Reconocer el pasado es el camino para que el conflicto no se repita
Los abajo firmantes reunidos en la región de Urabá tuvimos la oportunidad de reencontrarnos para reflexionar sobre los impactos del conflicto armado y con el deseo de buscar alternativas para superarlo.
Estábamos allí víctimas de todos los actores del conflicto. De Bojayá y Cacarica (Chocó), de La Chinita (Urabá), del atentado de El Nogal, hijos de los Diputados del Valle, Madres de La Candelaria, de Yarumal (Antioquia) y también de Inzá (Cauca), familiares de víctimas en los Montes de María (Bolívar y Sucre), en Sumapaz (Cundinamarca), en Rivera (Huila). Todos estos testimonios son una pequeña muestra de lo absurdo que el país vivió en sus años de guerra y que nos han dejado aprendizajes dignos de compartir. Nos reafirmamos en que hoy queremos seguir contribuyendo a la paz y la reconciliación.
Ante todo, reconocimos que, como nosotros, en Colombia existen muchas víctimas, seguramente algunas olvidadas, poco visibles, algunas con miedo, temores, desesperanzas, confusiones, pero también con expectativas y con anhelos de que sus vidas no vuelvan a ser manchadas.
Nosotros hemos tenido la dicha de escucharnos y al oír los distintos y diversos testimonios nos preguntábamos si todo eso había sucedido en Colombia, pues todas las historias –las nuestras y las otras- nos dejaban aterrados. ¿Dónde estuvimos como colombianos que dejamos pasar todo esto? Nunca es tarde; hoy nosotros estamos convencidos de la necesidad de reconocernos en el dolor para asegurar que ninguna vida más siga siendo dañada.
En este primer encuentro facilitado por la Comisión Intereclecial de Justicia y Paz y por el ICTJ, en el marco de la Comisión de Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No Repetición, se buscaba identificar aprendizajes de los diversos procesos de reconocimiento que hemos vivido. Allí nos pudimos encontrar con personas que pertenecieron a grupos paramilitares, de la guerrilla de las Farc y de las Fuerzas Militares que por acción u omisión nos han agraviado.
Estando allí, Turbo, pudimos mirarnos a los ojos, reconociéndonos como ofendidos y ofensores y aunque este encuentro nos revivió momentos críticos, nos reconfortó escuchar de todos los victimarios que tomaron la palabra estas reflexiones: “Ustedes son unos valientes; nosotros tomamos la decisión equivocada; estamos arrepentidos; queremos que nos escuchen, tal vez sin lograr a que nos entiendan; lo hecho no podrá entenderse, solo queremos ahora enderezar nuestros caminos y desearíamos una segunda oportunidad”. Sin duda lo vivido nos interpela al respeto por el otro en las verdades iguales, diversas y distintas. Hoy invitamos al país a una experiencia similar.
Con el ánimo de hacerlos partícipes de algo de lo vivido queremos compartir con ustedes algunas frases que escuchamos en este ejercicio de diálogo frente a frente con los victimarios:
“Un proceso de reconocimiento de responsabilidades lleva a un compromiso y es garantías de que no les suceda a otras generaciones”.
“Reconocemos que hemos cometidos errores que hicieron víctimas a muchas personas inocentes”.
“Nos comprometemos a sacar la violencia del ejercicio de la política y esperamos nos acompañen en ese recorrido; nosotros hemos escuchado a muchas víctimas y siempre nos reclaman el deseo de que esta guerra pare ya; nosotros estamos tratando de cumplir esa solicitud; invitamos a los que continúan equivocados a que no sigan dañando la vida y enderecen su camino”.
“Pasamos por un proceso de resocialización y cuando empezábamos esas audiencias (de Justicia y Paz) estas eran mecánicas, detrás de un televisor; pero no frente a las víctimas; reconocemos que nos quedó corto; a nosotros nos faltaba esto para comprender el dolor de las víctimas, estos actos nos liberan”.
“La forma en que terminó mi carrera (militar) me ha hecho evidenciar que el conflicto se descompuso en demasía y estaba demorada una solución negociada, ahora estamos aquí con el deseo de aportar a reconstruir la verdad ahuyentando para siempre toda sombra para continuar en la guerra”.
“Hemos tenido encuentros con adversarios y vemos lo bueno de que haya una voz nuestra en esta construcción que satisfaga o contribuya a mitigar el daño causado”.
“Queremos un país en donde nos escuchemos y convivamos reconociéndonos en la diferencia, no en donde nos matamos. Por eso debemos valorar la vida. Todo ser es único e irrepetible”.
“Cometimos el peor error de la vida; tomamos las armas para defender nuestras ideas, estuvimos equivocados; tanto que nuestro accionar fue sinónimo de dolor y barbarie; reconocemos que la población es a la que le ha tocado el peso. La guerra le arrebató la compasión al hombre y a algunos los convirtió en animales”.
“Acercarnos a las víctimas ha sido difícil, ¿cómo acercarme al dolor que les hice padecer? ¿Cómo hacer para resarcir? Hoy reconozco mi temor, pero, gracias a Dios, las víctimas nos han enseñado hasta dirigirnos a ellas. Solo tengo palabras de gratitud”…
Al finalizar, todos nos rodeábamos en un círculo dentro de una casa-barca, que albergaba el mapa de nuestro país: creemos que todos cabemos en Colombia.
Estas impresionantes historias nos interpelan a buscar la paz y la reconciliación en medio de desafiantes procesos de la construcción de verdad, esclarecimientos, y no repeticiones. Por ello, les animamos a no desistir en la búsqueda de este objetivo.
Finalmente, les comentamos que hemos aportado algunas reflexiones que esperamos contribuyan a los diseños metodológicos para la realización de procesos de reconocimientos de responsabilidad en el conflicto armado que permitan un ambiente de sanación de los corazones. Este aporte no será una camisa de fuerza y de homogeneidad, seguramente la Comisión de la Verdad tomará los elementos sustanciales para iniciar sus labores. Ojalá sean de buen recibo y de utilidad en sus casos particulares, acomodándolos y ajustándolos a sus necesidades y situaciones, pues queremos contribuir a que otras personas y comunidades avancen por este camino.
Hoy cuando las mareas se agitan, queriendo empujarnos a las tormentas del infinito de la guerra, queremos hacer el llamado a que debemos tener cuidado con las durezas de nuestros corazones. A Colombia le espera un mejor puerto, ese que nos brinda una oportunidad en el nuevo amanecer, recordando el pasado, pero cerrando esa horrible noche del dolor y sufrimiento. ¡Que viva la Vida!
Con aprecio,
Leyner Palacios
Diana Carolina Charry
Martha Luz Amorocho de Ujueta
Rafael Posso
Sebastian Arismendy
Luz Nelly Meneses
Martha Aguirre
Larry Mosquera
Luz Marina Mosquera
Silvia Berrocal
Neira Yolany Alvira Pizo
Carlos Alberto Morales Acosta
Luz Marina Cuchumbe
Daniel Felipe Ortíz
Teresita Gavira
Ana de Dios Zapata Carmona
Rosalba Usma Patiño