Una historia de hombres
Los 12 integrantes y los dos relatores de la “comisión histórica del conflicto y sus víctimas”, creada por la mesa de La Habana, son académicos respetables que conocen bien la guerra colombiana.
Pero el desequilibrio de género es evidente. Sólo hay una mujer: María Emma Wills, una excelente politóloga que conoce muy bien el conflicto armado. Pero ¿no había acaso más académicas dignas de integrar esta comisión? Claro que sí, pues Colombia cuenta con otras excelentes académicas expertas en este campo.
Sobre los actores armados, una de las mejores conocedoras de los orígenes de las guerrillas es Rocío Londoño, doctora en historia y autora de un notable libro sobre Juan de la Cruz Varela. Y la politóloga (y hoy senadora) Claudia López ha hecho aportes decisivos sobre la parapolítica y la captura del Estado por los actores armados.
Sobre el contexto socioeconómico de la guerra, tenemos a Ana María Ibáñez, decana de Economía de los Andes, quien ha escrito trabajos esenciales sobre inequidad agraria y desplazamiento. O a Consuelo Corredor, exdecana de Economía de la Nacional, quien ha hecho interpretaciones claves sobre la relación entre dinámicas económicas, modernidad frustrada y violencia.
La dimensión institucional ha sido estudiada por académicas como Ana María Bejarano, profesora de la Universidad de Toronto, quien ha hecho grandes aportes sobre la relación entre conflicto armado y régimen político. O por Julieta Lemaitre, profesora de los Andes, quien ha desarrollado interpretaciones fecundas sobre las interacciones entre la guerra, la violencia y las dinámicas jurídicas y constitucionales. O por María Victoria Llorente, directora de la FIP, quien es una de las mejores conocedoras de las políticas de seguridad en Colombia.
La dimensión internacional de nuestro conflicto puede ser fecundamente abordada por expertas en este campo como Socorro Ramírez, Arlene Tickner o Laura Gil.
Hay igualmente periodistas que han hecho una valiosa y valerosa documentación de los impactos y dinámicas de nuestra guerra, como María Jimena Duzán, Juanita León, Martha Ruiz o María Teresa Ronderos, directora durante mucho tiempo de Verdad Abierta, un imprescindible portal sobre nuestras atrocidades.
Y la lista sigue: María Victoria Uribe, profesora del Rosario, ha hecho contribuciones decisivas sobre las dimensiones simbólicas de nuestra guerra. Martha Nubia Bello, profesora de la Nacional y quien coordinó el informe Basta ya, es una gran conocedora de nuestra guerra. Y hay también académicas extranjeras que conocen muy bien el conflicto colombiano, como Jenny Pearce, profesora de la Universidad de Bradford.
Esta corta lista, que es injusta pues deja de lado a muchas otras académicas notables, muestra que hubiera sido posible integrar una comisión con equilibrio de género. Por eso molesta la insensibilidad de las Farc y del Gobierno en este campo. ¿O será que ambos ven la guerra como un asunto puramente viril, por lo cual creen que su documentación e interpretación es una historia de sólo hombres?
Rodrigo Uprimny *
Director de Dejusticia y profesor Universidad Nacional.
http://www.elespectador.com/opinion/una-historia-de-hombres-columna-515137