Respuestas comunitarias para la permanencia en el territorio frente a la reconfiguración del conflicto armado
Estudio de cambio a largo plazo Christian Aid y Comisión Intereclesial de Justicia y Paz
Desde el proyecto línea de investigación a largo plazo sobre el cambio que genera el Acuerdo de Paz en Colombia, para las comunidades de la cuenca del río Naya y Unión Agua Clara en el Bajo San Juan, se analiza como en el segundo semestre de 2019 a estas comunidades les ha llevado a hacer algunos replanteamientos a partir de lo que ha significado una reconfiguración del conflicto armado en sus territorios.
Desde el Consejo comunitario de la cuenca hidrográfica del Río Naya ante el contexto que se da dentro del territorio, que implica: militarización por parte del Ejército colombiano sin tener en cuenta las normas del DIH, presencia de actores armados ilegales como Fuerzas Unidas del pacífico, alguna disidencia de las FARC y movilidad del ELN, como respuesta estratégica se piensa en la declaración de la totalidad de comunidades que conforman el Consejo Comunitario como espacios de Refugio de la población civil.
En términos de cambio esta decisión permite políticamente retomar el principio de distinción como pobladores civiles en medio del conflicto armado, lo que les permite proteger sus vidas de inminentes riesgos generados por las confrontaciones armadas.
Este momento ha implicado un cambio en términos políticos para el proceso organizativo, pues se considera por la autoridad comunitaria como un retroceso, pues en lo que se esperaba con gran expectativa y esperanza se diera cumplimiento por parte del gobierno colombiano a la implementación de los puntos del Acuerdo firmado con las FARC-EP, ha sido un fracaso casi en su totalidad por parte de la institucionalidad.
Frente a este panorama, la autoridad etnicoterritorial del Naya, después de hacer valoraciones del territorio, manifiesta la declaración de las comunidades como espacios de refugio.
Hay que recordar que esta figura de carácter humanitario fue implementada en años anteriores 2007, 2008, cuando había una confrontación ostensible en el marco del conflicto armado interno entre las FARC-EP y Estado colombiano. En aquel tiempo fueron determinadas y declaradas 12 comunidades como espacios de refugio, visibilizados con banderas blancas que permitían la concentración de los pobladores cuando se determinara que estaban en riesgo sus vidas por eventuales confrontaciones.
Una estrategia con compromiso comunitario
Con el propósito de hacer de esta decisión, un ejercicio incluyente, la autoridad del Consejo Comunitario y la Comisión Intereclesial de Justicia y Paz han dado inicio a un ejercicio de información y de georeferenciación de los espacios habitacionales de las comunidades.
En el ejercicio se va integrando a la población adulta, pero se incluye a la población juvenil para el proceso de formación e interpretación de la información obtenida.
De esta manera como ejercicio pedagógico y político se trabaja desde el área de trabajo Territorio y Ambiente que desarrolla la Comisión Justicia y Paz.
La estrategia de georeferenciación en San Francisco de Asís, Naya
Al finalizar el mes de agosto se decidió dar inicio a la apuesta de georeferenciación de las comunidades, exponiendo la importancia de ubicar cambios en la vida comunitaria a partir del contexto de reconfiguración del conflicto armado en la zona y en el país. El trabajo se realizó con un grupo de adultos y con un grupo de jóvenes con el propósito de ubicar elementos de análisis y estados del contexto.
Mario Mondragón, docente comunitario, induce el tema con una reflexión sobre la importancia de contar con el territorio: ‘pensemos por un momento donde está nuestra casa, donde está nuestra escuela, soñemos por un momento donde estaría el espacio de nuestra empresa, debe ser algo concreto, debemos tener tierra, sin tierra no hacemos, ni somos nada. Nuestro territorio es fundamental, somos los dueños ancestrales de él. Nadie puede convencernos de lo contrario, nadie puede vendernos otra imagen, o proponernos algo distinto a lo nuestro. El rico con tanto dinero se inunda en él, nosotros sin territorio nos perdemos sin él.”
El cambio que debe darse en nosotros, es desde la mente creer en nosotros, saber que podemos y tenemos las capacidades de sacar adelante nuestros sueños, tenemos un territorio amplio y hermoso, estamos llenos de tierra. Tenemos el bosque junto a nosotros, esto si es vida hermanas y hermanos. Por eso es incalculable nuestra riqueza, nosotros las mujeres y hombres afrodescendientes que hemos habitado este territorio, somos sus cuidadores, los que lo hemos protegido, aunque hay algunas prácticas que debemos mejorar. Hoy se habla de los bonos de oxígeno, si eso es así, pues nuestras comunidades deberían recibir ese aporte por cuidar de los bosques y con ello pensar en proyectar nuestras propias iniciativas económicas que nos permitan resolver necesidades y mejorar nuestras condiciones de vida.
Quiero hablar de las semillas, sobre lo que hacían nuestros ancestros y padres, es muy importante recordar, hacer memoria como ellos sembraban, intercambiaban, comercializaban, pero escogían la mejor semilla, la guardaban. De igual manera sucedía con la escogencia de la semilla de animales, escogían las mejores especies de las que sacaban las crías, los mejores cerdos, los mejores gallos. Esto ha cambiado, se ha presentado degenero en las especies de animales como las gallinas, por ejemplo. Pensando en nuestra permanencia en el territorio, en la soberanía alimentaria, debemos volver a esas prácticas y a esas costumbres de nuestros ancestros, para pervivir social y culturalmente en nuestro territorio.
Patricio Mosquera, promotor de salud aporta a la reflexión diciendo que recuerda que se trabajaba con cuatro variedades de maíz, amarillo, capio, blanco, el negrito y el chiricato: “Ahora solo contamos con una sola variedad. Debemos volver a recuperar semillas. Es importante tener claridad que la defensa de nuestro territorio encierra todos estos aspectos, buenas prácticas en lo productivo, no deforestar innecesariamente, protegerlo de los foráneos que quieren arrebatarlo, y especialmente saber qué hacer cuando el conflicto armado parece que vuelve a nuestro territorio, o sea saber bien como organizarnos para defender nuestras vidas.
Se hace importante evaluar cuáles son las acciones que como pobladores hoy estamos desarrollando en el territorio y comparar como se hacían anteriormente. El rio por ejemplo es nuestra vida, pero con algunas prácticas nuestras lo estamos contaminando, antes se protegía más el río.
Ana Lucía Celorio Angulo, lideresa comunitaria, en su reflexión invita a asumir una responsabilidad consciente en la relación con la naturaleza desde las prácticas, usos y costumbres de los habitantes del Naya y en términos preventivos con los foráneos que están interesados en apropiarse del territorio.
Me preocupa la fauna, coloco el tema de los animales porque creo que ellos están viviendo una tragedia ahora, ellos por la tala de los bosques especialmente las aves se están saliendo del territorio, seguramente por la falta de alimento salen a buscar por acá su comida. Este asunto me interesa porque es mi deseo trabajar con la comunidad para hacer énfasis en ese problema y ver qué podemos hacer para la protección de los animales que viven en nuestro territorio.
Mario Mondragón, Es importante hacer la memoria ambiental, nosotros en este grupo de encuentro hoy somos adultos, y si recordamos cuando andábamos con nuestros padres, ellos nos decían existen hay árboles que no se deben tocar, que hay que dejarlos quietos. Nuestros padres y abuelos no sabían leer, ni escribir, pero en conocimiento estaban muy avanzados, tal vez mucho más que nosotros. Los árboles que no dejaban tocar, era porque servían de comedero y albergue de animales silvestres, aves y cuadrúpedos.
Nuestra hermana Ana Lucía nos hace un llamado muy importante, se está talando el bosque para sembrar, pero no hay un control que regule esa tala. Como Consejo Comunitario, con nuestra autoridad etnicoterritorial debemos avanzar en ello, en crear el reglamento de uso de nuestro territorio porque tenemos una responsabilidad con la fauna. Detener ese proceso migratorio de los animales, porque nosotros nos afectaríamos sin ellos. Sabemos que hemos tenido una técnica para cazar, pero actualmente, esa técnica no funciona porque hay muy pocos animales, se están yendo del territorio.
Patricio: recordemos que anteriormente había unos árboles que no se utilizaban para madera, la gente no los tumbaba, o había árboles en los que salía un solo tronco, esos no se tumbaban porque eran los que producían comida para los pájaros y animales. Había una enredadera que producía comida para los pájaros, especialmente para los loros y el paletón. Ya no existe esa enredadera. También estaba el popa, que es un árbol para madera y también producía una pepa de la que se alimentaban las aves, esa especie ha desaparecido. Estaba el sande, que era un producto para la guagua, el guatín, el loro, pero se ha escaseado, entonces es muy importante lo que estamos hablando en este taller. Debemos asumir también la responsabilidad por afectar las vidas de los animales, por nuestras prácticas, debemos trabajar mucho más con las comunidades sobre este aspecto. Recuperar las especies de plantas que dan comida a los animales porque ellos están desapareciendo.
La Justicia también es ambiental
Frente a los daños que se puedan dar en nuestro territorio vamos a exigir justicia, no estamos de acuerdo con ningún tipo de explotación minera, no queremos contaminación sobre las aguas de nuestros ríos, ni contaminación ambiental con glifosato, ni con otro tipo de químicos. Reconocemos que con nuestras prácticas hemos causado daño a la naturaleza, a los animales que habitan en nuestro territorio, esa situación debemos recomponerla, mejorar nuestra relación con la naturaleza.
El cambio que buscamos es ambiental, tener un pensamiento distinto al de los empresarios, al de las multinacionales, al de las mismas instituciones de gobierno que se prestan para que nuestros territorios sean acabados por la explotación de los recursos naturales, por la deforestación. Ese es un primer paso en el cambio de pensamiento comunitario. Pero el otro cambio es el que como habitantes ancestrales de nuestro territorio tenemos que dar, y es el de ser cuidadores y cuidadoras de nuestro territorio. Esto quiere decir que por ser dueños del territorio con mayor razón nuestras prácticas y costumbres sobre la relación con el territorio deben ser justas. Y por eso estamos aquí en este encuentro, porque queremos reconocer también que somos parte del territorio, de la naturaleza, pero no somos los únicos seres que viven en él, hay otras vidas, otros seres que nos ayudan a existir y por eso debemos protegerlos, ser justos con ellos.
En la integralidad de las cosas hay el territorio es un espacio perfecto, que cualquier alteración lo desarmoniza, si se tala el bosque merma la lluvia, si merma la lluvia no hay buena producción vegetal, no hay alimentación para los animales, los animales son fundamentales en la vida de los bosques son portadores de semillas, son reguladores.
Las semillas son parte del ejercicio de la vida a través de la siembra, de la huerta y lo importante es tener claro que no debe ser una ejercicio dedicado a la producción, sino para la existencia. Es aquí donde debe marcarse nuestro cambio, cómo hacer de este ejercicio una práctica educativa con la que podamos pensar en mejorar nuestras formas de viva, nuestras formas de producción, generar condiciones básicas de vida en dignidad.
De esta manera podemos pensarnos como parte integral de esa construcción de justicia social y ambiental, una justicia pensada en brindar oportunidades a los demás, en la equidad, que todos podamos acceder a los recursos sin egoísmos, sin envidias. Esto es lo que realmente nos permite vivir en la construcción de la paz desde los territorios, una paz que permita encontrarnos en primera medida, y para reconocernos como iguales, como personas sintientes, reconociendo la naturaleza como un espacio importante para la vida en general, nos solo de y para los humanos, sino para los demás seres que existen.
Por eso al hablar de justicia se debe reconocer hasta donde somos concientes que con algunas prácticas estamos afectando las otras vidas. Ojo aún con nuestras prácticas y costumbres somos responsables de daños al territorio, entonces desde la educación podemos generar una nueva conciencia que nos permita relacionarnos justamente la naturaleza. Es un tema de memoria, recordar el impacto de lo que hemos ocasionado.
Encontrarnos y reconocer que si bien existe algo que nos puede generar beneficio a nivel personal y familiar, también es posible que eso genere daño a toda la comunidad y que antes de pensar en el beneficio inmediato, se debe pensar en el beneficio colectivo a largo plazo en el territorio como un verdadero espacio de vida. Así como comunidad de san Francisco, consideramos que estas reflexiones y encuentros dejan discusiones para mejorar nuestra forma de vida, nos van a permitir tomar buenas decisiones para vivir con la tranquilidad que nos merecemos y por la cual trabajamos, ese es un cambio de sentimiento, pensamiento y actitud hacia la realidad de una paz estable y duradera.
Transformando nuestras prácticas y costumbres; transformamos nuestra historia
María Angulo (lideresa comunitaria) para hacer las cosas de otra manera sobre lo que hemos hecho equivocadamente, debemos pensar y actuar de distinta manera. Entonces si nos unimos por la defensa de los animales, vamos a hacer campañas contra la deforestación podemos así cuidar sus vidas y nuestra propia vida, esto tenemos que hacerlo a manera personal y colectiva.
Antonio Gamboa (líder comunitario) para que sigamos recuperando nuestra soberanía alimentaria, debemos sembrar más y mejores semillas que sean nativas del territorio. Para la paz en nuestro territorio, debemos trabajar dese lo educativo con nuestros jóvenes, niños y adolescentes. Si nosotros podemos ser constructores de la paz, cada uno y cada una tenemos la capacidad de proponer paz, vivir en paz y apostar por la paz del territorio y del país.
Hugo Mondragón, las semillas que hacen parte de esa vivencia, humana, animal, vegetal, de subsistencia, es un ejercicio de multiplicar la vida a través de la siembra, la siembra no solo como una práctica y costumbre para producir alimento, sino, también de cuidado del territorio. Es aquí donde la educación debe ser pensada para la construcción de la Paz, para tener mayor dignidad en nuestra condición de vida, gozar de conocimientos.
La construcción de la paz es un proceso de reconocimiento, de respeto al trabajo y derechos de la mujer y de otros sectores de la sociedad, generando esa empatía el proceso organizativo de nuestra comunidad cada vez más se fortalece. Las comunidades campesinas, y en espacial nosotros los afrodescendientes consideramos que para preservar la vida debemos reservar nuestro territorio, el territorio es todo.
Ubuntu, una filosofía incluyente y de construcción colectiva en la escuela ambiental
Con la reflexión sobre el mensaje “yo soy porque todos somos” como lo expone esta filosofía los jóvenes de la comunidad de San Francisco Naya abordan un dialogo que les permite adentrarse un poco en el escenario relacional de esta comunidad.
En primer lugar una reflexión hacha por los jóvenes resalta la importancia de del mensaje considerando que lo importante es determinar si lo que cada persona hace aporta a la construcción de comunidad o por el contrario la divide.
Hugo Mondragón manifiesta que a veces se cree que ser comunidad es vivir en un mismo lugar, a veces se vive en un mismo lugar pero no se es comunidad, no hay nada que nos una. Saber que lo que le sucede a mi hermano o vecino le duele, me duele y afecta también, es sentir en colectivo, es pensar en comunidad. Cuando no nos preocupamos por el hermano, compañero, amigo, amiga, vecino, vecina, no construimos comunidad porque la solidaridad se ha perdido.
Como jóvenes de la comunidad San Francisco debemos estar atentos y atentas a retomar ese sentido solidario para construir comunidad, mejorando nuestras relaciones, porque es así como se construye la paz territorial. Así se fortalece el proceso organizativo y nadie que no sea de la comunidad puede llegar a establecernos normas, menos actores armados. Como personas del presente los jóvenes al actuar así estamos practicando el Ubuntu, porque en la comunidad todos somos.
Lo que hoy somos nosotros y nosotras los jóvenes, es lo que la comunidad será mañana. Esta es una apuesta a largo plazo, es un objetivo para que a futuro nuestra comunidad no se vea fracturada. Este es un ejercicio de reconocimiento, hacernos parte de importante de la comunidad.
James Mosquera: El Ubuntu nos enseña a incluir a los demás. Entonces también aceptamos que hay muchas maneras de negar oportunidades a los demás, especialmente a las mujeres. En el deporte lo hacemos, escogemos a los mejores y buscamos ganar como sea, así nos olvidamos de los principios comunitarios como la igualdad.
En las actividades que realizamos, por lo general, tratamos de ser los mejores, pero lo que nos dice el Ubuntu es que lo importante es sentirnos bien haciendo sentir bien a las otras personas. Por ejemplo en el deporte no importa que perdamos un partido si nos sentimos contentos permitiendo que todos y todas participemos.
El Diagnóstico Participativo Rural Rápido
Es una guía que puede aportar a la identificación de las potencialidades y debilidades que pueden existir en un entrono. Con este diagnóstico se pueden generar algunas alternativas por parte de la comunidad que desarrolle o implemente este diagnóstico. Con esta guía las comunidades podrán determinar la capacidad que tiene su territorio en producción de agua, alimentos, ecosistemas, como también permite diagnosticar algunas situaciones que requieren de atención tanto en materia ambiental como en el componente social.
Esta guía como tal puede convertirse en una herramienta efectiva pensando en el mejoramiento de condiciones básicas insatisfechas en las comunidades. Uno de los elementos de esta guía es la georeferenciación que permite una ubicación exacta de cada espacio con sus respectivas coordenadas. Se considera importante que este ejercicio sea un proceso de formación en el que participen diversas personas de la comunidad.
Este encuentro se convirtió en el primer taller de la escuela de formación con justicia socioambiental. Adultos y jóvenes se aproximaron a un primer momento de ubicación y reconocimiento de su espacio comunitario a través de algunos dispositivos como celulares y GPS, ellos y ellas previa inducción iniciaron el proceso de georeferenciación. El resultado de este ejercicio será insumo que se presentará a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos CIDH, en el marco del seguimiento a las medidas cautelares de las que son beneficiarios los pobladores de la cuenca hidrográfica del Río Naya.
Imagen: Gabriel Galindo/ Comisión Intereclesial de Justicia y Paz