Regalos
Como un buen jugador de póquer que debe ser, el presidente Uribe firmó el pasado 3 de diciembre el Decreto 4579 que autoriza la capitalización de la empresa URRÁ S.A., o sea Urrá I, por un valor de un billón doscientos trece mil millones de pesos con vigencia al 20 de enero del 2009.
Una artera medida hecha a mansalva y sobre seguro por debajo de la mesa, si se tiene en cuenta que entre estas fechas el Congreso no sesiona, la opinión pública no lee prensa y los noticieros de radio y televisión entretienen al país con las tradicionales ferias y fiestas. La empresa ya había sido capitalizada en 1997, 98 y 99 con la bicoca de 250 millones de dólares para terminar la obra, inaugurada en el 2000.
La razón de estas medidas excepcionales, pero quizás calculadas, fue simple, la empresa no era ni es viable, y desde que pasó la primera gota de agua por sus turbinas, nunca ha producido un peso de ganancia. El mismísimo CONPES considera que URRÁ S.A. es una carga fiscal para el país que agrega 1,63% al problema. La hidroeléctrica costó 800 millones de dólares en lugar de 200 porque en su construcción se empleó mucho mas tiempo que el calculado, errorcito que por vía de ampliación de contratos, y otros subterfugios, benefició a los grandes gamonales políticos locales y a sus socios, los contratistas.
La capitalización decretada ahora es un suculento regalo de Navidad para los mismos personajes, muchos de los cuales están siendo procesados por parapolítica. Un verdadero pago por servicios prestados. El billón doscientos mil millones de pesos tenemos que pagarle todos los colombianos a esa brutal clase de empresarios y grandes propietarios. De otra manera no sería posible vender URRÁ I ni construir URRÁ II para ayudar a los terratenientes del medio y bajo Sinú a desecar ciénagas y humedales. Ya hay ofertas como la de la compañía Fundición de Aluminio, empresa brasileña. Y como en el Carnaval de Barranquilla, vestida de Monocuco y Marimonda, al son de la danza del Torito, se preparan ofertas para la nueva subasta de energía el próximo mes de marzo del 2009.
Será una venta que permitirá hacer otro regalo, la Autopista de las Américas. Uribe tiene obsesión por esa vía que romperá irreversiblemente el Tapón del Darién, una franja angosta de selva que no han destrozado los ganaderos paisas, como los hermanos Fidel, Carlos, Vicente Castaño et al. Hoy esa ruta comunica por carretera pavimentada a Venezuela con el Eje Bananero de Urabá, y de allí por trocha hasta las orillas del río Atrato. Lo que será construido es un tramo de menos de 100 kilómetros entre Lomas Aisladas y Palo de Letras, en la frontera con Panamá. El verdadero obstáculo para la ingeniería había sido la Ciénaga de Tumaradó, pero hoy con la complacencia del Minambiente, ya no lo será.
El resto es pan comido: para eso se hizo la Operación Génesis hace una década que costó la vida y la tierra a cientos de campesinos que vivían sobre el río Cacarica, Curvaradó y Salaquí. Por ese criminal operativo está preso el ex general Rito Alejo a la espera de un juicio civil. A pesar de ello, toda la región desde ese entonces es dominada por El Alemán y por su hermano, Don Mario, que continúa prófugo. La Autopista de las Américas es, pues, otro regalo de Navidad de este gobierno para los señores de la tierra.
Cae fuera de discusión la necesidad de vías e inclusive de represas. Pero que ellas se hagan para favorecer la valorización de tierras como pago de servicios envueltos en todo tipo de arbitrariedades, para decir lo menos, es otra cosa. ¿Quién se beneficiará directamente de la Autopista de las Américas? Los cultivadores de banano del Urabá, los ganaderos del Sinú y del San Jorge, los camaroneros del golfo de Morrosquillo, los palmeros de Montes de María, del Atrato, de Curvaradó y, claro está, las grandes empresas lácteas, las grandes compañías madereras, los grandes frigoríficos.
El gobierno ha sido pródigo en regalos de fin de año para sus amigos, conocidos, socios y demás afectos a la causa patriótica. Para el resto de los colombianos y a medianoche subirá el precio de la gasolina, de los servicios públicos y de los peajes. ¡Que vivan las fiestas!
Alfredo Molano Bravo