Proclama por los líderes sociales
Es lamentable que aquí, si alguien pide cadena perpetua para los violadores de niños, queda etiquetado como de extrema derecha. Si una mujer protesta por la violación, el acoso o el asesinato de mujeres, queda catalogada como feminista fanática. Y si alguien se levanta contra el asesinato de líderes sociales, entonces es visto como mamerto, izquierdista, comunista o guerrillero de última generación.
No podemos seguir tiñendo estos abusos y asesinatos con un color político que justifique esa violencia o que intente volverla invisible. Entiéndase: quienes protestamos por el asesinato sistemático de líderes sociales, mujeres y hombres, en todo el territorio nacional, también nos indignamos por el abuso sexual a los niños, por el asesinato y acoso a las mujeres, por las muertes violentas de taxistas, policías, excombatientes o soldados. Estamos contra lo inhumano y esa bandera no tiene color político.
Estamos en contra de la muerte, en contra de la violencia. Hoy queremos protestar por un tipo de violencia específica, la de las amenazas y asesinatos de líderes sociales en todo el país, porque nos damos cuenta de que estos crímenes son particularmente graves, sintomáticos de una enfermedad muy arraigada en Colombia: la de querer descabezar, desanimar, eliminar, asustar, exterminar, a cualquiera que quiera levantar cabeza, a cualquiera que quiera denunciar una injusticia o proponer una reforma, una solución, una reivindicación popular necesaria y justa.
Después de la firma del Acuerdo de Paz, pensábamos que ya la protesta social no iba a ser estigmatizada como una manifestación de apoyo o alianza con las guerrillas. Creíamos que al fin tendríamos derecho a liderar procesos pacíficos, no violentos, pero con reivindicaciones sociales justas, importantes, necesarias. Esa es la esencia de un líder social. Son mujeres y hombres que saben hablar, que saben actuar, que se atreven a levantar la voz, a debatir con el rostro descubierto, a argumentar y a reunir amigos y aliados para proponer una reforma justa, para pedir o exigir el respeto de un compromiso firmado, para recuperar tierras, sustituir cultivos, para proteger territorios del abuso de cierto tipo de minería arrogante e insostenible. Y cuando se mata a una líder social, cuando se asesina a alguien que ha tenido el valor de manifestarse, protestar y exigir algo justo, lo que se pretende no es solo asesinar y silenciar a esa persona, sino también asustar, silenciar y paralizar a todas las demás. Advertirles que no pueden hablar, que no pueden exigir, que no pueden manifestarse, protestar, pedir que se cumpla un compromiso o se respete un pacto. Matar a estos líderes es sembrar miedo, arrinconar, desanimar, pero también, después, cosechar rabia, rencor, resentimiento, sensación de que en este país nada se puede resolver por las buenas, a través de los movimientos o las protestas pacíficas, sino que todo se tiene que hacer con los métodos bárbaros de quienes están matando a los líderes sociales.
Los que nos reunimos hoy aquí estamos contra todo asesinato y contra toda violencia. Contra la violación de niños y mujeres. Contra los nuevos secuestros. Contra todos los abusos. Hoy subrayamos la necesidad de proteger, de abrazar, de rodear como un escudo humano a todos aquellos que en las regiones más remotas y abandonadas del país luchan por un presente y un futuro mejor. Incluso si algún líder social, excepcionalmente, se equivoca y lucha por algo que está mal, o utiliza métodos discutibles o ilegales, tampoco lo pueden matar, sencillamente porque los que se equivocan no dejan de ser seres humanos.
No estamos señalando culpables, no estamos pidiendo pena de muerte o cadena perpetua para los sicarios o para los que organizan grupos paramilitares o narcoparamilitares, o Bacrim, o Águilas Negras, o como los quieran bautizar. Más que señalar a los asesinos, a quienes despreciamos, estamos mostrando a las víctimas, a las que queremos y respetamos, mostrando el dolor de sus hijos, mostrando el miedo de los amenazados, y diciendo que el gobierno es responsable porque su deber es proteger y defender la vida de todos los ciudadanos y con mayor razón la vida de sus líderes. Y, por eso, el gobierno debe asumir la responsabilidad y hacer el compromiso serio, rotundo, absoluto y urgente de protegerlos a todos. Porque al matar a una líder, nos matan también a nosotros; porque al matar a otro líder, están matando la esperanza de un país en paz y mejor. ¡Despertemos! Gritamos con una sola voz: ¡No más, nunca más!
Defendamos La Paz.
Imagen: Semana Rural.