Queremos negociar con los gringos
De plazo en plazo, del ultimátum en ultimátum, de intensas persecuciones en intensas persecuciones, mientras continúa desacatando el llamado a concentrarse en el centro de recreación de La Ceja, en Antioquia, los periodistas logran contactar a VICENTE CASTAÑO. Las autoridades no saben, no oyen, no ven, no escuchan. Aunque en la región del Urabá, donde se desata la “persecución” todo el mundo sabe, dónde se mueve, cómo se mueve y hasta se especula qué está planeando con la siembra de palma, con las siembras de coca, y con sus estructuras armadas.
Nuevamente se ocultan las razones del trasfondo de la crisis de la desmovilización. ¿Qué fue lo que el Alto Comisionado de Paz acordó y hoy no puede cumplir? ¿La no extradición? ¿La protección de sus bienes ilícitos y lícitos? ¿Cómo entender si las tierras mal habidas, con presión, con terror, con desplazamiento serán legalizadas a través de la ley de desarrollo rural? ¿Qué es lo qué les preocupa? ¿El reconocimiento político? ¿Menores penas o la ausencia de alguna pena en la cárcel? ¿Por qué la decisión de persecución militar a VICENTE CASTAÑO no es exitosa? ¿Será que los vínculos estratégicos con las Brigadas persisten? ¿Por qué las actuaciones institucionales para la devolución y restitución de la propiedad individual o colectiva de las tierras usurpadas, sembradas en palma o en banano, son tan lentas o no se realizan? ¿Por qué son tan anónimos los nombres de los empresarios y de los políticos con los que interactuaron y desarrollaron modelos de Estado, de sociedad y de organización económica? ¿Por qué se guarda silencio de estos nombres? ¿Por qué ahora si negociar con los Estados Unidos?
Parecen estar conformes con los Decretos hechos a su medida para la impunidad y el goce carcelario… pero temen que la continuidad de las políticas uribistas se vengan al piso, temen convertirse en los chivos expiatorios de las Fuerzas Militares. Existen varios campanazos. Las tensiones en el Congreso, las posibles actuaciones de alguna Corte Internacional o la posibilidad de que se instituya un modelo democrático en el país, en el mediano plazo. O le temen al sustento moral de los familiares de las víctimas que no se doblegan, que se resisten al olvido y a la indignidad.
¿Es posible que estén creyendo que acudir a la justicia de los Estados Unidos puede evitar otros sistemas de justicia internacional?.
El paramilitarismo no ha sido una simple estrategia contrainsurgente, ha sido un mecanismo para la configuración de un modelo de Estado, de relaciones políticas, de relaciones sociales, de construcción de economía en el espíritu del mercado global, ha sido un modo de lavado de activos del tráfico de drogas, la apropiación y la protección territorial.
Muchas coincidencias hace explícitas el jefe paramilitar en la Política de Seguridad actual, con el modelo económico que soporta, que protege, con la flexibilización de los Territorios Colectivos a través de la ley de “desarrollo rural”, con las propuestas agroindustriales que fomenta, entre ellas la palma, el caucho, el banano.
Coincidencias profundas con la reingeniería paramilitar. Con las nuevas formas legales que le darán piso a operaciones armadas encubiertas o abiertas de “civiles” armados, con los mecanismos de repoblamiento sustentadas en una simulación de reconciliación. No hay restitución de la propiedad si no concesión para que las víctimas participen en los proyectos agroindustriales protegidas por las nuevas formas de seguridad social y militar paramilitar
Los anuncios de prosperidad en el campo de la política gubernamental coinciden con “la seguridad social en el campo que está funcionando muy bien” según el jefe paramilitar, el mismo que reconoció en otra entrevista a la Revista Semana, que el había llevado a los ricos a invertir en palma aceitera en el Urabá.
Las comprensiones de desarrollo social y ecológico coinciden con el modelo institucional que mercantiliza la biodiversidad, que la destruye sustituyéndola por monocultivos o siembra a gran escala. El discurso ecológico disfraza la destrucción ambiental y la de la vida humana.
Adjunto artículo: “las autodefensas queremos negociar con los gringos”
http://www.semana.com/wf_InfoArticulo.aspx?IdArt=97422
“Las autodefensas queremos negociar con los gringos”
Desde la clandestinidad, el jefe paramilitar Vicente Castaño le hace sorprendentes revelaciones a SEMANA.
Vicente Castaño se ha vuelto un dolor de cabeza para el gobierno. Desde hace casi dos meses, cuando el presidente Álvaro Uribe dio la orden de llevar a todos los jefes paramilitares al sitio de reclusión en La Ceja, Antioquia, Castaño decidió fugarse. Desde entonces, pública y privadamente, los más altos funcionarios del Estado le han exigido varias veces que se entregue.
A la Fuerza Pública se le dio la orden de buscarlo para llevarlo a un sitio de reclusión pero hasta ahora no ha podido localizarlo. El jefe paramilitar habló con SEMANA de las condiciones para entregarse, los vínculos de las autodefensas con los políticos y la ayuda que éstos les han prestado a los comandantes de las AUC. No menos explosiva resulta la revelación que hace sobre su voluntad, y la de otros paramilitares, de someterse a la justicia de Estados Unidos.
SEMANA: ¿Es cierto que ‘Jorge 40’ y otros jefes de las AUC están adelantando una negociación secreta con el gobierno de Estados Unidos para entregarse y someterse a la justicia de ese país?
VICENTE CASTAÑO: La mayoría de la cúpula de las AUC está tratando de negociar el sometimiento con las autoridades norteamericanas. Yo no creo que el señor ‘Jorge 40’ sea la excepción.
SEMANA: ¿Y usted se entregaría a las autoridades de Estados Unidos?
V.C.: Es la mejor opción si se hace por mediación del Estado, le hemos pedido al gobierno que nos abra esas puertas.
SEMANA: ¿Y en dónde queda el temor que ustedes le tienen a la extradición?
V.C.: A nadie le gustaría ser extraditado. Por eso la extradición es el meollo del asunto. Es un mojón en mitad de un camino obligado.
SEMANA: ¿Los políticos siguen apoyándolos en esta etapa de la negociación?
V.C.: Son muchos los políticos amigos del proceso de paz con las AUC, en especial los que sintieron el beneplácito de hacer proselitismo sin la amenaza de los fusiles ilegales.
SEMANA: ¿Qué políticos les están ayudando con el gobierno para salir del punto
muerto en el que se encuentra la negociación?
V.C.: En la entrega de ‘Jorge 40’ estuvo la muestra de que los políticos no nos van a dejar solos.
SEMANA: ¿Usted mandó a matar a su hermano Carlos Castaño?
V.C.: Yo no maté a Carlos, ni lo mandé a matar. Lo que sí sé es que muchos sabíamos que andaba lleno de enemigos y estaba en un inminente peligro.
SEMANA: Pero ‘Monoleche’, su lugarteniente y hombre de su confianza, confesó haberlo asesinado. ¿No es una estrategia suya para salvar su responsabilidad en el crimen?
V.C.: El señor Roldán (‘Monoleche’) que diga la verdad. Para qué tendría yo que negar un delito sabiendo que los de la cúpula no nos escapamos de la pena máxima. Un delito más, o uno menos, en la Ley de Justicia y Paz es igual. Si a esto le agregamos que los medios de comunicación ya me condenaron y la dignidad familiar me la destrozaron, que más podría yo perder. Lo que no haré jamás es hacerme responsable de lo que no hice.
SEMANA: Usted dijo que sólo se enteró de la muerte de su hermano cuando Jesús Ignacio Roldán, alias ‘Monoleche’, se declaró responsable del crimen. ¿Cómo es posible que usted, que es uno de los hombres más poderosos y mejor informados de las AUC, se enterara sólo en ese momento de lo que había hecho uno de sus hombres de confianza?
V.C.: En un par de oportunidades ‘Monoleche’ trató de hablarme del tema de Carlos, yo fui contundente en que no quería saber nada del tema. Yo había prometido no meterme en los problemas de Carlos.
SEMANA: Se ha dicho que lo que ocurrió con Carlos Castaño era un problema personal entre ‘Monoleche’ y él. ¿No cree que resulta poco creíble que a ‘Monoleche’ no le pasara nada después de matar nada más y nada menos que a su hermano?
V.C.: La mayoría de los comandantes nos habíamos comprometido a no involucrarnos en los problemas personales de Carlos.
SEMANA: ¿Por qué ‘Monoleche’ sí se entregó y usted no?
V.C.: Las entregas casi todas han sido por decisión personal. A excepción de los que fueron capturados, que no son poquitos.
SEMANA: ¿Qué estaba negociando Carlos Castaño con Estados Unidos?
V.C.: Su problema jurídico
.
SEMANA: ¿Por qué era inconveniente esa negociación?
V.C.: La negociación de Carlos con Estados Unidos era muy conveniente para todos nosotros. Él nos hubiera abierto el camino que tanto hemos deseado. Lo que no compartíamos con él era los métodos, que nos tocó respetárselos por lo que era.
SEMANA: ¿Cuánto llevaba Carlos Castaño en esa negociación con los estadounidenses?
V.C.: Desde cuando comenzó en los Pepes (Perseguidos por Pablo Escobar)
SEMANA: ¿Qué tan enterados de esas negociaciones de Carlos Castaño estaban usted y los otros jefes paramilitares?
V.C.: Carlos hablaba abiertamente de la relación con los gringos. Es más, él estuvo acompañado varios años de un respetado señor y siempre lo presentaba como un alto funcionario de la CIA. Nosotros nunca ocultamos nada, Carlos simplemente lo mostraba.
SEMANA: ¿Alguna vez algún funcionario le tocó el tema del asesinato de su hermano?
V.C.: Nunca hablamos del tema
SEMANA: Usted dijo que Carlos Castaño colaboró en varias acciones realizadas por organismos del Estado con autoridades norteamericanas, por ejemplo: la captura de Víctor Patiño y uno de los hermanos Rodríguez Orejuela. ¿Cómo fue la colaboración en la captura de Patiño? ¿A qué otros capos ayudó Carlos a entregar?
V.C.: A Chepe Santacruz, lo entregó estando en una reunión con él. De Víctor Patiño, entregó a las autoridades el teléfono de la persona que le coordinaba las reuniones. Facilitó a las autoridades el teléfono de quien se encargaba de recoger las personas para llevarlas a donde Gilberto
SEMANA: ¿Así como Carlos ayudó a entregar capos del narcotráfico a las autoridades de Estados Unidos también estaba ayudando para entregar a jefes de las AUC?.
V.C.: Sólo conocí el caso de Hernán Giraldo, el cual él ya lo había descartado.
SEMANA: ¿Qué piensa de la Ley de Justicia y Paz ?¿Considera que ahora sí es viable?
V.C.: La ley como el decreto son viables. Lo importante es quién la haga cumplir adecuadamente con permanencia en el tiempo
SEMANA: ¿Por qué no se ha entregado?
V.C.: Estas son mis dos exigencias previas a la reunión para acordar mi sometimiento. Primero, un acta actualizada o de cierre del proceso de negociación de paz entre el gobierno y las AUC donde se estipulen todos los acuerdos pactados. Y segundo, que el acta lleve la firma de la comisión de garantes para el cumplimiento de los acuerdos pactados.
SEMANA: La dilación en su entrega hace pensar que usted realmente no tiene voluntad de someterse a la Ley de Justicia y Paz…
V.C.: Me acojo cuando los acuerdos pactados en la negociación estén escritos en un acta firmada por el gobierno, la Iglesia, la OEA y la comisión de garantes para el cumplimiento de los acuerdos
.
SEMANA: Como está la ley, ¿la considera conveniente para usted y los otros jefes paramilitares?
V.C.: La ley sí es muy conveniente para nosotros. Quién le dé garantías en el futuro en su aplicación justa, es el interrogante
SEMANA: ¿Siente que usted es el único que está dando esta pelea?
V.C.: No estoy en una lucha solitaria, me siento más acompañado que nunca, me acompañan más de 30.000 desmovilizados, sus familias y muchos amigos; aunque la gente crea que estamos solos, no lo estamos. El Estado tarde o temprano tendrá que reconocernos los acuerdos de la negociación que ya son nuestros derechos.
SEMANA: ¿Cree que hay mejores alternativas que la Ley de Justicia y Paz?
V.C.: Una Constituyente sería la mejor salida, pero no es la única
SEMANA: ¿Qué salida puede haber para usted?
V.C.: El Estado tiene potestad para mi salida, si no la usa es porque no le interesa.
SEMANA: ¿Hay opción de que vuelva al monte? ¿Se va a enfrentar al Estado y a la justicia?
V.C.: Si reclamar mis derechos sin armas es enfrentar al Estado y a la justicia, ya estoy enfrentado.
SEMANA: ¿Hay otros comandantes que piensan como usted?
V.C.: Sí, existen muchos otros que piensan como yo, pero algunos a la hora de actuar cambian de parecer.
SEMANA: ¿Están todos los jefes paramilitares de acuerdo con seguir en el proceso a toda costa?
V.C.: El proceso ya terminó. Ahora lo que falta es que nos cumplan los acuerdos.
SEMANA: ¿Había acuerdos secretos con el gobierno sobre las condiciones de la desmovilización?
V.C.: Todo paso que se daba era acordado con el gobierno delante de la OEA y la Iglesia.
SEMANA: ¿La demora en su entrega se debe también a que usted necesita tiempo para ‘cuadrar’ sus negocios personales?
V.C.: No. Mi demora se debe a desacuerdos en el cumplimiento de algunos puntos de la agenda de negociación.
SEMANA: Desde cuando usted decidió no recluirse en La Ceja ha estado en comunicación con el gobierno. ¿Con quién?
V.C.: Siempre he mantenido comunicación con el gobierno, directamente con el doctor Luis Carlos Restrepo.
SEMANA: Hay quienes dicen que usted no se ha entregado también porque está en guerra con algunos comandantes de las AUC, como ‘Macaco’.
V.C.: No tengo guerra ni diferencias con ningún comandante y mi relación con ‘Macaco’ nunca se distanció, ahora está mejor que nunca
SEMANA: ¿Es verdad que hay una guerra entre los comandantes de las AUC?
V.C.: No tengo conocimiento de guerras entre ninguno de los comandantes. De pronto no falte el mosco en la leche.
SEMANA: ¿Qué tan profundas son las divisiones entre los comandantes de las AUC?
V.C.: No hay divisiones entre nosotros. Existen diferencias en criterios, unos se dejan humillar, otros defendemos nuestra dignidad.
SEMANA: A los jefes de las AUC les va a pasar lo mismo de los grandes carteles del narcotráfico y es que van a terminar haciendo grandes purgas internas en las que van a matar a aquellos más débiles y que consideren una amenaza. ¿Qué piensa de esto?
V.C.: Las pugnas que se generaron por el comienzo del proceso de paz son cosas del pasado.
SEMANA: La molestia de algunos jefes paramilitares con el gobierno se debe a que desde hace tres años el comisionado Restrepo, en unas grabaciones que reveló SEMANA, les prometió un serie de cosas que, según ustedes, nunca les ha cumplido y que el año pasado Sabas Pretelt volvió a prometerles. ¿Usted cree que el gobierno les puso ‘conejo’?
V.C.: La molestia no es de algunos sino de casi todos. Ha habido varias irregularidades en el orden de ejecución de algunos temas de agenda de negociación. Uno, nos mandaron poner presos antes de cerrar el proceso de negociación. Dos, nos mandaron poner presos antes de que los tribunales de justicia y paz abrieran sus puertas. Tres, nos mandaron poner presos antes de que el gobierno pasara a la Fiscalía la lista de posibles beneficiarios de la Ley de Justicia y Paz. Cuatro, nos mandaron poner presos antes de la firma del decreto reglamentario. Cinco, nos mandaron poner presos aun teniendo vigencia nuestros salvoconductos de miembros representantes. Seis, no se ha conformado la comisión de garantes para el cumplimiento de acuerdos pactados en el proceso de negociación. Siete, se violaron por segunda vez los acuerdos de las zonas de ubicación.
El gobierno no nos ha puesto conejo. El conejo se lo puso la Corte al proceso de paz. Horas antes del fallo de la Corte, todo estaba acordado, Sólo faltaba la reunión final para cerrar el proceso y todos ir a la cárcel sin necesidad de arresto; a una parte del Estado sólo le interesaban los fusiles. Ahora, sólo le interesa un castigo implacable a la cúpula de las AUC.
SEMANA: ¿Sigue creyendo en el proceso de paz?
V.C.: Creo ciegamente en el proceso de paz, desde cuando comenzó la seguridad democrática. Esta recoge casi todos nuestros planteamientos. Si esta funciona, el proceso de paz funciona.
SEMANA: ¿Cree que el proceso va a servir para algo y va a tener un final feliz?
V.C.: La seguridad democrática es la guía de la paz del país, recordando que hablar de seguridad democrática no es sólo el tema de seguridad contra la delincuencia, sino que en esta está incluida la seguridad social. Si no funciona en la parte de seguridad contra la delincuencia, el país se va a llenar de poderosos grupos de delincuencia organizada.
Las Fuerzas Armadas, para encubrir su incapacidad o su mala voluntad, ‘encompinchados’ con nuevos capos, buscaran a quién echarle la culpa de la continuidad de la violencia. Como los grandes capos del narcotráfico están casi extintos y el narcotráfico está en manos de cientos de capitos y lo que hace bulla es extraditar grandes capos, las autoridades tienen que inventarlos. Nosotros en las cárceles y con nuestro perfil seremos muy vulnerables para caer en este juego sucio de las autoridades y los politiqueros. Esto no es un presentimiento mío. Carlos y las autoridades le crecieron el perfil a gran capo del narcotráfico a Hernán Giraldo, cuando Carlos lo iba a entregar, tan rápido como un gato espabila. Si esto pasa con un pobre viejo campesino que no tiene donde caer muerto, qué se dijera de nosotros que ya nos tienen un bagaje bien grande acumulado. Aquí entraríamos a un círculo repetitivo de violencia de nunca acabar.
Nosotros hemos sido muy reiterativos con el gobierno en que si no se erradica el narcotráfico en su totalidad, no sólo fracasa el proceso de paz con las AUC, sino que no se consigue la paz del país. Nosotros le propusimos al gobierno erradicar la coca del país, que es el combustible del narcotráfico, como parte de la reparación, en cuatro años. Esto no sería el fin del narcotráfico, pero sí marcaría su fin en Colombia. La respuesta fue mandarnos capturar. La parte de seguridad social en el campo está funcionando muy bien, necesita continuidad, celeridad, expansión y convertirla en proyecto de Estado, no de gobierno. Es muy fácil conservar la paz donde no hay miseria.
SEMANA: ¿Usted estaría dispuesto a recluirse en La Ceja o, como lo hizo ‘Jorge 40’, pedirá un lugar distinto de reclusión?
V.C.: Donde el gobierno lo estime más conveniente para el proceso.
SEMANA: ¿Confía en el presidente Uribe?
V.C.: Confío plenamente en Uribe. Lo que pasa es que una golondrina sola no hace verano. Muchos creen que un Presidente puede hacer lo que quiera, pero no es así. Hasta a un dictador le queda difícil hacer las cosas solo. Con un agravante: que si se logran los objetivos propuestos, el resto del Estado, la comunidad internacional o un nuevo gobernante los pueden tirar al traste si lo desean o les viene a sus intereses. A esto agreguémosle la difícil tarea que tiene Uribe, impuesta por la comunidad internacional, de acabar las AUC, mostrando ante el mundo la cúpula castigada de una forma cruel. Además, mostrando el accionar de las AUC como un terror devastador. Por eso es que la Ley de Justicia y Paz está llena de ‘micos’ no a favor nuestro, sino en contra, para poder hundirnos hasta el más profundo cubículo de tortura que tengan los americanos o la Corte Penal Internacional.
En el otro campo sólo muestra los hechos atroces cometidos por las AUC y opacan los cientos de logros, escondiendo el verdadero objetivo de nuestra lucha.
Esto lo exige la comunidad internacional para evitar que el fenómeno de AUC se expanda por el mundo como una maleza, ya que muchos de los países subdesarrollados tienen los mismos problemas que Colombia y su origen es el mismo, la comunidad internacional.
No podemos olvidar que aunque el modelo de lucha de las AUC fue monstruoso al principio, al final no lo era tanto y los resultados fueron positivos demasiado rápido. Éramos un Estado dentro del propio Estado. Éramos las únicas fuerzas armadas de 100 municipios y las únicas rurales en más de 300. Teníamos presencia en más de dos terceras partes del territorio nacional. Los gobernantes en nuestras zonas eran elegidos y actuaban bajo nuestra dirección. Faltando por hablar de los proyectos sociales y ecológicos. Estábamos a punto de extirpar la última guerrilla marxista leninista que queda en el mundo. ¿No sería esto una vergüenza para la comunidad internacional, que unos humildes campesinos desvirtuaran su creación? Con esto se demuestra claramente que a la comunidad internacional sólo le interesa atajar la expansión por el mundo del modelo de lucha de cambio de las AUC, y no la paz del país. Castigar la cúpula sería un escarmiento para que no surjan nuevos líderes, el resto es relleno de pueblo que se mueve como una veleta. Esta no es la solución para evitar que nuestro modelo se expanda. La solución es expandir el modelo de seguridad democrática, el cual recoge casi todo nuestro pensamiento.
SEMANA: ¿Qué piensa de la decisión que tomó el presidente Álvaro Uribe cuando ordenó a la Policía buscarlos para recluirlos en La Ceja?
V.C.: Creo que fue un poco apresurada. El Comisionado tenía la suficiente capacidad para haber buscado una solución diferente al estancamiento de la aplicación de la Ley de Justicia y Paz que fue el origen de esa crisis. ¿Por qué no lo hizo? A dicho señor sólo le interesaban los fusiles
SEMANA: Entonces, ¿Qué cree que llevó al Presidente a tomar esa decisión?
V.C.: Puede ser la presión internacional, la presión de los enemigos de Uribe, la presión de los enemigos del gobierno, la presión de los enemigos de la paz, la presión de nuestros enemigos, el mal comportamiento de algunos desmovilizados, la incapacidad de la Fuerza Pública para contrarrestar los grupos de delincuencia organizada que están surgiendo en el país, la incapacidad del Estado de llenar el vacío en los territorios que nosotros le entregamos, etc., etc., etc.
SEMANA: Al fin, ¿Cuándo piensa entregarse?
V.C.: Eso está en manos del gobierno.