Tumaco: asesinato y fútbol
Muerte en Tumaco. Triunfo en Lima. Sufrimiento y alegría. El reclamo de los cocaleros en Tumaco es rechazado a balazos. Un zapatazo de James Rodriguez en Lima mete a Colombia en Rusia 2018. En otros tiempos el fútbol servía para metamorfosear los dramas sociales. Hoy día eso no ocurre. Los cientos de miles de colombianos que en las redes sociales mostraron su indignación por el asesinato de los campesinos cocaleros en Tumaco, también festejaron la clasificación del onceno nacional al mundial de fútbol que se celebrará en 2018 en el país de Lenin.
Los seguidores de Millonarios, Deportivo Cali y América pueden presumir de haber tenido en su club a uno de los mejores futbolistas latinoamericanos del siglo veinte: Willington Ortiz. El “Viejo Willy”, como se le conocía en el mundo del fútbol, nació en Tumaco, el desamparado puerto del Pacífico en el que se juntan más de doscientas mil almas, cuyas vidas transcurren sobre el borde de un abismo creado por los operadores políticos locales en complicidad con los gobierno centrales. Eladio Vasquez, Pablo Armero, Jairo ‘El Tigre‘ Castillo, Víctor Ibarbo, Leider Preciado, Carlos “La Gambeta” Estrada, son los nombres de algunos de los muchos futbolistas que crecieron en Tumaco, uno de esos lugares cuya suerte parece no importarle a la mayoría de los candidatos a la presidencia.
El fútbol no es el deporte que más galardones le ha dado a Colombia, pero es sin duda el más popular. Esto lo sabe la élite política. En estos tiempos electorales no hay político colombiano con pretensiones nacionales que no se haga un selfie con la camiseta de la selección absoluta de fútbol. En lo regional, se observan a redomados politiqueros de provincia haciéndose fotos con la casaca de un club local, del que no tienen la menor idea del torneo en el que juega o del lugar que ocupa en la tabla de puntuación. En el siglo XXI el fútbol ocupa un lugar principalísimo en la vida corriente de los pueblos. Ninguna actividad en el mundo logra la atención que consigue el futbol. Cientos de millones saben quien es Messi, al tiempo que desconocen el nombre del presidente o primera ministra que los gobierna.
Durante muchos años las élites consideraron al fútbol como un deporte plebeyo, practicado por “negros”, “cholos” e “indios”. De allí viene “El Negro” Asprilla, “El Cholo” Sotil, “El Indio” Solari. Todo eso ha cambiado. En los tiempos que corren, el fútbol es más que mero fútbol. Mientras muchos políticos no traen más que desgracias, los futbolistas traen trofeos. A veces aparecen futbolistas que el pueblo lo vuelve ídolos no sólo por las genialidades que hacen en el césped sino también por las cosas que dicen. Son casos como el de Éric Cantona del Manchester United, convertido en héroe por la clase obrera inglesa o el de Maradona que, para el pueblo argentino, es la encarnación rediviva de Dios.
Hay muchísima gente que gusta de hacerse pajazos mentales, teniendo la posibilidad de ir hasta el baño y hacerse uno de verdad. Estos amigos siguen pensando que el fútbol es un distractor de la realidad. No, parcero, el fútbol es realidad. Una realidad económica que mueve millones de dólares en todo el planeta. Una realidad que sirve para hacer política, tal como la hacen los Char con el Junior de Barranquilla. Una realidad que moviliza masas. Una realidad que suscita debates. Una realidad que llena enormes espacios de TV, radio y prensa. Una realidad, llave.
¡Ponte, hermana, la camiseta de la selección o la de tu club! Pídele cuentas a los gobernantes por los asesinatos en Tumaco, la tierra que ha parido a muchos de los futbolistas que te han dado alegría.
Autor: Yezid Arteta
Fuente: http://www.semana.com/opinion/articulo/tumaco-asesinato-y-futbol-de-yezid-arteta/543718