Pronunciamiento Público ante señalamientos contra la Corporación Cactus, difundidos en el diario La República
La libertad de prensa y la libre opinión en un país como Colombia no pueden construirse a costa de calumnias y expresiones mal intencionadas sobre aquellos con quienes no se comparten análisis o puntos de vista respecto a dinámicas económicas, políticas o sociales relevantes. Un columnista de opinión serio debería estar mejor informado y fundamentado para ejercer responsablemente su función en un diario empresarial que como La República, da cabida a la difusión de posturas diversas.
El pasado 19 de febrero de 2015 bajo el título “Autofagia floricultora” y el 5 de marzo (“La justicia es para los de corbata”) se realizaron en ese diario una serie de acusaciones irresponsables y valoraciones tendenciosas sobre la Corporación Cactus, organización no gubernamental colombiana que desde 1995 investiga y trabaja sobre situaciones que afectan a las y los habitantes de la Sabana de Bogotá. La ligereza con la cual se señala nuestro quehacer en las columnas mencionadas, nos obliga a aclarar públicamente los sentidos de nuestro trabajo:
La construcción de vida digna es para nosotros un derecho de las comunidades que habitan el territorio de la Sabana de Bogotá. Las primeras problemáticas que inspiraron la acción de la corporación fueron las generadas por la producción y comercialización de flores cortadas para la exportación en nuestro país. Actualmente, con veinte años de existencia, Cactus sitúa estos asuntos en un contexto de comprensión y acción mucho más amplio, dando relevancia a la participación y organización social desde la perspectiva de los derechos humanos económicos, sociales, culturales y ambientales; de ahí nuestra participación en distintas redes, plataformas y expresiones de la sociedad organizada a nivel regional y nacional. La trayectoria de la corporación se hace evidente en investigaciones y publicaciones realizadas sobre la floricultura colombiana: informes anuales sobre el sector, veintinueve ediciones del Boletín y Revista Cactus, cartillas educativas en asuntos de salud y derechos laborales, entre otros; la serie Caminando la Sabana con cinco documentos, dos de los cuales se publicaron como Informes sobre el derecho a la alimentación en la Sabana de Bogotá en 2012 y 20141 (Ver: http://www.cactus.org.co/publicaciones.html ).
La columna cuestionada es un claro ejemplo de una de las actitudes más comunes en el sector floricultor: la aversión a la crítica. “Todo es susceptible de mejorarse” y mucho más cuando se trata de actividades que como ésta ha desatado cuestionamientos y propuestas diversas desde hace décadas. Pero cuánto cuesta reconocer lo que el viejo adagio reza: “cuando el río suena, piedras lleva”. No pueden equivocarse quienes desde diversos ámbitos han mostrado asuntos que no están bien en la floricultura colombiana: desde efectos negativos de la aplicación intensiva de plaguicidas en los suelos y la salud de trabajadoras y trabajadores, hasta las afectaciones psicosociales de las condiciones de trabajo, pasando también por el tema de la tributación de la actividad en los municipios, asunto este muy poco discutido públicamente hasta ahora. Cactus no es la única organización con críticas respecto a la floricultura colombiana. Este sector ha sido objeto de investigaciones y planteamientos provenientes de la academia (Pontificia Universidad Javeriana2, Universidad Militar Nueva Granada3, Universidad Nacional de Colombia4, Universidad Autónoma, Universidad de Antioquia, Universidad del Rosario5, entre otras), organizaciones de pobladores y trabajadores (ONOF, UNTRAFLORES, Sinaltrainal, Sintrainagro), ONGs como Censat Agua Viva y la Escuela Nacional Sindical6, e incluso investigadores financiados por el propio gremio7 y entidades de control (recuérdese el caso de la Procuraduría Delegada para Asuntos Ambientales y Agrarios hace ya unos años). Pero también el sector ha sido objeto de escándalos generados por sí mismo. Recordemos solamente el vínculo de empresarios floricultores con el desvío de subsidios del Banco Agrario (http://www.caracol.com.co/mobile/i/n2.aspx?id=1626274, http://www.elespectador.com/noticias/judicial/llaman-interrogatorio-responsables-de-subsidios-irregul-articulo-315411).
Los floricultores colombianos son sector diverso, complejo e importante; pero están llamados a cualificar mucho más su actividad y sobre todo, a considerar otra lógica en el proceso productivo que desarrollan. Lo hemos dicho desde hace años y de frente: las trabajadoras y los trabajadores merecen un trato más digno, los municipios merecen una mayor retribución por la presencia de la actividad y los floricultores pueden dignificar su labor siendo receptivos a la crítica, cambiando lo que hay que modificar y dejando de ver en los contradictores enemigos que hay que “destrozar”, incluso con el desprestigio generado por la pluma de terceros poco fundamentados y recién llegados a estos debates.
La Corporación Cactus “tiene como misión no declarada acabar con la floricultura en la Sabana de Bogotá”, dice ligeramente la primera columna mencionada. Ante ello decimos: NO. “Acabar con la floricultura” es postura de ingenuos y nosotros somos una organización madura. Lógicamente, llamamos a la búsqueda de equilibrio entre la producción de alimentos y la de flores, bien suntuario que vale la pena recordar, no se come. Cuestionamos el modelo agroexportador vigente porque reconstruyendo los efectos que deja, se comprueba que aún no existe real desarrollo social y sostenibilidad ambiental. Nos preocupan temas como usos del suelo, producción de alimentos y propiedad de la tierra en la Sabana, porque su complejidad actual no sólo involucra actividades agroindustriales como la producción de flores. Argumentos centrados en la defensa simplista de la “legalidad” de la propiedad privada no permiten ver la legitimidad ética de preocupaciones sociales y políticas ante transformaciones del territorio más fértil del país. Responder a demandas de negocios particulares relacionados con bienes suntuarios y con la “pavimentación” de la Sabana de Bogotá, en función del libre comercio y no de las necesidades de sus habitantes es asunto que está en el centro del debate. Nuestra “misión no declarada” señor Vélez (autor de las columnas), ha sido plantear a los floricultores colombianos lo que puede y debe transformarse en la actividad floricultora. Estas críticas, como se ha mencionado, no provienen sólo de nosotros: pobladores, trabajadores, sectores de la academia (incluidas prestantes universidades privadas ya que no gusta usted de la excelencia académica de las públicas), expertos independientes, organizaciones internacionales, etc., han realizado cuestionamientos y señalado propuestas de tiempo atrás. Tanto con el gremio representado en Asocolflores como con empresarios individualmente considerados hemos tenido interlocución directa en el pasado. No somos una organización desconocida, ni clandestina, ni ilegal. ¿Ser de izquierda es un delito?, ¡por supuesto que no! Pero señalamientos tendenciosos claramente sostenidos en prejuicios ideológicos que impiden leer de forma completa nuestros documentos, sí pueden convertirse en argumento para una acción lesiva y delictiva sobre organizaciones como la nuestra. Esperamos que este no sea el caso porque de lo contrario el autor de las columnas sería el primer implicado.
Nuestro trabajo, análisis y punto de vista merece tanto respeto como el de cualquier otro, incluido el del señor Luis Guillermo Vélez, aunque no lo compartamos. Le agradecemos a él la oportunidad que nos ha dado para documentar públicamente nuestro quehacer. Es lo mejor que se puede hacer para evitar continuar cargando las desgracias que evoca el sabio dicho popular: “la ignorancia es atrevida”. Ahora bien, a los floricultores colombianos les compete la tarea de superar su aversión al riesgo y a la crítica, además de buscar con mayor inteligencia sus aliados, porque columnas como estas son una pésima defensa del sector floricultor.
1 “Informe sobre la situación del derecho a la alimentación adecuada en la Sabana de Bogotá”, 2012. “Más cemento, menos alimento. II Informe sobre el derecho a la alimentación en la Sabana”, 2014. Sobre este último documento ha centrado sus críticas el señor Luis Guillermo Vélez, autor de las columnas de opinión aludidas.
2 Vargas, L., et. al. 2004. Disponible en: http://sparta.javeriana.edu.co/psicologia/publicaciones/actualizarrevista/archivos/V3N206discursos_circulantes.pdf, entre otras publicaciones.
3 Torres, Katerina. 2013. Disponible en: http://repository.unimilitar.edu.co:8080/handle/10654/11327
4 Centro de Estudios Sociales, CES. 1995. Montañez, 1992.
5 Para no hacer demasiado extensa esta parte omitimos el listado de las investigaciones específicas realizadas por las últimas universidades. Pueden ubicarse a través del repositorio institucional de cada una.
6 “Las raíces de las flores. Las deudas y los impactos de la floricultura en Colombia”. Censat Agua Viva. Disponible en: http://www.noetmengiselmon.org/IMG/pdf/Documento_5_Flores_en_colombia.pdf, “El lado oscuro en las prácticas de responsabilidad social corporativa del sector floricultor” (2006). Escuela Nacional Sindical. Disponible en: http://www.ens.org.co/aa/img_upload/45bdec76fa6b8848acf029430d10bb5a/Artic_05_floricultoroscuro.pdf. Barriga, M. (2006). El polen se va y no vuelve: La deuda ecológica de la floricultura colombiana. Censat Agua Viva, 15.
7 Varona, M., et al. 2005. http://www.scielo.org.co/pdf/bio/v25n3/v25n3a13.pdf
Corporación Cactus, marzo 13 de 2015