Rene Garcia Lizarralde quince años de resurreción

Una mirada a la prensa escrita de la Colombia que vivió la emergencia de ese movimiento sacerdotal, destaca en sus titulares la radicalidad de la opción por los empobrecidos de sacerdotes como RENE que se convirtió en noticia, tras romper con el imaginario colectivo en el que el sacerdote con su sotana se ocupaba de los espacios sagrados y las laicas y laicos


Este año conmemoramos los 50 años del movimiento sacerdotal Golconda y los 15 de resurrección de uno de sus principales promotores RENE GARCIA LIZARRALDE

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Una mirada a la prensa escrita de la Colombia que vivió la emergencia de ese movimiento sacerdotal, destaca en sus titulares la radicalidad de la opción por los empobrecidos de sacerdotes como RENE que se convirtió en noticia, tras romper con el imaginario colectivo en el que el sacerdote con su sotana se ocupaba de los espacios sagrados y las laicas y laicos, mayoría católicas y católicos, de los espacios profanos. La separación de los dos mundos, útil al establecimiento, explotó en figuras como las de René, y la de un grupo de sacerdotes que desde los barrios populares de las principales ciudades y de algunas veredas, inspirados en el testimonio de Camilo Torres, comprendieron que el reinado de Dios se construye desde la satisfacción de las necesidades básicas de las mayoría y que la garantía de esas condiciones pasa por la transformación de la sociedad capitalista en otra, que en ese momento, vislumbraban como socialista.

Tres sacerdotes rebeldes hablaron ante 3.000 universitarios ayer”, “los sacerdotes rebeldes acusan”, “El Marxismo proporciona herramientas de acción” “El Cura René García está en París” “Regresó hoy René García” “Misa y semana santa de los curas rebeldes” “Grupo de sacerdotes en rebeldía anuncian peregrinación de los desposeídos” “la Iglesia no estaba lista para el cambio”. Esos titulares de El Tiempo y El espectador de 1968 y 1969, dan alguna idea del modo como se percibió desde el establecimiento la opción que hombres como René García comprendieron su compromiso de fe desde el pueblo, en forma de opción política transformadora, entendida esta opción como la realización más plena de su sacerdocio.

Las consecuencias de esta opción no se hicieron esperar. René García fue suspendido de las funciones de sacerdote por el arzobispo de Bogotá en el año 1969, Golconda jugó su papel de interrumpir la calma eclesial en su fugaz aparición y René, prosiguió con su radicalidad evangélica a costo de la cárcel, intentos de homicidio, soledad de sus amigos de causa y tres allanamientos a su casa.

Buena parte de sus esfuerzos académicos los orientó a la construcción de una metodología de aproximación al trabajo con las bases, de modo que aportó las herramientas para el necesario cambio de la sociedad, con la convicción siempre de que “Dios está en su encuentro con el hombre, con sus necesidades humanas y en una respuesta a estas necesidades” como lo dejó gravado antes de morir.

En ese aporte metodológico en las bases, René se cargó de realismo. Su interacción directa con los sectores empobrecidos le hizo comprender que los logros más significativos en el trabajo popular no se miden por las grandes grupos humanos que se movilicen, sino por la cualificación de las mujeres y hombres que desde sus convicciones le apuestan a la transformación. Para René luego de un trabajo de dos o tres años en un barrio, si se lograba un grupo conciente de cinco o seis personas, sería un buen trabajo.

Muchas búsquedas animó René: fue rector de la Universidad Cooperativa de Barrancabermeja y desde allí animó la construcción de un plan integral de desarrollo desde y con los campesinos de la región del magdalena Medio con recursos de Europa que fue bloqueado por el gobierno, cuando su preparación había posibilitado la construcción de un movimiento social campesino; animó debates preparatorios de la Constituyente que terminó con la constitución de 1991, participó en múltiples foros sobre la búsqueda de una salida política negociada al conflicto en Colombia; aportó en la elaboración de análisis de contexto que se convirtieron en insumos de las presentaciones en el exterior de los análisis de su amigo el jurista Eduardo Umaña Mendoza, adelantó análisis profundos de la situación agraria, animó un grupo de reflexión sobre la realidad urbana, elaboró escritos sobre el aporte de Camilo Torres en los procesos de transformación en Colombia, elaboró reflexiones en torno a la racionalidad popular, animó uno de los primeros procesos de granjas agroecológicas en procura de soberanía alimentaria que se han dado en el país.

En medio de esta actividad, padeció un grave accidente que le fracturó una rodilla generándole una tromboembolia pulmonar. Lejos de desistir de sus opciones por las limitaciones que le produjo el accidente y la enfermedad, entre medicamentos y tanques de oxigeno, prosiguió con su agudeza analítica, su pasión por la realidad, por los empobrecidos y por la construcción de una sociedad mas humana, a pesar de las crisis del socialismo de Europa del Este, de la derrota del Frente Sandinista en Nicaragua que le tocó presenciar.

René murió sin conocer el alto perfil en el que lo tenía ubicado la central de inteligencia más importante del mundo: la Cia. Un informe desclasificado en el año 2007 reveló que sus pasos fueron minuciosamente seguidos a finales de la década del 60, cuando se le ubicaba como un miembro del ala más radical de la iglesia, “promotor del comunismo”. Sus discursos y escritos públicos se sumaron a la figuras destacadas, también de la iglesia del continente, que de igual modo tenían preocupados a los poderosos del norte.

René entre enfermedad, persecución y trabajo, percibió, a profundidad, los límites y alcances de la condición humana. Su propia vida la comparaba con un automóvil que se desplaza a toda velocidad por un túnel con dos paredes, el de la cárcel y el de la muerte, la una la padeció y la muerte violenta la tuvo cerca en cinco ocasiones. Percibió también las limitantes humanas de quienes compartían con él los mismos altos ideales de la búsqueda de transformación de la sociedad en procura de mejores condiciones de vida para todas y todos, “no deja de ser una apreciación de la realidad que vale la pena ser tenida en cuenta. Ahí están las competencias humanas…”, decía.

En su auto reflexión, sobre la condición humana, René explicitó tres sensaciones que le inspiraron las personas compañeras de lucha: la de la envidia, la de la indiferencia y y la del miedo por las consecuencias que les pudiera generar la cercanía a él. Duro para René, pero constructivo para todas y todos los que queremos apostar por la construcción de proyectos solidarios de alto vuelo hacia la transformación de las estructuras sociales.

Con todo, René contó y cuenta con personas que lo amaron hasta la resurrección y mantienen viva su memoria, la mayoría de ellas mujeres, un caso muy similar al ocurrido con otro hombre hace cerca de 2.000 años en Palestina, donde el amor, sobre todo de sus discipulas hizo que la memoria viva trascendiera el espacio y el tiempo hasta hoy, por eso viven.!!.