¿Prensa libre?
Sin un periodismo libre de mordazas, las democracias se debilitan. La censura de cualquier tipo acaba con la información, con el criterio de las personas, con la ciudadanía libre de expresarse en contra de un poder determinado. Hoy, Día Mundial de la Libertad de Prensa, los medios de este país no podemos dar un parte de tranquilidad y celebrar que podemos informar libremente lo que el país merece saber.
La noticia del atentado frustrado contra el colega Ricardo Calderón, jefe de investigaciones de la revista Semana, nos llena de preocupación. Se trata de un periodista valiente, que ha descubierto multitud de entuertos, entre ellos, muy primordialmente, el de las interceptaciones ilegales que el DAS hacía a los malquerientes del gobierno pasado.
Más recientemente había hecho informes sobre las irregularidades en el centro de reclusión de Tolemaida, donde militares condenados por graves violaciones a los derechos humanos han venido gozado de unos privilegios desbordantes que constituyen una burla a la justicia de este país. Y así, haciendo su trabajo periodístico, el festivo pasado, cuando iba hasta Girardot e Ibagué para avanzar en sus pesquisas periodísticas, su carro fue interceptado y baleado en medio de la carretera. Se salvó porque saltó al borde de ella, mientras dos sicarios le disparaban al vehículo, dejando cinco impactos de bala. Infame.
Es obvio que, como dice Alejandro Santos, director de Semana, no han sido dos personajes sueltos que fueron a dispararle. Se trata de una red criminal mucho más compleja: no se necesita ser muy perspicaz para darse cuenta de que esos dos hombres sabían quién era (porque primero lo llamaron por su nombre), sabían qué hacía, a dónde se dirigía y cuáles eran sus intenciones viajando al Tolima. Y preocupa, sobre todo, porque se trata de un hombre que, a juicio del director, trabaja en temas de “denuncias del Ejército”. ¿Quién, entonces, está detrás de esto?
Ya el presidente Santos designó al director de la Policía Nacional para que se hiciera cargo personalmente de la investigación que permita dar con los responsables. El ministro de Defensa, Juan Carlos Pinzón, dijo a Blu Radio en palabras sencillas lo que está en la mente de todos: “Si hay miembros de la Fuerza Pública implicados, será doloroso, pero tendrán que pagar con todo el peso de la ley”. Y es que hacia allá apunta todo esto, y por eso resulta imprescindible que se establezca a la mayor brevedad y con claridad meridiana la responsabilidad que hayan podido tener miembros de las fuerzas del Estado en este hecho tenebroso.
Los medios no podemos estar obligados a repetir lo que “debe” ser dicho. Si las verdades que exponemos molestan a algunos, hay escenarios democráticos y razonados para controvertirlas. Increíble que aún estemos rodeados de temor. Increíble que aún no podamos denunciar sin miedo a los poderes constituidos (o desviados o ilegales) de esta sociedad.
De acuerdo con la Fundación para la Libertad de Prensa, en lo corrido del año se han presentado 50 violaciones expresas a periodistas que quieren hacer una labor digna y transparente: 25 amenazas, dos exilios, dos heridos en un cubrimiento, 20 obstrucciones al trabajo periodístico y un caso de trato inhumano o degradante. Para contarlo ya no en cifras, sino en realidades, damos dos ejemplos: el mes de enero recibió a la subeditora judicial de El Tiempo, Jineth Bedoya (ya ultrajada en el pasado), con una amenaza para que dejara de publicar sus denuncias; el periódico Al Día de Montería recibió un panfleto firmado por Los Urabeños para que dos de sus periodistas abandonaran la ciudad. Y de amenaza en atentado fallido, así, 50 violaciones en apenas cinco meses que lleva el año.
El atentado contra Ricardo Calderón es la última noticia. Una pésima noticia. No hay nada para celebrar.
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