¿Por qué se perdieron 450 mil empleos? Despierten: estamos en recesión

La recuperación económica está condicionada a la intervención del Estado.

Al final del año en esta columna y en una entrevista al diario Portafolio anuncié que la economía estaba en recesión. Así lo ha venido a corroborar la información aterradora revelada posteriormente.


En noviembre se perdieron 450 mil empleos con respecto al mismo mes del año anterior. Luego de haber descendido sistemáticamente durante el año, la producción industrial bajó 7,5% en octubre y 13,5% en noviembre, la mayoría de los sectores registraron índices negativos y los indicadores avanzados permiten esperar que en diciembre ocurrió lo mismo.

La construcción y el sector externo que experimentaron el mayor dinamismo se desplomaron; en noviembre las licencias de construcción cayeron más de 30% y las exportaciones no tradicionales en toneladas, otro tanto. En síntesis, la economía crecerá 1,5% en el último trimestre y, como lo anotamos en forma reiterada, cerca de 3% en el promedio del año.

Curiosamente, luego de todos los altibajos, a estas alturas el Gobierno y sus centros de estudios cercanos no han avanzado en un diagnóstico sobre las causas de las crisis y ni siquiera tienen claridad sobre su dimensión.

En varias oportunidades negaron que la economía estuviera en recesión y todavía sostienen que crecerá 4%. La discrepancia entre la meta y la realidad no ha llevado a reformular las teorías y las convicciones sino a cambiar las metas y revisar las cifras presupuestales.

Cosechas lo que siembras. Las proyecciones se realizan con base en las teorías clásicas y neoclásicas dentro del consenso macroeconómico gestado en la Universidad de Chicago, y giran en torno a la presunción de que el mercado se autorregula o lo regula el Banco Central con medidas de tasas de interés y liquidez.

A la luz de esta visión estrecha, no era posible entender y, mucho menos, anticipar que la caída del crecimiento en el primer trimestre de 2008 se ampliara y se extendiera en forma dominó a todos los sectores.

El desconcierto es total. El lunes pasado el Ministro de Hacienda anunció que los ingresos tributarios disminuirán por la caída de la actividad productiva, que los gastos se recortarán y que el déficit fiscal se aumentará a 2,8% del PIB.

El día siguiente, luego de que el DANE testificara la recesión profunda, la directora de Planeación proclamó que el Gobierno tenía un plan de choque de $55 billones para reactivar la economía. Lo que no dejó claro es que ese plan está en el presupuesto aprobado en el Congreso para 2009 y tan sólo significa un aumento de 14% en términos reales. Si se tiene en cuenta que la participación de la infraestructura en el producto nacional es menos de 5%, por simple aritmética el plan no contribuye a aumentar el producto nacional ni en un punto porcentual.

Curiosamente, el presupuesto que se presentó en el conversatorio de El Espectador del año pasado y al Congreso como un medio contraccionista, ahora aparece como la fórmula mágica de reactivación.

El interrogante no puede ser más pertinente. La economía y los centros influyentes de opinión están a cargo de profesionales que causaron la crisis y no la advirtieron, más aún, algunos de ellos contribuyeron al colapso de 1999, como el actual gerente del Banco de la República.

¿Hasta dónde personalidades que precipitaron la recesión y no la entienden, están en condiciones de superarla con las mismas teorías fallidas?

El acelerado deterioro de la actividad productiva registrada en el año 2008 se incrementará por la naturaleza autodestructiva del proceso que tiende a profundizarse y extenderse. Aún más preocupante, se exacerbará por la transmisión de la debacle bancaria y por el resquebrajamiento del sector externo ocasionado por la contracción de las exportaciones a Estados Unidos y Venezuela, la caída de los precios de las materias primas y la devaluación.

Así las cosas, en el presente año la economía crecerá menos de 1% y el desempleo llegará a 13%.

Luego de haber fallado reiteradamente y mantenido en pie con burbujas, el fundamentalismo de mercado hizo aguas. El mercado no se autorregula, la competencia y el lucro individual lesionan el interés público, el libre comercio coloca los salarios por debajo de la productividad y la valorización de activos y la especulación constituyen las principales fuentes de crecimiento.

La recuperación sostenida de la economía esta condicionada a una abierta intervención del Estado a todos los niveles. A la expansión fiscal financiada por emisión que se ve limitada por factores físicos, institucionales y jurídicos, habría que agregar la intervención concertada en el mercado cambiario, la participación en los patrimonios bancarios e incluso la nacionalización de las instituciones, la orientación del crédito hacia las actividades clave, la política y la protección industrial y el manejo del salario mínimo.
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