Tregua bilateral con verificación Internacional
Vemos al gobierno, como empieza a verlo la mayoría de los colombianos: atrapado en la telaraña de una victoria militar, vendida por ilusionistas y estrategas del fracaso. Alguien debiera musitarle que la “solución final” de los guerreristas es una quimera desquiciada, que solo sirve para obstruir la salida política. La guerra de guerrillas móviles, fundada en anhelos de justicia, no es derrotable a pesar de las asimetrías y sofisticadas tecnologías militares.
Leyendo la columna LA BARCA DE CALDERÓN del Nuevo Siglo, nos encontramos con una propuesta sorprendente, algo inesperada, de Álvaro Leyva Durán, un hombre de paz, proponiendo un “cese al fuego, una tregua bilateral, pero de verdad. Controlada. Con una Comisión de verificación Internacionalizada de la tregua”, de alguna manera inspirada en los Acuerdos de la Uribe de 1984.
Una poderosa razón debe animar a Leyva para lanzar su iniciativa hacia el farallón de la soberbia, donde han chocado lastimosamente, propuestas similares, cargadas de humanidad, como las de Piedad Córdoba de Colombianos por la Paz y de Monseñor Monsalve, Obispo de Cali.
Vemos al gobierno, como empieza a verlo la mayoría de los colombianos: atrapado en la telaraña de una victoria militar, vendida por ilusionistas y estrategas del fracaso. Alguien debiera musitarle que la “solución final” de los guerreristas es una quimera desquiciada, que solo sirve para obstruir la salida política. La guerra de guerrillas móviles, fundada en anhelos de justicia, no es derrotable a pesar de las asimetrías y sofisticadas tecnologías militares.
En sana lógica, donde no predominen la mezquindad y la sordidez, la búsqueda de la paz debería tener su comienzo en un alto al fuego. Todos somos conscientes que a través de bombardeos, no se someterá a las FARC en una mesa de conversaciones. La paz será fruto del diálogo y del acuerdo, y en todo caso con participación ciudadana.
Seguramente el país está de acuerdo con el ex ministro Leyva Durán. Hay que parar el desangre nacional, y más cuando se está en un diálogo de paz. Por eso es imperativo salir de la vorágine que obliga a que los colombianos de estratos bajos se maten entre sí para que los de los estratos altos vivan bien.
Doctor Leyva: estamos de acuerdo con su propuesta de tregua bilateral con veeduría internacional. Lo esperamos en La Habana para conversar sobre el asunto. Se argumenta que estamos tras un respiro, pero la lógica de la guerra de guerrillas ha demostrado que cuando éstas no pelean, tienden a desaparecer. Para nosotros un alto al fuego implica un esfuerzo demasiado grande, pero sabemos que es un paso importante para demostrar la voluntad de paz de cada una de las partes.
El país nacional puede contar con las FARC si la necesidad para aclimatar el diálogo de paz y el entendimiento pasa por una tregua bilateral, un armisticio. Vale la pena que los adversarios de la propuesta dejen a un lado su inocua vanidad en aras de la tranquilidad y la concordia del país.
DELEGACIÓN DE PAZ DE LAS FARC-EP