Retornamos con nuestra dignidad, armonizando Vida en el territorio
Y no podía ser más tiempo, un año desarraigados en el puerto de Buenaventura, ha sido más allá de lo suficiente. Las afecciones profundas de ese encuentro forzoso con la urbanización y la imagen cierta del progreso, les distancia más de un Estado que no les reconoce su dignidad.
Seguir allí en la sede de la organización indígena regional en esa ciudad y deambulando entre casas, era como “morir vivos”, expresó una de ellas.
“Si niños no nacieron por mala atención médica, si algunos murieron por la no atención adecuada, si el agua no estaba, si el hambre nos atormentaba, eso refleja que nos iban a matar aquí o como lo quieren hacer en nuestro territorio. Entonces, cuestión de dignidad es retornar, la historia con nuestra madre tierra nos llama, no más muertes aquí, vivimos allá y nos morimos allá en el Resguardo”, manifestó una cabeza familia de las 29, de la comunidad Nonam que se vieron obligadas a desplazarse en agosto pasado por operaciones paramilitares en bajo Calima.
Otro agregó, “el Estado colombiano realmente nunca nos respondió, brindaba unas ayudas a como ellos querían. La administración municipal de Buenaventura solo nos respondió con acciones puntuales de emergencia, nada de lo que se debería para nuestra dignidad fue acatado, ni con fallos de tutela no con las mismas medidas cautelares de la Comisión Interamericana de Derecho Humanos”
Así el pasado 30 de agosto, 97 personas retornaron a su territorio declarado desde el mes de mayo como Resguardo Humanitario y Biodiverso, la mayoría de ellos mujeres y niños.
“Nuestro retorno no ha contado con el apoyo del gobierno nacional, regresamos al Resguardo sin ninguna medida del gobierno, porque sus autoridades locales están metidas en burocracia, no son eficaces, y la fuerza pública ha seguido con complicadas relaciones que ustedes ya saben, que el país sabe y la comunidad internacional sabe”, manifestó una lideresa de los Nonam.
Este proceso deja en evidencia que las palabras de Juan Manuel Santos, meses atrás, según las cuales, valdría la pena haber sido presidente si una ley de víctimas se aplica, está muy distante de ser una realidad.
Los Nonam durante su tiempo de desplazamiento fueron amenazados en tres ocasiones por paramilitares, también hostigados por estas estructuras que continúan operando en los perímetros urbanos y rurales de uno de los municipios más militarizados de Colombia y de mayores niveles de miseria y de exclusión.
Ante el vacío de una protección real, transparente y eficaz de la fuerza pública, la necesidad de enfrentar el miedo al Estado y al conflicto armado interno, sus deidades, su espiritualidad ha sido y es en el presente fundamento del regreso y de la protección.
“Las armas causan daños a la vida humana y protegen la vida de unos, protegen la acumulación de las riquezas, y el saqueo de la madre tierra, nuestro retorno es sin armas porque es la armonía que buscamos, la que creemos, la paz, y la protección de nuestra vida y nuestra madre es la fuerza del ser supremo”
La interreligiosidad de la que hoy se habla, la síntesis religiosa que otros nombran. Las experiencias propias con la religiosidad colonial se expresaron en el regreso al Resguardo con una rogativa a su patrona Santa Rosa.
Esa espiritualidad que trasciende expresiones culturales realizaron un ritual de algunas horas en las que rearmonizaron el territorio de su habitación tradicional ante la nueva agresión armada, ante la ofensa armada.
Justo al llegar al territorio encontraron la fuerza pública dentro del resguardo humanitario. Las lideresas y líderes, los niños mostraron esa gran muestra del rostro de hierro, no dan respuestas civiles pero si militares a una apuesta por la Vida
La comunidad indígena de inmediato les solicitó salir del espacio exclusivo de la población civil y asumir el papel que les corresponde según la Constitución, como es usual, la exigencia de aplicación del derecho humanitario no les gustó.
Ante el revivir de la ofensa militar que recordó su primer desplazamiento en el 2000 y el más reciente vivido por operaciones militares la armonización del espacio comunitario liberó las energía de la vida de esos alientos de destrucción y despojo.
Matriarcas y patriarcas, las mujeres, han caminado paso a paso el caserío, han revisado una y otra vez sus viviendas, los lugares donde dejaron ropa, utensilios de cocina, herramientas, material de artesanía y animales que hoy no están y extrañan como parte de su habitat. Ha caminado paso a paso el Resguardo para lograr armonizar
Desde el 29 de agosto hasta el 3 de septiembre se han dedicado a reconstruir sus propias vidas, su propia habitación con mingas de limpieza, arreglo provisional de viviendas y del acueducto comunitario, la instalación de baños, y de espacios para las reuniones.
En grupos con participación de mujeres, de jóvenes y de niños han dedicado horas en la búsqueda de plantas medicinales, leña y algunos peces para animar uno de los sentidos de la existencia comunitaria, el comer.
La solidaridad ha sido el sustento que define la armonización. Su retorno lo realizaron con el propio esfuerzo de la comunidad, la solidaridad de personas y organizaciones nacionales e internacionales ante la serie de incumplimientos del Comité Distrital de Atención a la Población Desplazada de Buenaventura.
Comunidad Nonam regresa sin respuesta estatal
Desde otro resguardo Nonam que se encuentra sobre el rio San Juan, algunos se hicieron presentes para recibirlos con un presente de comida, con alguna canoa que les permita moverse por el río, salir de pesca, salir en busca de vida como dicen los abuelos de la comunidad.
Las y los jóvenes han liderado las actividades recreativas en el río, la quebrada, la limpieza y adecuación de la cancha de futbol, la recolección de frutas nativas, de la caña de azúcar que aún sobrevive en el Resguardo.
Han multiplicado sus reuniones rememoran, reviven, entre la tejida de cestos y de chaquiras que enlazan con paciencia. Caminan contemplando el agua, el bosque y la alegría de los niños.
La alegría no es profunda, existen esos dolores profundos, una de las familias tuvo que quedarse en Buenaventura exigiendo reubicación. Es la familia de quien hasta agosto fue su profesor indígena, quién por amenazas de su comunidad decidió no retornar.
Allí han regresado en alegría, en sueños en los que armonizan su pasado, su presente y su futuro, la vida y el territorio, porque “aquí somos, allá somos nadies”, dice una pequeña Nonam.
6 de septiembre 2011
Comisión Intereclesial de Justicia y Paz