Un debate silenciado
Fotos de los opuestos políticos con cinta adhesiva negra sellando sus labios y con sombras que simulan mugre en sus rostros para mostrarlos sucios, “desechables” y sobre todo, sin derecho al uso la palabra. Así es la tenebrosa campaña, en redes, de otra de las congresistas violentas del uribismo, de desconocidos méritos públicos salvo para el senador Uribe que la convirtió en parlamentaria porque era su amiga. Bastó que él la impusiera en sus listas y ya: hágase congresista y se hizo. Como dios. Pues bien, esa campaña —de la que ayer la autora se hizo responsable única para tratar de deslindar su partido de la misma, cuando creció la espuma de las protestas ciudadanas—, destapa, una vez más, el carácter totalitario de la facción que acompaña al expresidente a costa de lo que sea, como lo demuestran sus seguidores. En las fotografías que la representante, de nombre Margarita Restrepo, puso a circular para expresar su deseo de taponarles la boca a quienes ahí aparecen, están Claudia López, Sergio Fajardo, Humberto de la Calle, Iván Cepeda y hasta Armando Benedetti. En sus trinos escribió: “bravucones inconsistentes, los callaremos en las urnas”, adhiriendo al apelativo (“bravucones inconsistentes”) con que el dueño del partido fascista de Colombia descalificó a López y al senador Jorge Enrique Robledo, los convocantes del debate sobre corrupción más estremecedor que hemos escuchado los colombianos en muchos años.
¿Por qué no figura Robledo en las fotos de los amenazados? ¿Buen o mal presagio? Nunca se sabe. En este país, en que no hace muchos años fueron asesinados varios candidatos y presidenciales por el narcotráfico, no puede volver a suceder un golpe de violencia similar a esa época y a otras históricas anteriores a la narcoguerra, cuando los extremistas disfrazados con el ropaje de un partidismo presuntamente democrático, conseguían que otros eliminaran a los enemigos de sus ideologías y de sus prósperos pero no siempre legítimos negocios. Pero andan incentivándolo…
Los trinos y tétricas imágenes que Restrepo puso a circular son solo un pequeño reflejo de la reacción masiva que generó el debate Robledo-López, cuyas denuncias son tan comprometedoras para el establecimiento que solo eso explica por qué les contestaron en el propio Senado y de sus puertas hacia fuera, muchos otros sectores que le lanzaron críticas a la forma “insultante” con que se expresaron pero ignorando, a propósito, el fondo de ellas: una especie de pacto de unanimidad entre el poder político posible ganador de las elecciones presidenciales 2018, el enorme poder judicial de la Fiscalía que hoy somete a toda la rama, y el poder económico con el objeto de encubrir las presuntas culpas de todos ellos. En efecto, ni los congresistas que replicaron a los convocantes del debate, ni los denunciados cuya honestidad quedó en duda pública, ni los analistas políticos y ni siquiera los articulistas de la prensa, se detuvieron a examinar las gravísimas afirmaciones de los dos senadores. Con preparada respuesta, unos voltearon a mirar para otro lado; otros se hicieron los sordos y los de más allá se devolvieron con peores insultos que los que les criticaban a los denunciantes, tipo señora Restrepo. Y sanseacabó, aquí todo está perfecto: para utilizar una expresión del senador Robledo: “fritamos” a los ñoños con el cuentico de la lucha contra la corrupción y los demás pa’lante, a la conquista del Estado.
Yo no sé ustedes. Francamente, me daría vergüenza que dijeran sobre mí lo que se afirmó en ese debate. Y, peor, que defendiera mi buen nombre un congresista que dice sentirse “honrado” de la amistad de alias la Gata; que lo hiciera la exapoderada de esta patrocinadora de paramilitares condenada a 37 años de cárcel por homicidio; o el hijo de un procesado por parapolítica que le habría pagado coimas al cartel de la toga; o el también hijo de un condenado por el mismo delito a quien le revocarían el beneficio de libertad condicional por su mala conducta. Si estos son los que dan fe de la buena fe y conducta de un candidato presidencial y él lo acepta… mejor es que Colombia apague y que nosotros nos vayamos para otras tierras.
Autora: Cecilia Orozco Tascón
Fuente: https://www.elespectador.com/opinion/un-debate-silenciado-columna-719632