, traídos esclavos por alemanes y franceses. Luego en el reconocimiento de sus libertades algunos llegaron al Baudó. En la década de los 70 se entremezclaron con habitantes rurales sin tierra, y en estos procesos fueron llevando a los indígenas a sobrevivir en las zonas altas de los ríos. En medio de esas condiciones, las guerrilleras se fueron asentando, conociendo incluso, más el territorio que los propios nativos y posibilitando en muchos casos con sus extorsiones la inversión empresarial deforestadora, gracias, también a la complicidad de líderes lugareños. Si las guerrillas han logrado asentarse allí, incluso, expresando discusivamente un discurso étnico territorial, su presencia ha dejado huellas, que es necesario elaborar, de la misma manera como las huellas ecológicas, y las que sigue generando la presencia militar y paramilitar en el pacífico asegurando negocios legales e ilegales.
El Chocó ha sido visto como potencial económico empezando por el banano en los 50 y luego desde mediados de los 90 en la “Mejor Esquina de América” en donde se proyectan los grandes negocios para el mercado mundial, ampliando dicha visión sobre todo el pacífico, incluyendo la costa del Valle y Nariño. Sin embargo, ese ordenamiento construido socialmente con mentira, con fuerza, con destrucción humana, social, ambiental y animal no ha sido suficientemente elaborado.
Para los del centro, en el fondo, que el 81% de la población el Chocó, no tenga sus necesidades básicas satisfechas, no es problema, para ellos es una oportunidad de generar mendigos y en esa condición, una garantía para buenos negocios. Si 110 niños de cada 1.000 mueren es más ventajoso, mucho más con gente que cuenta con pobladores donde solamente de 10, seis saben leer. ¿A quién le conviene la muerte sin violencia, la muerte poco a poco?, a los que hacen negocios con buenas imágenes. Pero el asunto no es de imágenes es de una memoria no elaborada, no asumida, negada o que se encuentra heredada sin ser suficientemente asumidas. La continuidad de un modelo de definición de las vidas todas en los territorios desconociendo esa ancestralidad y negando lo que debe recomponerse para hacerse bien, tarde o temprano demostrara que no era el camino.
En términos reales, si Colombia es una supuesta nación moderna con altos índices de desigualdad según el GINI, en el Chocó casi todas las mediciones que existen sobre bienestar social y derechos su déficit se multiplica por cuatro. Este déficit ha sido generado por el sistema político y económico.
Toda esa exclusión ha sido heredada, ha generado efectos y consecuencias en el presente de sus pobladores, desde el enfoque sistema, se podrían potenciar elementos del inconciente, que impiden más allá de factores reales de poder la vida digna y feliz, de sus habitantes, de los ecosistemas.
El deber de la memoria desde un enfoque de sistema nos abre nuevas perspectivas de ubicación y de emancipación en el presente. Abordar el Sistema en este sentido es referirnos a elementos estructurales de poder, más allá de los micropoderes, ubicando en huellas corporales física, corporales territoriales, corporales ambientales, lo que ha sido invisibilizado y ha hecho inviable por factores que está en nuestras manos transformar, otro tipo de vidas con calidad en el Chocó y el pacifico.
En esos campos se develan relaciones de poder que han sido así y que pueden modificarse, en situaciones del presente. Allá son comunes apellidos de familias como sujetos de poder victimizante, y de grupos familiares con lazos de consanguinidad. Pero ha pasado tanto y durante centenares de años, que la ancestralidad, se usa con cierta retórica humanitaria, sin volver realmente desde el presente al atrás, a algo que no fue bueno o malo, que fue así, pero que al ser observado desde ese sistema de clan, permitiría en el presente, fortalecer dinámicas emancipatorias con nuevas relaciones entre los grupos humanos y los ecosistemas.
En los sistemas colectivos, el olvido a veces funciona como dispositivo de un proceso afirmativo de liberación, pero no cualquier olvido, si no aquel que nace de la interpretación de la propia historia, de la comprensión de los roles que ha jugado los abuelos, la madre, el padre, el sistema familiar, el clan, el otro que subyuga o que destruyó, el que jugo la esclavitud, el que jugo el mestizaje, el que jugo la violencia estatal y la violencia guerrillera, el que juegan las empresas, todo ello, para reconstruirnos de otro modo.
El olvido enquistado en una cultura es costumbre, es ignorancia, es repetición del sometimiento, es silencio, es negación, es ocultamiento y por ende opresión. Así la víctima se vuelve victimaria o se hace cómplice de su opresión, así continúa el desencajamiento estructural, haciéndolo todo más caótico, menos significativo o significativo dentro de los campos que irrespetan y deshonran.
La revolución molecular de Félix Guatari o la Antropocosmogénesis de la que hablé en los 90 en la Universidad, interactúa con esa propuesta de constelación o de sistema de Helliger, asumiendo nuestra historia como memoria, como fracturas, crisis que pueden ser enfrentadas sanamente y liberadoramente para reconstruir y transformar. Somos sujetos integrales con otros sujetos vivos, que no siempre escuchamos, que solo usamos, o a los que les tenemos miedo, ellos también han padecido la violencia, y las forma de esclavitud, eso se muestra en experiencias de sistema.
El enfoque sistema ayuda a identificar problemas verdaderos, y rasgos de solución y de salida, e incluso, el camino hacia ella. Las salidas están desde dentro, en las fuerzas que se mueven en cada persona y cuerpo social, que se hacen visibles, que hasta ahora eran invisibles
Si hablamos de paz con justicia social y ambiental una apuesta de sistema en el pacífico permitiría constatar que la paz, otra paz sí es posible. El rompimiento de los circuitos de la reproducción de la violencia entre ellas el olvido con el reconocimiento de lo inconciente, la identificación de la complicidad o no en la ancestralidad con el opresor, o el cómo los núcleos familiares y comunitarios arrastran un inconciente que no les deja ser; un inconciente que aflora en los cuerpos, en las miradas, en los bosques, en los animales, en las siembras, en las prácticas cotidianas en que se ha insertado la violencia y la expoliación; modo de ser en su conjunto, en que se tejieron relaciones destructivas, inhumanas, que se reflejan sin ser percibidas, y que hacen inviables propuestas estructurales de reconciliación y de calidad de todas las vidas.
En el Chocó en la memoria o el inconciente colectivo percibido en esas puestas en escenas, los grupos humanos en zonas de conflicto armado, en donde existen intereses económicos y contra ambientales, encontraran una herramienta de su honra y de su dignificación, de su proyección emancipadora en una sociedad nueva con sus ecosistemas protegidos. El sistema un enfoque en clave de memoria transformadora.
Camilo de las Casas
Una propuesta emancipatoria en la memoria, Chocó Pacifico