Proceso “Apenas comienza”
El máximo líder de la fuerza insurgente de las Farc, Timoleón Jiménez, declaró que, con independencia del avance de las conversaciones de paz con el gobierno colombiano, la verdadera discusión de los temas de la agenda apenas comienza, al calor de la masiva participación ciudadana.
En entrevista concedida al director del semanario Voz, Carlos Lozano, el jefe guerrillero destacó la importancia del Foro sobre desarrollo integral, realizado en noviembre último en esta capital, y su repercusión en el proceso que transcurre en La Habana, Cuba, al abrir las puertas a la participación de la población colombiana.
También han llegado a la Mesa, por otros conductos, innumerables propuestas sobre la materia. Se ha empezado a hablar, en la Mesa, con distintos sectores vinculados con el problema de la tierra, lo cual reviste, a su juicio, una gran importancia e, indica que las cosas marchan bien.
Sobre todo, añadió, esa oleada de voces coinciden en un auténtico clamor por cambios estructurales y en adelante debe crecer como una bola de nieve que rueda nevada abajo, vaticinó.
El pueblo colombiano no necesita permisos del gobierno para pronunciarse y movilizarse, detacó tras añadir que “en gran medida, esa es la paz que buscamos, la de la participación decisoria de la nación en las grandes definiciones que atañen a su futuro. Eso ya no se puede seguir prohibiendo en Colombia“.
Con respecto a la posición pública y enfática del Gobierno, en el sentido de no admitir debates sobre modelos de desarrollo en ninguno de sus aspectos, Jiménez apuntó que es la posición de una de las partes que se sienta con otra a buscar la solución política al conflicto.
“Por eso creemos que esa posición está sujeta a cambios en el curso de las conversaciones. Para eso es una mesa de diálogo”, comentó.
“Nosotros podríamos partir de exigir el poder, la extinción total de la gran propiedad rural, que sigue siendo parte de nuestras metas, pero sabemos que de ese modo no llegaríamos a ningún lado“, agregó.
El Gobierno, opinó, debe tener compromisos políticos y pactos de lealtad con intereses muy poderosos en el campo. Sin embargo, estos no pueden constituir la guía exclusiva para su conducta. La dinámica política, aseveró, puede conducir a la prevalencia de otros intereses.
Somos optimistas al respecto, sostuvo. No cabe duda de que las movilizaciones sociales que seguramente se producirán este año tendrán grandes repercusiones en todo esto, abundó.
A una pregunta sobre el “tiempo razonable” para las Farc ante un proceso complejo y difícil, teniendo en cuenta que el Gobierno ha fijado un plazo hasta noviembre del presente año, el líder guerrillero respondió que lo razonable es no comprometer plazos, aunque voces interesadas interpreten esto como la eternización de unos diálogos inocuos.
En mayo cumpliremos 49 años de confrontación armada, que se prolongarán quizás cuántos más si no se logra un acuerdo de reconciliación. Frente a esto, se preguntó, ¿qué sentido tiene armar un escándalo por unos meses más o un par de años más de diálogos, cuando de lo que se trata es de consolidar la terminación del conflicto y la paz en nuestro país?
Argumentó que, tras uno o más lustros de guerra, siempre se volvería a una Mesa de diálogo, así que es mejor, sin afanes, ahorrarle toda esa sangre a Colombia.
Sobre el tema del doble discurso atribuido al presidente Juan Manuel Santos en relación con el proceso de paz, Jiménez afirmó que, en su opinión, es más bien el reflejo político de los distintos intereses económicos que bullen en las alturas.
“El actual gobierno es heredero de la seguridad democrática, un practicante devoto del credo neoliberal, desempeña a cabalidad su papel de agente del imperio en el sur del continente, confía ciegamente en la Espada de Honor, su plan militar de exterminio”, ejemplificó.
Su apuesta a la paz por las vías del diálogo, estimó, “pone de manifiesto la fuerza que en el interior de su coalición toman determinadas conveniencias de momento, pese a la tozudez de algunos contradictores internos”.
Desde su punto de vista lo que está claro, es que la idea de paz del Gobierno no coincide con la de las grandes mayorías desfavorecidas, y ese es el verdadero debate, destacó.
Al evaluar la Mesa instalada en Cuba, la definió como “una conquista del pueblo colombiano, una ventana a la verdad, una puerta que se le abre a la muralla de la intolerancia y la violencia, para luchar por grandes transformaciones en el país”. Su legitimidad y peso real radica en el protagonismo que el movimiento popular y social de Colombia asuma por la conquista de una nueva patria, arguyó.
En esa lógica, las políticas neoliberales de Santos sólo podrían fortalecer la importancia de la Mesa de La Habana como instrumento de lucha para combatirlas, manifestó.
En cuanto a la posición de las Farc de mantenerse en la mesa hasta concretarse los acuerdos por la finalización del conflicto y en pro de una paz estable y duradera, su afirmación fue rotunda: Eso está fuera de toda duda, dijo.
También lo fue ante la pregunta sobre si los procesos de paz de las guerrillas deben ser útiles para estimular la unidad popular dentro de una nueva realidad democrática y social que le dé al pueblo colombiano la opción de poder.
“No solamente es posible, subrayó, sino absolutamente necesario y urgente”.
Prensa Latina