Tranquilos, la ignorancia continúa
La gran mayoría de quienes votaron por el No lo hicieron movidos por esa cantidad de información basura que circuló en redes sociales.
Seguí paso a paso las elecciones por el plebiscito en los canales regionales. En la mayoría de las ciudades grandes se acercaban los periodistas y escogían un sufragante. Y en la mayoría de los casos ese sufragante elegido al azar decía que iba a votar o había votado por el No. Una señora en Medellín, dueña de esa seguridad de los paisas, dijo que no quería entregar el Congreso a los guerrilleros; un ciudadano de Armenia, de bigote cerrado y ojos juntos, dijo que ni de fundas quería entregarles el país a los castrochavistas, que cómo se nos ocurría una cosa de esas; una jovencita en Cúcuta sacó a bailar a Venezuela: dijo que ella no quería tener a su hijo en cajas de cartón como todos los venezolanos; un ancianito de Bucaramanga se fajó un discurso sobre la familia tradicional y luego dijo que no quería que los colegios impartieran ideología de género, es decir, que les enseñaran a los niños a ser homosexuales.
En ese tipo de respuestas están las causas de todos nuestros males. Porque el verdadero triunfador de ese plebiscito fue la ignorancia. La gran mayoría de quienes votaron por el No lo hicieron movidos por esa cantidad de información basura que circuló en redes sociales. Ahora les toca a los adalides del No comenzar a decir la verdad porque no pueden continuar su campaña con esos argumentos, que solo son buenos para construir un antagonista de los superamigos para un cómic. Tienen que salir a proponer. Tienen que salir a decir qué les molesta. Yo creo que dirán lo que el pueblo quiere oír primero, ese pueblo que está atemorizado con dos entelequias creadas por Uribe y Ordóñez: el castrochavismo y la ideología de género. Dirán que los guerrilleros no pueden participar en política y que tendrán que pagar cárcel y otras propuestas placebo. Pero una vez hayan entregado ese bombón a sus electores, se meterán con lo que realmente les importa, la médula espinal de los acuerdos y causa única de la guerra en este país: la reforma rural integral.
Porque algo quedó recontraclaro en este plebiscito. La gente de las ciudades andinas (muchos no conocen una vaca en la vida real y pocos son dueños de toda la tierra) votó No. Y su decisión influirá directamente en la gente del campo. La gente de las ciudades es de Facebook, Twitter, WhatsApp y esas cosas. La mayoría tiene una idea maniquea del campo, de la guerra y de los guerrilleros, moldeada por redes sociales y medios de comunicación. Redes y medios que optaron por una dramaturgia básica de película de acción, inundada de malos muy malos recontramalos, y buenos inmaculados recontrabuenos. De esa forma de ver el mundo sacan provecho los dueños del campo en este país. La desinformación o la información errada favorecen cabalmente a las mansas palomas con garras.
Los medios masivos de comunicación tienen la obligación de acercarse de una manera más incluyente y compleja al enfrentamiento armado, los cultivos ilícitos, al guerrillero, al soldado y al campesino, para que puedan entregar a la gente de las ciudades información de mejor calidad. Educarse para educar. Y educarse significa complejizar los mundos que narran y dejar del lado las dramaturgias baratas de telenovela de las once. Será la única manera de poder tener un electorado medianamente culto, que no caiga en trampas tan tontas como el comunismo del siglo XXI, o en absurdos e imposibles teóricos como la ideología de género.
Voy a parafrasear la frase de un muchacho de 15 para ilustrar mejor este argumento. La dijo refiriéndose al inesperado resultado del plebiscito: “Si los colombianos fuéramos dinosaurios, votaríamos por el meteorito”.
Cristian Valencia
Fuente: http://www.eltiempo.com/opinion/columnistas/tranquilos-la-ignorancia-continua-cristian-valencia-columna-el-tiempo/16717560