Reforma agraria de la paz. De 1964 al siglo XXI
Se han dado a conocer un conjunto de iniciativas focalizadas en el tema agrario que se debate en la Mesa de conversaciones en La Habana. Se trata de unas propuestas para resolver los asuntos más graves que inciden en las condiciones de pobreza y exclusión de millones de campesinos afectados por el desplazamiento forzado y la acción criminal de grupos violentos al servicio de los hacendados del ganado, la palma y otros productos agrarios.
De la solución efectiva de los problemas señalados, al margen de la retórica y la demagogia de los funcionarios de turno, depende que la paz llegue a los campos de Colombia.
Las propuestas son las siguientes:
Realización de una reforma rural y agraria integral, socioambiental, democrática y participativa, con énfasis territorial, sustentada en las siguientes premisas:
Superación de las condiciones políticas, económicas, sociales y culturales que generan el ejercicio estructural de la violencia por parte del Estado y fuerzas paramilitares en las zonas rurales, y ocasionan el alzamiento armado campesino para enfrentar esas condiciones.
Transformación de las relaciones sociales rurales, que contribuya a la democratización real del poder territorial, de la sociedad, del Estado y del modelo económico en su conjunto, así como al buen vivir de la población campesina.
Erradicación del hambre, la desigualdad y la pobreza rurales; restablecimiento de la dignidad y reconocimiento de los campesinos y campesinas como sujetos políticos, y garantía y disfrute efectivo de sus derechos políticos, económicos, sociales y culturales, incluida la correspondiente provisión de recursos de presupuesto e infraestructura social.
Construcción de una nueva ruralidad basada en la justicia territorial y la democratización de las relaciones urbano-rurales.
Desconcentración y redistribución de la propiedad sobre la tierra mediante la erradicación del latifundio improductivo, inadecuadamente explotado u ocioso.
Promoción al acceso y el disfrute del derecho a la tierra y al territorio de los campesinos sin tierra y de las mujeres en especial.
Prohibición o establecimiento de límites estrictos, según el caso, a la extranjerización de la tierra.
Reparación integral de la población víctima del desplazamiento forzado y del despojo.
Protección y mejoramiento de las condiciones de propiedad y producción de los pequeños y medianos propietarios.
Reconocimiento y respeto de los territorios colectivos de comunidades indígenas, afrodescendientes, raizales y palenqueras, así como de los territorios campesinos de Zonas de Reserva Campesina y de futuras Zonas de Producción de Alimentos.
Ordenamiento territorial y definición de usos de la tierra que garanticen la protección de los ecosistemas, la sostenibilidad socioambiental, el derecho al agua, la producción de alimentos y la soberanía alimentaria.
Estímulo a la economía campesina y en especial a la producción de alimentos, considerando la coexistencia de diferentes modelos de producción, atendiendo regulaciones estrictas de los encadenamientos productivos.
Auspicio de una política de investigación y desarrollo científico técnico, de protección de las semillas nativas y del conocimiento propio.
Dotación de medios de producción, de infraestructura física de transporte y comunicaciones, de distritos de riego y regadío, de acopio, almacenamiento y comercialización, de recursos de crédito y de otros medios de financiación, privilegiando las economías campesinas y de producción de alimentos.
Denuncia o revisión de tratados y acuerdos y de todo tipo de regulaciones de libre comercio, inversión o propiedad intelectual que afecten la soberanía alimentaria y las condiciones de nutrición y alimentación de la población.
Es el nuevo programa agrario para la paz en el siglo XXI que profundiza aquel inicial acordado en 1964 por un pequeño grupo de campesinos en el Tolima y que sirvió de plataforma para convocar a los pobres del campo en la lucha por la democracia y el socialismo.
Voceros del gobierno han dicho que las ideas agrarias sistemáticas formuladas hacen parte de sus planes estatales, sin embargo la realidad es contraria a los discursos. Basta con citar el caso de la Ley de víctimas y restitución de tierras que ha sido un fracaso total porque lo que se impone en el agro es el imperio de los poderosos dueños del latifundio y el ganado.
El debate agrario en la Mesa de Conversaciones y en los foros nacionales ha decantado el plan de reformas que se requiere para superar los factores de violencia en las zonas rurales. Lo que se necesita ahora es la movilización campesina para hacer efectivas y concretas las medidas delimitadas. Lo demás es pura carreta. Es el eterno chorro de babas de los politiqueros que engañan a los campesinos con falsas promesas.
El programa agrario del siglo XXI necesita un sujeto y una subjetividad consciente y comprometida con las transformaciones señaladas. Hay que construir ese sujeto mediante programas y planes de trabajo que cubran la mayoría de los campesinos pobres y pequeños propietarios. Planes de movilización, de educación, de agitación y de uso intenso de los medios de comunicación para elevar la conciencia progresista de los campesinos y alentar su lucha por la democracia con igualdad y el socialismo.
La paz ha ganado un importante espacio en los meses que llevan las conversaciones. La tregua unilateral ha sido un éxito y las tareas agrarias de la sociedad han sido delimitadas con puntualidad.