Tras 24 años la masacre de Segovia sigue en la impunidad

La masacre en la que fueron asesinadas 43 personas se encuentra en la impunidad. Algunos sobrevivientes se reunieron en Medellín para recordar lo que vivieron y las vidas que se perdieron.


Jueves, 12 de Noviembre de 2009 09:21

“Faltaban 10 minutos para las 7 de la noche y estaba en mi casa viendo televisión cuando comenzó una plomacera lo más de horrible”, narra Luz Marina Restrepo Cárdenas, una de las sobrevivientes de la masacre de Segovia perpetrada por paramilitares el 11 de noviembre de 1988, justamente hace 24 años, en la que fueran asesinadas 43 personas y 50 resultaron más heridas.

El recuerdo de esta masacre fue evocado este miércoles 11 de noviembre, durante una misa realizada en el Museo de Antioquia como parte de las actividades de la II Semana por la Memoria, convocada por el Grupo de Memoria Histórica de la Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación (Cnrr), en asocio con organizaciones sociales de Antioquia y varias entidades gubernamentales. A la misa asistieron personas oriundas de diversos municipios de esta subregión como Zaragoza, Remedios, Amalfi y de Segovia, claro está.

Pese a que los recuerdos de aquel día todavía la afligen, Luz Marina no dudó en asistir cuando el Grupo de Memoria Histórica la invitó a participar de los diferentes actos sobre recuperación de la memoria que fueron programados esta semana en Medellín.

En su relato, Luz Marina dijo que, cuando escuchó los primeros disparos, lo primero que pensó fue en su vecino, Luis Eduardo Garrido, quien había tenido 15 días antes problemas con un teniente del Ejército y éste lo había amenazado de muerte.

“Me dije: vea cómo sí cumplieron con la amenaza”, rememora la señora al referirse a una de las acciones paramilitares más sangrientas de la historia reciente de Antioquia y la primera de esas características en el país, y que aún permanece en la impunidad.

Por la impunidad se impuso en este caso muchos de los sobrevivientes optaron por el olvido, Luz Marina siente que justamente el dolor que le ocasionó la tragedia evita el olvido y con doloroso detalle cuenta lo ocurrido.

Días antes de la matanza, las casas y calles del pueblo fueron inundadas con panfletos firmados por un grupo paramilitar a ” Muerte a Revolucionarios del Nordeste (MRD)”, en los que sentenciaban de muerte a líderes sociales y dirigentes políticos, muchos de ellos pertenecientes a la Unión Patriótica (UP), quienes se habían fortalecido políticamente en Segovia.

“Desde mi casa vimos pasar las camionetas, pero nunca nos imaginamos lo que iba a suceder. Además, el parque estaba lleno de policías. Pero vea usted, todo lo que hicieron y nadie los detuvo”, cuenta la mujer. En esa incursión armada, Luz Marina perdió a su padre, Carlos Enrique Restrepo, y a sus dos hermanos, Gildardo y Carlos Enrique.

“Entraron a la casa de mi papá, que estaba con mi hermano mayor (Gildardo) y el niño (Carlos Enrique). Otro de mis hermanos alcanzó a sacarnos a mi mamá y a mí por las escalas. Mi papá se escondió bajo la cama y allá fueron y lo acribillaron. Gildardo estaba escondido en una caneca y le tiraron una granada. A Carlos lo acribillaron cuando intentó detenerlos”, recuerda Luz Marina.

En sus recuerdos surgen imágenes que ella considera difíciles de olvidar: “es muy duro acordarse de tantos paisanos, amigos y familiares tirados en las calles del parque”. Y agrega que los muertos no fueron más porque esa noche comenzó a llover: “se largó un aguacero lo más de horrible, entonces corrían ríos de sangre, eso era impresionante. La Alcaldía nos colaboró con los entierros y no más. Muchos de los sobrevivientes nos desplazamos a las pocas horas de enterrar a nuestros muertos. Los que se quedaron, prefieren no hablar”.

En su momento, esta masacre fue calificada por el entonces gobernador de Antioquia, Antonio Roldán Betancur, como la “más vergonzosa manifestación de violencia”.

No obstante la magnitud de los hechos, poco o nada ha logrado esclarecer la justicia en relación con los responsables de esta masacre. Hasta el momento no se ha adelantado juicio alguno contra los policías y militares quienes, como se comprobó tiempo después, se acantonaron en sus comandos y cuarteles mientras el grupo paramilitar se paseaba por las calles de Segovia asesinando inocentes.

Pero la impunidad no ha sido el único agravante de este caso. Las posibilidades de reconstruir los hechos son mínimas, pues, según organizaciones defensoras de derechos humanos en esa región, desde hace varios meses grupos de desmovilizados del bloque Mineros de las Autodefensas Unidas de Colombia (Auc) siguen delinquiendo ahora bajo el nombre de Águilas Negras.

Las cifras señalan que el Nordeste antioqueño continúa siendo epicentro de un profundo drama humanitario poco conocido hasta ahora. Según el Observatorio de Derechos Humanos y Derecho Humanitario de la Coordinación Colombia-Europa-EE.UU, en esta subregión se han documentado 43 ejecuciones extrajudiciales entre junio de 2004 y enero de 2008.

A esos crímenes se suma el del Personero de Segovia, Jairo Luis Álvarez Ruíz, asesinado el 31 de octubre momentos después de salir de su casa, en el barrio San Bartolo. El funcionario venía denunciando con insistencia la presencia de grupos paramilitares en su municipio.

De igual forma, en abril de 2007 se registró el desplazamiento masivo de más de 400 familias de la vereda Puerto Nuevo Ité, de Remedios, y en mayo del mismo año, más de 35 familias de la vereda Machuca se desplazaron al casco urbano de Segovia.

No obstante, esta masacre ha sido considerada por diversos investigadores sociales como un caso emblemático en la historia reciente del conflicto armado interno, toda vez que fue dirigida contra una localidad donde la UP se había consolidado como una nueva alternativa política.

Así lo ha entendido el Grupo de Memoria Histórica de la Cnrr, que precisamente ha escogido este episodio trágico en la historia del Nordeste antioqueño como el próximo producto de investigación luego de los casos de Trujillo (Valle) y El Salado (Sucre).

“Consideramos que es importante volver al pasado y recuperar este tema, porque la memoria está directamente vinculada con la democratización y donde ha habido ese tipo de exterminios no se puede aspirar a un futuro democrático si no se resuelven y reconocen esos asuntos del pasado”, explica Andrés Suárez, investigador del Grupo Memoria Histórica de la Cnrr.

El investigador reconoce que la tarea de reconstrucción de la memoria será muy difícil dadas las condiciones de seguridad: “Hacer un trabajo con las víctimas, de manera tan directa, sería exponerlas una vez más, por las connotaciones políticas que tiene el caso”. Lo que se hará, agrega, “es recuperar las memorias que hicieron las víctimas en su momento”.

Y es que además de aportar a la búsqueda de verdad y justicia, reconstruir los hechos que enmarcaron la masacre de Segovia tiene para el grupo de trabajo de la Cnnr un valor adicional: impulsar movimientos que propendan por trabajar la memoria histórica. “Ese también es el llamado: recuperar esas iniciativas de memoria que en muchos contextos fueron suprimidas y aniquiladas por la violencia”, manifiesta el investigador.

Pese a todas esas dificultades, Luz Marina, quien se ha vinculado a ese proceso, destaca la iniciativa y siente que por lo menos a ella le será de gran ayuda: “llevo muchos años tratando de sacarme esta ‘taco’ tan horrible, pero a mis hijas no les gusta hablar del tema y en el pueblo no hay con quien”.

A diferencia de los casos de Trujillo y El Salado, reconstruir la memoria de la masacre de Segovia de 1988 será más dispendioso y demandará mayores esfuerzos, pero la apuesta es clara y el trabajo avanza, por lo que se espera que el producto final esté listo a mediados del año 2010.

http://www.verdadabierta.com/nunca-mas/nuncamas/1954-tras-24-anos-la-masacre-de-segovia-sigue-en-la-impunidad