Que no se olvide, que no se repita
12 años después de la masacre de Mapiripán – Meta, operada desde la Brigada 17 y la Brigada 7 encubierta por estructuras paramilitares, las víctimas en Caravana volvieron al espacio que era vida y se convirtió en barbarie. Llegaron al lugar que hace más de una década fue testigo del dolor causado por el terror, por eso, ¡Mapiripán 12 años, que no se olvide, que no se repita¡ es parte de nuestra historia
Aproximadamente 450 personas de diferentes organizaciones nacionales e internacionales y víctimas de la violencia política en Colombia provenientes de Bogotá, Villavicencio y otras regiones llaneras, llegaron a Mapiripán el domingo 19 de julio de 2009 hacia las cuatro de la tarde después de seis horas de recorrido por el río Guaviare.
La Caravana de la Memoria por la vida y la paz salió de Bogotá a las 2:am en 6 buses el sábado 18 de julio uniéndose en Villavicencio con otros 2 buses quienes después de una rueda de prensa partieron a San José del Guaviare.
San José del Guaviare recibió la Caravana con actos culturales al ritmo de música llanera a la altura del Puente Nowen, nombre que en el dialecto Guayabero significa entrada a la eternidad.
Un grupo de niños y niñas danzaron al ritmo del arpa, los capachos y el cuatro, dando la bienvenida a la Caravana. Jóvenes vestidos de iguanas representaron la memoria de los más de un desparecidos y desparecidas en el marco de la masacre de Mapiripán entre el 16 y 20 de julio de 1997, lanzando claveles blancos al río Guaviare quien hace 12 años fue testigo de crímenes horrendos recibiendo en sus aguas cuerpos despedazados y sangre que se fue diluyendo en todo su caudal y hoy recibe flores que llevan el mensaje de memoria de sus vidas ante la impunidad que intenta desaparecer al desaparecido.
En medio del arte y la cultura se hizo un recorrido por las calles de San José del Guaviare, exponiendo las galerías de memoria y gritando consignas que intentaban con un grito recordarle, a la sociedad que atónita observaba, la responsabilidad del Estado Colombiano en la masacre de Mapiripán.
El punto de llegada fue el Coliseo en donde los integrantes de la Caravana pasaron la noche realizando actividades que tejían lazos de esperanza, mientras paralelamente integrantes de la inteligencia militar filmaban, fotografiaban e instigaban a personas de la Caravana a informar a cerca del itinerario a seguir. Doce años después y la represión continúa de múltiples maneras, esto se sabe y provoca miedos, no obstante, lo que pudieron haber fotografiado o filmado los lobos rapaces disfrazados de ovejas fue la firme decisión de un pueblo de romper el silencio que se ha instaurado a punta de sangre, dolor, mentiras y muerte.
Por una noche se recreó la memoria de muchas víctimas, adecuando el Coliseo de San José del Guaviare con fotos que traían al presente muchas vidas y proyectos. Los rostros presentes en pendones y en la memoria de sus familiares y amigos, contaban a niños la historia que nunca más debería repetirse en su país.
A través del arte se dio cuenta no solo de la cultura regional sino de las formas de represión que se han ejercido con violencia a la población.
Cientos de velas encendidas se alzaron hacia delante como símbolo de la esperanza que se tiene de que algún día haya verdad, justicia, reparación integral y nunca más se vuelvan a repetir crímenes como los acontecidos en la masacre de Mapiripán.
El domingo 19 de julio partió la Caravana rumbo a Mapiripán lugar donde hace doce años la muerte irrumpió en sus vidas de una forma nunca imaginada por sus habitantes. Del 15 al 19 de julio de 1997 con el apoyo y colaboración del Ejército Nacional llegaron paramilitares desde el departamento de Córdoba, al pequeño municipio de Mapiripán. Durante estos días se sembró el terror a través de las torturas y asesinatos de 49 personas y la desaparición de un desconocido número de habitantes.
Doce años después, irrumpió la solidaridad, en las vidas de los habitantes de Mapiripán a la muerte y el dolor, la vida y la esperanza:QUE NO SE OLVIDE¡, QUE NO SE REPITA¡, porque pese a que en el año 2005 la Corte Interamericana de Derechos Humanos condenó al Estado colombiano por la masacre de Mapiripán al comprobarse la responsabilidad en la comisión de los hechos, pareciera que muy pocos fueran los que recordaran y muchos habitantes jóvenes del mismo municipio desconocen lo sucedido.
La Caravana desembarcó bajo un ardiente sol en un pueblo en donde parecía haber más militares que personas civiles. Sus habitantes dentro de las casas discretamente observaban mientras organizaciones internacionales le recordaban al Ejército Nacional de Colombia la obligación de cumplimiento del Derecho Internacional Humanitario – DIH, en donde se indica la distancia de 400ms que deben tener de la población civil.
Aunque no hubo recibimiento por parte de la administración, se realizó el recorrido con las maletas y carpas acuesta hasta llegar al Coliseo del municipio. Pese al cansancio de las 450 personas se sacaron alientos para mostrarle a Mapiripán su solidaridad, para irrumpir con ilusión, con amor, con vida, con memoria.
En el Coliseo se dio inicio a la eucaristía presidida por el Obispo de Granada – Meta, Monseñor José Figueroa, donde se bendijo el monumento que quedaría en el Municipio, una mano empuñada y dos placas. En el marco de la Eucaristía, el Movimiento Hijas e Hijos por la Memoria y contra la Impunidad ofrendó flores hechas de papel por ellos mismos, las cuales fueron entregadas a dos mujeres de Mapiripán víctimas las cuales simbolizaban el florecimiento de la memoria ante el silencio que impera en crímenes de Estado.
La mano empuñada simboliza la esperanza activa y dos placas en mármol, una con un texto en memoria de las víctimas y otra completamente vacía que tiene como objetivo irse llenando a través de los años con los nombres de las víctimas, lo que indica un compromiso por la continuidad en la recuperación de la memoria, pero al mismo tiempo simboliza el desconocimiento que hay frente a la cantidad exacta y nombre de personas que fueron desaparecidas. Se espera con el tiempo que haya verdad y que como mínimo sus nombres se conozcan.
El recorrido finalizó en dos lugares que representan el horror y la muerte. Uno de ellos es el lugar donde funcionaba el matadero del pueblo en donde torturaron a personas, las descuartizaron y las arrojaron al río Guaviare, lugar por donde llegaron tropas paramilitares y la pista donde aterrizan las avionetas, lugar por donde también llegaron tropas paramilitares.
La jornada culminó en la noche con guitarra y flauta que evocaban la vida mientras alrededor del coliseo la inocencia de los niños corría, brincaba y reía en las rondas que animaba una persona de la Caravana. Ese día quedará en la memoria de los niños y las niñas y seguramente en sus padres que no se atrevieron a atender pero que mañana no sabemos si sus voz se pueda detener.
Bogotá, D,C, 27 de julio de 2009
Comisión Intereclesial de Justicia y Paz