Sobre la urgencia de un cese al fuego también por parte del Gobierno
Por Aureliano Carbonell*.
El mundo y el país están viviendo situaciones muy especiales, que quizás no se presentaban desde la Segunda Guerra Mundial. La pandemia del Covid-19 se extiende por todas partes, afectando la vida y la actividad económica. Atendiendo a esta situación, el Ejército de Liberación Nacional (ELN) decidió decretar un Cese Unilateral Activo por el mes de abril y plantearle al Gobierno pactar un cese más prologado, de carácter bilateral y temporal, y así contribuir las dos partes (Gobierno y guerrilla) a paliar la emergencia social, de salud y humanitaria que está ocasionando el coronavirus.
El Secretario General de la ONU António Guterres ha pedido ‘que cese el fuego mundial’: “hoy pido un alto al fuego mundial inmediato en todos los rincones del mundo… A las partes beligerantes les digo cesen las hostilidades, silencien las armas; detengan la artillería; pongan fin a los ataques aéreos” [1]. En la misma dirección se pronunció el Papa y el Nuncio Apostólico en Colombia. El Papa Francisco y Guterres han hecho un llamado por igual a todas las partes contendientes. El ELN ha atendido esta convocatoria de manera inmediata, decretando un cese de 30 días.
¿Hará lo mismo Duque? ¿O este Gobierno considera que el llamado a “un alto al fuego mundial inmediato en todos los rincones del mundo” no lo incluye? Por las declaraciones recientes del Presidente, en las que plantea que mantendrá las hostilidades a pesar del anuncio del ELN y que seguirá con los operativos y los combates, parecería no haberse dado por aludido, con lo cual esta agravará la situación humanitaria del país y las dificultades de muchos colombianos ante la pandemia
El ELN no decretó el cese para complacer al Gobierno, ni para recibir su visto bueno -conocemos de su intransigencia y sus posiciones contrarias a las salidas de paz-; se decretó atendiendo a criterios humanitarios y a la responsabilidad con el país. El Gobierno de Duque al seguir con sus tropas en las zonas rurales, al no concentrarlas en sus cuarteles y mantener las operaciones ofensivas en distintas regiones del país, está violentando el “aislamiento social” requerido para no propagar el virus en el campo. Los soldados deben estar confinados en sus cuarteles cumpliendo la cuarentena, en lugar de convertirse en transmisores de la pandemia en los campos colombianos.
La tropa no es inmune al contagio, tal como lo indican los resultados positivos de las pruebas realizadas en días pasados a oficiales y soldados del Cantón Norte en Bogotá. La tropa no puede seguir metida en los campos haciendo erradicación forzada de los cultivos de coca y reprimiendo a la población. Hagan un cese, atiendan el llamado del Secretario general de la ONU, no se conviertan en transmisores; la crisis obliga a cesar de lado y lado. No olvidar que en septiembre del 2017 ya logramos un cese bilateral de tres meses, cuando el Papa visitó el país. Hoy hay iguales razones para cesar bilateralmente y para cesar por parte del Gobierno la agresión contra la población, contra los líderes sociales, los excombatientes de Farc y contra quienes protestan y luchan.
*Comandante de la guerrilla del ELN, en Cuba.