¿Por qué Occidente quería derrocar y asesinar a Gaddafi? El león del desierto

El coronel Gaddafi nació en una tienda tribal beduina un 3 de septiembre en 1942. Se graduó de abogado a los 21 años de edad. Luego estudio en la Real Academia Militar de Sandhurst, Inglaterra, y en la Academia Militar Helénica de Grecia. En 1969, a los 27 años de edad, derrocó al rey Idris, un tirano impuesto por Inglaterra y Francia


( Este articulo contiene análisis realizado en la JORNADA – MEXICO el 7 de marzo 2011, y Alejandro Teitelbaum- especial para ARGENPRESS.info. Miércoles 6 de julio del 2011)

Declaró querer ser “el Che Guevara del oriente medio”.
Al año siguiente ordenó la expulsión de las bases militares extranjeras de territorio libio. Estableció el llamado “socialismo islámico” por medio del cual se buscaba una democracia directa: el gobierno de las masas a través de consejos populares y comunas. Se creó así la Gran Yamahiriya Árabe Libia Popular Socialista.
La Yamahiriya: estado de las masas, es un híbrido de Islam, socialismo y democracia directa, ideología que proclama en su Libro Verde. Se estableció un Congreso General del Pueblo, con Gaddafi como su Secretario General. Nacionalizó las empresas petroleras y expulsó a los funcionarios norteamericanos, británicos e italianos que habían dominado y vejado al país durante décadas.
Libia era la sede de la base militar aérea más grande de los Estados Unidos en el norte de África: Wheelus Air Base. El pentágono mantenía una base para el lanzamiento de misiles a sólo 25 kilómetros de Tripoli. Nunca se lo perdonaron. Fue inmediatamente catalogado como enemigo de los Estados Unidos. Libia fue señalado como un estado paria por defender su derecho a la autodeterminación y la autonomía.

Las cosas empeoraron aun más por el papel protagónico de Gaddafi en el embargo petrolero de 1973 contra los Estados Unidos y por su cooperación con la Unión Soviética. Fue un ferviente seguidor del destacado dirigente egipcio Gamal Abdel Nasser, especialmente en su lucha por la unión de los pueblos árabes en una gran Nación Árabe.
Defendió la nacionalización del Canal de Suez por parte de Egipto. Firmó con Nasser la llamada Carta de Trípoli, donde se concretan acuerdos de cooperación militar, estratégica y económica entre Egipto y Libia..
“Como se recordara, En julio de 1956 el presidente de Egipto Gamal Abdel Nasser nacionalizó el canal de Suez. En octubre del mismo año Gran Bretaña (Gobierno conservador de Anthony Eden) Francia (Gobierno socialista de Guy Mollet) e Israel (Gobierno de Ben Gurion) agredieron militarmente a Egipto con el propósito de apoderarse del Canal de Suez pero, sin el apoyo de Estados Unidos, fallaron en el intento”.

Con la muerte por envenenamiento de Nasser en 1970, Gaddafi tomó el liderazgo del pan-arabismo.Dos años después se anuncia la creación de la Federación de Repúblicas Árabes, integrada entonces por Siria, Egipto, Irak y Libia. Fue también uno de los más destacados líderes de la Organización de Países No-Alineados. Gaddafi ha apoyado sin vacilación la causa Palestina durante décadas.
En 1972 anunció que Libia apoyaría, entrenaría y financiaría a cualquier árabe dispuesto a defender la causa Palestina. Fue inmediatamente catalogado como “terrorista”.

A partir de entonces llovieron acusaciones sobre su participación o apoyo en numerosos atentados terroristas en Roma, Viena, Berlín, Chad, Filipinas, Egipto. Se le acusó de ser el principal punto de apoyo de uno de los terroristas más connotados de la época: el venezolano Carlos Illich Ramírez, “El Chacal”. Carlos fue capturado en 1994 y cumple desde entonces una condena a cadena perpetua en la prisión La Santé de Paris.

Como es costumbre contra cualquier jefe de estado que se rebele contra el orden internacional impuesto a los países en desarrollo después de la segunda guerra mundial, se le acusó de participación en el narcotráfico, de fomentar el terrorismo, de desarrollar armas de destrucción masiva, de apoyar a las FARC en Colombia, al IRA (Ejército Republicano Irlandés), a la ETA en España, a Hizbolla en Líbano, a Hamas y otros “terroristas” palestinos.

El presidente de los Estados Unidos, Ronald Reagan, se refería a él como “el perro rabioso del desierto”. El gobierno norteamericano trató varias veces de derrocarlo. En agosto de 1981 la revista Newsweek dio a conocer un plan presentado por el director de la CIA al gobierno norteamericano para asesinar a Gaddafi. Días después dos aviones de guerra norteamericanos atacaron dos aviones Sukhoi libios en espacio aéreo libio. Los aviones norteamericanos habían despegado del portaviones John Kennedy, estacionado frente a las costas libias de mar mediterráneo.

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En 1986 Ronald Reagan ordenó el bombardeo de las principales bases militares y edificios gubernamentales en las ciudades de Trípoli y Benghazi, en un intento por asesinar a Gaddafi e incitar la sublevación popular. Los aviones despegaron desde bases norteamericanas en Inglaterra. En el bombardeo murió una de sus hijas menores, Jana, y docenas de oficiales de su entorno más cercano. El crimen quedó impune. Libia fue rápidamente convertida en un estado paria. Durante los siguientes 10 años el coronel Gaddafi se convirtió en el Osama Bin Laden de la época. Libia fue cercada. Se le impuso un embargo comercial para forzar el derrocamiento de Gaddafi, similar al que ha padecido Cuba por más de 50 años.

Fue acusado de ordenar la colocación de una bomba en un avión comercial Boeing 747 de la principal línea aérea de los Estados Unidos para entonces: Pan American. El avión explotó en el aire en diciembre de 1988 sobre la población de Lockerbie, Escocia. Murieron 259 personas que viajaban en el avión y 11 ciudadanos de Lockerbie. Luego de un largo proceso de negociación, en 1999 Gaddafi entregó a la justicia escocesa a los dos ciudadanos libios acusados de haber colocado los explosivos.

En 1997 Nelson Mandela tuvo la valentía de visitar a Gaddafi en Trípoli, para denunciar la injusticia que se cometía contra ese pueblo por su rebeldía y su intento de decidir su propio destino. Mandela sabía por experiencia propia lo que era ser acusado de crímenes sin que existieran pruebas sobre ellos y sin derecho a la defensa.
Había sido liberado de la cárcel 7 años antes, después de 27 años de prisión por su rebeldía ante el régimen discriminatorio de la población negra de Sur África por parte de una minoría blanca de origen europeo. Visitó a Gaddafi siendo el primer presidente de raza negra y el primer presidente electo democráticamente en Sur África. Su visita fue seguida por la del secretario general de Naciones Unidas, Kofi Annan, de origen Africano. Libia aceptó cancelar 2.700 millones de dólares en compensación a familiares de víctimas de atentados terroristas de los que se acusaba a ciudadanos libios, aunque sin reconocer culpabilidad de la nación Libia. Se levantaron las sanciones internacionales que pesaban sobre el país.

En el 2008 el presidente Bush deja sin efecto las sanciones unilaterales que había impuesto Estados Unidos contra Libia, retirándola de la lista de “estados que apoyan el terrorismo”. Las transnacionales petroleras se abalanzaron sobre Libia en busca del control de los gigantescos yacimientos de su codiciado petróleo liviano. Lo mismo hicieron los perros de la guerra, ofreciendo armas, desde sofisticados aviones de combate hasta fusiles, ametralladoras y municiones.

Muchos se jactaron de haber finalmente obligado a Gaddafi a ceder en sus posiciones radicales. Ese mismo año Gaddafi recibió la visita de Condoleezza Rice, secretaria de Estado del gobierno norteamericano. Luego desfilaron por Trípoli los jefes de estado de los países que se proclaman dueños del planeta: el primer ministro británico, Tony Blair, seguido por su remplazo Gordon Bown, el presidente de Francia, Sarkozy, el presidente de Rusia, Vladimir Putin. El rey Juan Carlos de España, y Rodríguez Zapatero se humillaron ante él en el 2009 para venderle 3.500 millones de euros en armas.
Gaddafi se convirtió en una especie de vedette política en círculos internacionales. Fue invitado a participar por primera vez en la Asamblea General de las Naciones Unidas, donde fue recibido por el presidente Barak Obama. Fue invitado a visitar Francia, Italia y España, siempre recibido como el “Rey de Reyes” y “el León del Sahara”.

En el 2009 fue electo Secretario General de la Unión Africana. Allí proclamó su determinación a seguir luchando por el establecimiento de la integración de los países africanos y la conformación de los Estados Unidos de África. Su discurso en este foro dejaba en evidencia que sus concepciones radicales y socialistas se mantenían intactas. Los analistas internacionales de las principales empresas de comunicación concluyeron sin embargo que se trataba solo de “retórica populista”. En su discurso en la Asamblea General de las Naciones Unidas en el 2009, Gaddafi dejó claramente definida su posición. Acusó a Israel del asesinato de John Kennedy; abogó por la solución del conflicto Israelí-Palestino a través de un estado único. Se refirió al Consejo de Seguridad como “el Consejo del Terror”; criticó la validez de la Asamblea General de la ONU por permitir que sus decisiones sean ignoradas por los países más poderosos y rompió la Carta de las Naciones Unidas en el podio de los oradores.

En marzo del 2010 uno de sus ocho hijos, Hanibal, fue detenido en Suiza acusado de maltrato a dos empleadas domésticas. Gaddafi suspendió la venta de petróleo y adoptó represalias económicas y comerciales adicionales contra Suiza, llamó a la guerra santa contra ese país y declaró que anhelaba que fuera “barrido del mapa”.
La Unión Europea no se apresuró a denunciar semejante amenaza, asumiendo una posición diametralmente opuesta a la tomada contra Irán por presumiblemente aspirar lo mismo sobre el estado de Israel. Por el contrario, la UE se disculpó públicamente por haber prohibido a unos ciudadanos libios la entrada a Europa a raíz del conflicto entre Suiza y Libia. El comportamiento de Gaddafi ha sido frecuentemente considerado excéntrico. Cuando visitó la ciudad de Nueva York para participar en la Asamblea General de las Naciones Unidas solicitó autorización para colocar su gigantesca carpa beduina en un parque. Así se hizo. Armó su carpa en los jardines de la mansión del millonario Donald Trump. Allí conducía sus negocios y recibía visitas. Llevó además camellos, para tomar leche fresca al levantarse. Como es su costumbre, viajó acompañado de docenas de jóvenes mujeres guardaespaldas, quienes no sólo lo protegen, sino que se encargan de su cuidado y su alimentación: nunca falta ni el queso de cabra ni los dátiles.

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En una reunión cumbre de la Liga Árabe, Gaddafi se puso un guante blanco en su mano derecha. Explicó que trataba de evitar infecciones al estrechar la mano de otros jefes de estado que pudieran haber tenido contacto con funcionarios israelíes. Algo similar ocurrió cuando visitó Paris, por invitación de Nicolás Sarkozy. Fue recibido como un rey. La visita concluyó con negociaciones para la venta de armas de guerra y la inversión de empresas francesas en el negocio petrolero libio.

Cuando viajó a Roma, como invitado de honor de Silvio Berlusconi, colocó su carpa en un parque en el centro de la ciudad. No llevó los camellos, sino 200 mujeres guardaespaldas que conforman varios anillos de seguridad, armadas con Kalashnikovs. Las mujeres que custodian a Gaddafi son expertas en artes marciales, en el uso de armas de fuego y de armas blancas, en pilotear aviones, helicópteros y barcazas; son entrenadas como francotiradoras, en el manejo de explosivos y en actividades de espionaje. Berlusconi lo honró con una cena de lujo para 800 personas, apropiada para un Rey.

A pesar de las atenciones y los halagos de Berlusconi, Gaddafi fue particularmente severo con sus anfitriones italianos. Fueron demasiados los crímenes y vejaciones cometidos por Italia durante su ocupación y colonización de Libia desde 1911 hasta 1943.
Cuando Berlusconi menos se lo esperaba, Gaddafi se despojó de su ropaje beduino y se vistió de militar. Junto a sus condecoraciones castrenses, se colgó del pecho una fotografía en blanco y negro de 1931. En la fotografía se encuentra, humillado y encadenado, el héroe libio Omar Al-Mukhtar, rodeado de sus captores italianos. Al-Mukhtar liderizó durante veinte años la lucha de los beduinos contra la brutal ocupación italiana.

Fue Omar Al – Mukthtar para él que se acuñó el apodo de “el León del Desierto”. Su figura es venerada en Libia. Los fascistas italianos lo ahorcaron en público a los pocos días después de haber tomado y divulgado aquella humillante fotografía. Justo antes de morir exclamó: “Sobreviviré a mis verdugos”. Para entonces Italia se encontraba bajo el dominio de Benito Mussolini. Cuando le preguntaron porque llevaba esa fotografía en su pecho, Gaddafi, consciente de que el catolicismo es la fe predominante en Italia, proclamó en presencia de Berlusconi: “Para nosotros la imagen de Al-Makhtar es tan sagrada como el crucifijo que llevan algunos de ustedes en el pecho” .

En la lucha por el control del mar de petróleo liviano bajo el suelo libio, durante la segunda guerra mundial el país se convirtió en el campo de batalla entre las fuerzas nazis bajo el mando de Rommel y las fuerzas británicas bajo el mando de Montgomery. Con la derrota de Italia en la segunda guerra mundial, Libia fue repartida cual trofeo de guerra entre Inglaterra y Francia.

Las continuas luchas de los beduinos por su independencia condujeron a que en 1951 se declarara una monarquía bajo el rey Idris, una marioneta al servicio de los europeos. Para el momento de su independencia Libia no tenia escuelas y contaba con sólo 16 graduados universitarios, formados en el extranjero. La administración continuó así en manos de ingleses, franceses e italianos. Todo cambió con la llegada de Gaddafi al poder en 1969. Los honores y halagos de que era objeto Gaddafi por parte de los jefes de estado de Europa hasta finales del 2010 cambiaron súbitamente. Sanguinario, loco, tirano, demente, autócrata, asesino, corrupto, psicópata, perro rabioso. Estos y muchos otros adjetivos son usados hoy contra Gaddafi. Los medios de comunicación de todo el mundo, salvo algunas excepciones, se han ensañado contra su figura. El objetivo parece ser destruirlo ante la opinión pública internacional. Algo similar le ocurrió a Saddam Hussein justo antes de la invasión de Irak por parte de fuerzas militares norteamericanas y británicas en el 2003.

Al mimo tiempo, se teje una red de “legalidad” para invadir Libia y deponer al déspota. En la ONU se toma la decisión de expulsar a Libia del Consejo de Derechos Humanos, mientras que la Corte Penal Internacional declara que actuará con agilidad para condenarlo. En paralelo se estimula y apoya a movimientos opositores a Gaddafi para incitar a la rebelión interna, con el propósito de generar un estado de violencia y caos que contribuya a justificar la intervención de las grandes potencias para “pacificar al país y proteger los derechos humanos de sus ciudadanos”.

El objetivo es claro: invadir Libia, deponer a Gaddafi, tomar control de su codiciada riqueza de petróleo liviano, tal y como ocurrió con Irak y como trató infructuosamente de hacerse en Venezuela en el 2002. Tal y como trata de hacerse con Irán y como años atrás se concretó en Arabia Saudita, Kuwait, Katar y los Emiratos Árabes. Las siguientes presas serán Algeria, Venezuela e Irán. El Gadafi que hoy todos condenan fue recibido y halagado como un gran estadista en la Cumbre del G8 en Italia, invitado por el presidente Barack Obama. Hace sólo unos meses se abrazaba con Sarkozy en Paris, con Tony Blair en Trípoli y con Berlusconi en Roma.

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“II. Libia es un país casi totalmente desértico a excepción de una estrecha franja litoral (1770 kilómetros de costa) , donde se encuentran los principales núcleos de población del país .
Tiene 6.500.000 habitantes (un millón a fines de la Segunda Guerra Mundial, la mayoría nómades) y una superficie de 1750000 kilómetros cuadrados. Actualmente Trípoli tiene unos dos millones de habitantes, Bengasi un millón, Misurata 480.000 y Tobruk 200.000.

Tiene yacimientos de petróleo de excelente calidad que constituye su casi exclusiva fuente de recursos y se supone que dispone de grandes reservas inexplotadas y aun no detectadas.

Su otra riqueza natural es el agua. Bajo una superficie seca y casi desértica en casi todo el territorio existe una gigantesca reserva de agua fósil potable estimada en 150.000 kilómetros cúbicos, llamado Acuífero de Nubia que cubre unos 2 millones de kilómetros cuadrados y abarca partes del Chad, Egipto, Libia y Sudán.

En 1983 se comenzó en Libia un proyecto de irrigación, conocido como el Gran Río Artificial, para utilizar esas reservas subterráneasa fin de llevar más de cinco millones de metros cúbicos de agua por día a las ciudades costeras. Actualmente, el Gran Río Artificial suministra agua potable y para irrigación al 70 por ciento de la población, llevándola del acuífero del sur a las áreas costeras del norte, a las ciudades de Trípoli, Tobruk, Sirte, Bengasi y otras. Con un costo estimado de 30.000 millones de dólares financiado con la venta del petróleo, la red del Gran Río Artificial, con casi 5.000 kilómetros de tuberías desde más de 1.300 pozos cavados hasta 500 metros de profundidad y estaciones de bombeo en el desierto del Sahara, también tiene por objeto aumentar la cantidad de tierras cultivables. Además, el agua es muy barata: 35 centavos de dólar el m3.

Apoderarse de esa enorme reserva de agua potable también está en la mira de las potencias imperialistas, mandatarias de transnacionales como la ex Lyonnaise des Eaux (Grupo Suez) y otras, que tienen el control de la mayor parte de los recursos hídricos en todo el mundo.
Que ocurrió para justificar este cambio tan radical contra Gaddafi?
El despertar del pueblo árabe:

Protestas populares por el aumento en el precio de los alimentos y la pobreza generalizada derrocó en pocos días a Ben Alí en Túnez. Irónicamente, sólo semanas antes Túnez había sido señalado por Hillary Clinton como el modelo de democracia a seguir en el medio oriente. Las protestas se extendieron de inmediato a Egipto, concluyendo con la remoción del poder de Hosni Mubarak, un dictador apoyado por Estados Unidos durante 30 años. Mubarak recibía de Estados Unidos más de 3.000 millones de dólares anuales, la cooperación más alta proveniente de Washington después de la otorgada a su principal aliado de la región: Israel. Las protestas en Egipto fueron también inicialmente motivadas por aumentos en los precios de los alimentos, los insoportables niveles de pobreza en que se encuentra la mayor parte de la población, la creciente indignación ante la descarada confabulación de Mubarak con el gobierno de Israel en su criminal opresión al pueblo palestino, la falta de libertades fundamentales y los grotescos niveles de corrupción.

La fortuna de Hosni Mubarak se estima en 70.000 millones de dólares. Mientras el 40% de los 80 millones de egipcios viven con menos de dos dólares al día. Egipto mantuvo una suspensión de los derechos fundamentales de la población durante todo el período de dominación de Mubarak, a través de una Ley de Emergencia, con el consentimiento y apoyo de Estados Unidos.

Las analogías que se han querido trazar entre las revueltas en Libia con las de Túnez y Egipto lucen ficticias. En Libia se canalizaron enormes inversiones petroleras para financiar servicios públicos y gratuitos de salud, educación y vivienda. Se ha promovido el desarrollo económico y se han reducido sustancialmente las desigualdades sociales. El índice de desarrollo humano es el más alto de África. Los índices de desempleo son tan bajos que se ha tenido que facilitar la entrada de cientos de miles de trabajadores de otros países: Egipto, Túnez, China, Pakistán. El consejo ejecutivo del Fondo Monetario Internacional (FMI) elogió recientemente a Libia por su “ambicioso programa de reformas” y su “fuerte rendimiento macroeconómico y el progreso en el realce del papel del sector privado”.

“Desde 1990 el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) publica un Índice de Desarrollo Humano donde establece una clasificación de los países del mundo en base a varios parámetros que hacen a la calidad de vida de las personas, entre ellos la educación, la esperanza de vida, la salud y los ingresos y tiene en cuenta esos parámetros por género. No tiene en cuenta los llamados índices de libertad humana.

El índice de 2010 incluye a 169 países y Libia ocupa el lugar 53 con un índice 75 (en ascenso con relación a años anteriores) de una escala sobre un máximo teórico de 100. Noruega ocupa el primer lugar con un índice 93. Libia tiene el índice más alto de África, seguida de cerca por Argelia, Mauricio y Túnez y en América Latina sólo la superan Chile (78,3) , Argentina (77,5) y Uruguay (76,5) en los puestos 45, 46 y 52 respectivamente. México y Cuba están aproximadamente al mismo nivel que Libia.

De modo que Libia es un país de desarrollo humano medio, alcanzado merced a una buena utilización de su renta petrolera pero con un grave déficit en materia de derechos civiles y políticos, estimados objetivamente, y sobre todo según los criterios de evaluación de los países occidentales “civilizados”.

En marzo del 2007 Anthony Gidden, asesor de Tony Blair, publicó un artículo en The Guardian en el que afirma: “Gadafi parece ser genuinamente popular. Libia será en dos o tres décadas una Noruega del norte de África: próspera, igualitaria y progresista” A diferencia de Túnez o Egipto, Libia es una potencia petrolera.

Produce 2 millones de barriles de petróleo liviano cada día, y su producción puede al menos duplicarse. Sin embargo, una buena parte de sus 6 millones de habitantes aún se mantiene en la pobreza. Gaddafi ha sido criticado por haber fomentado el regreso de empresas petroleras europeas y su creciente participación la actividad petrolera y gasífera. La mayoría de estas empresas operan desde Benghazi desde donde, coincidentalmente, se formó el núcleo de la rebelión contra Gaddafi.

También se le ha criticado por haber contribuido, desde su posición como secretario general de la Unión Africana, a la consolidación de un acuerdo con la NATO para ampliar sus operaciones militares en Sudan, Somalia y Etiopía. Ha venido promoviendo también una tratado de cooperación militar entre la NATO y la Unión Africana. Organizaciones radicales dentro y fuera de Libia consideran tales actitudes como traición.

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III. Después de la “reconciliación” de Kadafi con Occidente, las graves carencias de Libia en materia de derechos civiles y políticos no incomodaron a las grandes potencias que recibieron con gran pompa al líder libio, ansiosas de realizar buenos negocios, sobre todo la obtención de concesiones petroleras, la venta de armamentos y hasta la oferta por parte de Francia de la construcción de una central nuclear.

Se concretaron así varias concesiones petroleras e importantes ventas de armamentos : Sólo en 2009 Gran Bretaña, Francia e Italia vendieron armas a Libia por 25, 30 y 111 millones de euros, respectivamente. Ese mismo año, figura Malta en la lista de vendedores a Libia por 80 millones de euros. Malta no tiene ninguna industria de armamentos y es evidentemente sólo un país de tránsito. Por su parte Francia intentó vender a Libia los aviones Rafale que fabrica Dassault. Los mismos que ahora utiliza para bombardear Libia.
Pero Kadafi es un individuo imprevisible que al parecer comenzó a proyectar la revisión de las concesiones petroleras y a promover la idea de la autonomía financiera de África frente a las divisas de las grandes potencias.

Además, las reservas petroleras y acuíferas de Libia son un botín que aguza el apetito de los agresores. A lo que hay que sumar los depósitos del Estado libio en Bancos extranjeros y las 144 toneladas de oro (unos 4 mil seiscientos millones de euros) que estarían depositados en Bancos libios.

De modo que la “primavera” libia (preparada -sostienen algunos- por los servicios franceses y probablemente en parte espontánea) era una buena ocasión para establecer en Libia un gobierno “democrático” es decir totalmente sumiso la voracidad occidental.
Pero la rebeldía no se extendió como un reguero de pólvora, como esperaban los abanderados de los derechos humanos y hubo que utilizar la hoja de parra de una resolución del Consejo de Seguridad para intervenir militarmente a favor de los rebeldes.

Intervención que puede culminar, si no se hace sentir más la impopularidad en los países agresores, no se acentúan las disidencias en el seno de la OTAN y los agresores logran reunir las fuerzas suficientes, en una invasión terrestre. Lo que dará por resultado implantar el caos en Libia durante muchos años, como en Irak y Afganistán y convertir toda la región en un polvorín a causa de la diseminación de armamentos, como advirtió hace unos días el Presidente de Níger, Mahamadou Issoufou.

A la cabeza de la insurrección se encuentra el Frente Nacional para la Salvación de Libia (NFSL por sus siglas en inglés). Sus líderes son sistemáticamente presentados como los chicos buenos, en una lucha desigual contra la opresión y la barbarie.

Poco se destaca que el FNSL se creó en 1981 en Sudan, bajo la protección del coronel Nimieri, un déspota apoyado por Estados Unidos que gobernó ese desdichado país desde el 77 hasta el 85. El FNSL realizó su “congreso nacional” en los Estados Unidos en el 2007, con el patrocinio de la NED.

A la cabeza se encuentra Ibrahim Sahad, quien realiza acusaciones de toda índole contra el “régimen despótico” de Gaddafi, casi siempre sin ofrecer prueba alguna al respecto y sin que los entrevistadores o editores se las soliciten. Sin embargo, sus planteamientos son transmitidos por las principales agencias de información de todo el mundo como si fueses ciertas.

La misma realidad virtual se divulga como cierta por internet, facebook, twitter. Significativo es también que los rebeldes de Benghazi hayan bajado la bandera verde de la república de Libia y elevado en su lugar la bandera de tres franjas, roja, blanca y negra, que se usaba durante la monarquía del rey Idris, impuesta por Europa en 1951. También ha surgido de la nada un presunto Príncipe Senussi, “heredero de la corona”.

Fue el rey Idris quien entregó la soberanía nacional al permitir el uso irrestricto de aire, mar y tierra por parte de fuerzas militares británicas. Fue el rey Idris quien firmó el acuerdo para que los Estados Unidos establecieran y administraran sin restricciones la base militar mas grande de África: Wheelus Air Base, cerca de Trípoli. El rey Idris firmó además un convenio para exonerar a Italia de todos los daños que pudieran imputársele como consecuencia de los 30 años de brutal colonización, permitiendo además que la comunidad italiana en Trípoli conservara todos sus propiedades, negocios y privilegios. Pero la legitimidad o veracidad de los señalamientos contra Gaddafi parecen irrelevantes. Sirven sólo de fachada para alcanzar el objetivo estratégico deseado: la ocupación de Libia. Paul Wolfowitz, quien sirviera como subsecretario de defensa de los Estados Unidos y como presidente del Banco Mundial, arquitecto de la guerra de Irak, publicó una carta abierta al presidente Obama incitándole a convertir a Libia en “un protectorado bajo el control de la OTAN”, en nombre de la “comunidad internacional”.

En su editorial del 23 de Febrero 2011, el Wall Street Journal, vocero de los intereses comerciales de los Estados Unidos, sentencia: “Estados Unidos y Europa deben ayudar a los libios a derrocar el régimen de Gaddafi” Simultáneamente, se moviliza al mar territorial libio una flota de guerra norteamericana, mientras en Naciones Unidas y en la Corte Penal Internacional se concreta apresuradamente el marco legal que justifique la invasión.

El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas aprobó el 25 de Febrero del 2011 una resolución para que se investiguen los posibles crímenes contra la humanidad que pudiera haber cometido Muammar Gaddafi. Pero, sin que tal investigación haya comenzado, ya Gaddafi ha sido condenado. Es no sólo irónico, sino hipócrita, que haya sido justamente los Estados Unidos quienes hayan promovido la moción para que la ONU eleve el caso de Libia ante la Corte Penal Internacional. Estados Unidos nunca ha reconocido la jurisdicción de dicha corte. Se opuso además a su creación en 1998, junto con Israel, Irak y Libia. Tales contradicciones parecen pasar desapercibidas para los medios transnacionales de la información.

El comandante supremo de la OTAN, Wesley Clark, ya había señalado hace un par de años que Libia estaba en la lista oficial del pentágono para ser dominada después de Irak, junto con Siria y la joya de la corona: Irán. Si se concreta lo que Fidel Castro ha llamado “La guerra inevitable de la OTAN”, se desatará un movimiento de resistencia por todo el mundo Árabe que haga realidad las últimas palabras del León del Desierto: “Sobreviviré a mis verdugos”.

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ALGUNAS EJEMPLOS DE INTERVENCIONES IMPERIALISTAS :

Intervención de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) en el golpe de estado de 1953 en Irán contra el gobierno del Dr. Mossadegh, que había nacionalizado el petróleo; invasión a Guatemala en 1954 por una fuerza armada promovida y financiada por la CIA y la United Fruit; invasión a Santo Domingo en 1965; golpe de Estado en Chile en 1973; invasión a Granada en 1983; invasión a Panamá en 1989; expulsión de Aristide de Haití en 2004 mediante una acción conjunta de Estados Unidos y de Francia. En África en el momento de la descolonización surgieron líderes como Patrice Lumumba, Kwame Nkrumah, Amílcar Cabral y Jomo Kenyatta, que bregaron por una vía independiente para sus pueblos, contraria a los intereses de las ex metrópolis y de sus grandes empresas. Todos ellos fueron derrocados o asesinados, como Lumumba y Cabral, y reemplazados por dirigentes dictatoriales, corruptos y fieles a las grandes potencias neocoloniales.
El imperialismo agresor y expoliador es la fase actual que caracteriza al capitalismo en su conjunto (lo que algunos llaman mundialización) y sus usufructuarios lo defienden con uñas y dientes sin importarles en absoluto los derechos humanos de sus propios pueblos y menos aún los derechos humanos de otros pueblos.

Samir se dedica en su artículo del 23 de junio a “desentrañar la estructura económica y política en la cual se desenvuelve USA”… “Pues bien, la clase dominante del Imperio está agrupada fundamentalmente en dos partidos políticos: los demócratas y los republicanos. Estos últimos representan los intereses más reaccionarios de ese gran país. Entre sus filas están, sino los dueños de las grandes empresas petroleras norteamericanas, los representantes políticos de esos capitalistas o consorcios económicos convertidos en empresas multinacionales y transnacionales. Especialmente las grandes empresas petroleras. Por tanto, si el apoderarse de las riquezas petroleras de Libia habría sido la motivación fundamental para la participación de USA en la guerra civil libia, al lado de los rebeldes, ese partido republicano sería, como es lo más cuerdo y lógico, el más interesado en que USA se involucrase en la guerra y en ganarla lo más luego posible”…

Es cierto que el papel del capital industrial se reforzó considerablemente durante la administración Bush, sobre todo el de las industrias petrolera y de armamentos. En el gobierno de Bush estaban ampliamente representadas ambas industrias.
Con Obama recuperó la primacía el capital financiero pero ello no autoriza a decir que hay intereses o estrategias contradictorias entre republicanos y demócratas, como no hay contradicción de fondo entre el capital industrial y el capital financiero, pues la fusión entre ambos caracteriza a la etapa imperialista del capitalismo y al surgimiento de las empresas transnacionales, como ya lo señalaron Hilferding en 1910 (El capital financiero) y Lenin en 1916 (El imperialismo fase superior del capitalismo). No hay que olvidar que con Obama el presupuesto militar estadounidense continuó y continúa aumentando.
De modo que no tiene sentido alguno sostener que los republicanos son los halcones reaccionarios representantes políticos de los capitalistas y consorcios transnacionales y los demócratas las palomas defensoras de los derechos humanos. Cabe recordar que la invasión de Bahía de Cochinos se produjo durante el Gobierno demócrata de Kennedy y que Clinton, también demócrata, gobernaba ese “gran país” -como lo llama Samir- cuando cuando Estados Unidos promovió el golpe de estado en Haití en 1991, desató la guerra contra Yugoslavia (Madeleine Albright, representante de Clinton, fue quien hizo fracasar las negociaciones de Rambouillet entre Yugoslavia y la Unión Europea ) y emprendió la Guerra del Golfo.

Con el demócrata Obama cambió la forma pero no el fondo de ese tipo de operativos. El golpe en Honduras de junio de 2009 fue criticado por el Gobierno estadounidense, que apoyó las decisiones de los organismos internacionales (ONU y OEA) exigiendo la reposición del presidente repuesto. Pero es incontestable que sin la luz verde de Estados Unidos el golpe no se hubiera producido, pues dicho país tiene el control de las fuerzas armadas hondureñas a través de su base miltar de Soto Cano, esencial para la geopolítica subregional de Estados Unidos. Desde allí se proporcionaba apoyo logístico a los “contras” de Nicaragua durante el gobierno sandinista.

Sostiene Samir que la oposición de una mayoría de republicanos y demócratas en el Congreso a continuar la guerra contra Libia se debe a que estos consideran que no hay intereses estadounidenses en juego en Libia (sólo habría propósitos humanitarios). Olvida Samir dos cosas: la primera es que se aproximan las elecciones en Estados Unidos y los congresistas se tendrán que presentar ante los electores y rendir cuentas también sobre esta guerra impopular, pese a la escasa participación yanqui. Y la segunda es que Estados Unidos está al borde de la cesación de pagos con una deuda de 15 billones de dólares.

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Es por eso que Obama, después de lanzar unos cien misiles Tomahawk sobre Libia, al parecer con uranio empobrecido, le dejó el peso principal de la agresión a su aliado Cameron y a su caniche Sarkozy, “el americano”, quien hizo el mal cálculo que una “blitzkrieg” contra Kadafi lo remontaría en los sondeos de opinión con vistas a las próximas elecciones.

Samir escribe: … “Entonces no faltaron los que decían que por qué USA y la OTAN no se involucraban también en Arabia Saudita, en Yemen, Siria y otros lugares. Desde luego, con USA y la OTAN metidos hasta las orejas en el fango de Irak y Afganistán, no están en condiciones de, además de participar en Libia, meterse en otros pantanos”.

Samir tiene razón en parte: los imperialistas están- loado sea Dios- empantanados.

Pero si no intervienen en Bahrein, Yemen y Arabia Saudita es porque se trata de dictaduras amigas. En Bahrein está basada la Quinta flota de la Marina yanqui. Arabia Saudita, amiga de siempre de los Estados Unidos, envió en marzo tropas a Bahrein para poner un término a las manifestaciones de la mayoría chiita.

Samir afirma: “Las confrontaciones armadas entre las potencias que enunció Lenin ya no ocurren y se busca la integración de los Estados en grandes entidades de países interrelacionados por el modelo de su economía y por cierto, políticamente unidos, como lo es la UE. A USA no le interesa hoy otra cosa que mantener su supremacía en aras de dominar la política mundial y mantener así, también, un desarrollo y progreso tecnológico y económico de punta. La confrontación armada estaría de esa forma fuera de lugar. Así hoy podemos ver que hay en el mundo actual cuatro grandes formaciones de Estados que pujan en el área política y económica, pero que de todas maneras no sólo se respetan unos a otros, sino que, también, participan de una u otra forma en las ventajas del sistema capitalista”.

Las grandes potencias competirían respetuosamente entre ellas para mantener su supremacía y un “desarrollo y progreso tecnológico y económico de punta” participando todas en “las ventajas del sistema capitalista”. Indudablemente el capitalismo tiene sus ventajas…para quienes están en la cúspide de la pirámide social.

Samir no se enteró que desde el fin de la Segunda Guerra Mundial murieron unas 30 millones de personas en conflictos armados, ya sea en guerras colonialistas emprendidas directamente por las grandes potencias o en disputas interiimperialistas por el control de los recursos naturales de países pobres, libradas en forma de guerras locales. Según la revista médica inglesa The Lancet de enero 2006, sólo en la República Democrática del Congo diez años de guerra civil han costado la vida a entre 3,5 y 4,5 millones de personas. El Congo tiene la desgracia de poseer un subsuelo enormemente rico en minerales estratégicos. En Ruanda los genocidas de 800.000 personas fueron protegidos en su retirada por el ejército francés (Operación Turquoise). Un grupo de investigadores de la Universidad Brown acaba de publicar una evaluación del costo financiero y humano de las guerras emprendidas por Estados Unidos desde 2001 en Irak, Afganistán y Pakistán. Calculan el número de muertos en acciones militares en 225.000, los desplazados en unos 8 millones y el costo financiero en algo más de dos billones de dólares (véase http://costsofwar.org/).

Agrega Samir: “Los que ven que la guerra es hoy el remedio para hacer buenos negocios no saben de lo que están hablando”.

Contrariamente a lo que afirma Samir la guerra es una opción recurrente del capital monopolista en los momentos de crisis económica, porque es una manera de reactivar la producción industrial sin necesidad de reactivar la demanda (el Estado compra la producción de armamentos con el dinero del contribuyente sin consultarlo y la población del enemigo elegido “consume”, por cierto involuntariamente, las bombas que recibe sobre su cabeza). Y después de la guerra los grandes monopolios de la industria civil acaparan el negocio de la reconstrucción y de la “ayuda humanitaria”.

En su libro “Capitalismo, Socialismo y Democracia” (1942), el economista Joseph Schumpeter afirmaba que “el capitalismo es por naturaleza una forma o método de cambio económico” de sustitución de lo viejo por lo nuevo, a lo que denominaba “destrucción creativa” (nuevos consumidores, nuevos bienes, nuevos métodos de producción o transporte, nuevos mercados, nuevas formas de organización industrial, etc.). La guerra sería la forma más drástica de “destrucción creativa” inherente al capitalismo

Además, la industria de armamentos está siempre interesada en colocar su producción, en ensayar sus nuevos productos en condiciones reales (guerras del Golfo, de Yugoslavia y de Afganistán, agresión a Irak, agresión a Gaza, a Libia, etc.) y en ampliar sus mercados, por ejemplo a través de la incorporación de nuevos países a la OTAN: el presidente del «comité americano por la ampliación de la OTAN » es el vicepresidente de la Lockheed Martin, empresa que ocupa el segundo puesto entre los más grandes fabricantes y vendedores de armamentos en el mundo.

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Según el Informe anual del año 2010 del Stockholm International Peace Research Institute (SIPRI) en 2009 los gastos militares en el mundo ascendieron a un billón 531 mil millones de dólares, 6 por ciento más que en 2008 y 49 por ciento más que en el 2000. El gasto militar de 2009 representó el 2,7 % del PNB mundial del mismo año.

Siempre según el SIPRI en 2008 se vendieron armas en el mundo por 384 mil millones de dólares, 352 mil millones, es decir el 90%, fueron ventas efectuadas por empresas de Estados Unidos (230 mil millones) y de Europa Occidental (122 mil millones).

VI. Samir suscribe la teoría -contraria a la realidad de los hechos- de la “desnacionalización” del poder económico transnacional y de la emergencia de una sola clase dirigente mundializada:

“Es muy difícil hoy saber con exactitud a quiénes pertenecen las grandes empresas multinacionales, toda vez que, como su misma denominación lo indica, son capitales de muchos países o de capitalistas de diferentes naciones y no siempre de capitalistas de un solo país. Empresas que parecen inglesas tienen capitales alemanes, italianos, turcos, chinos, japoneses, etc. Y así ocurre en la gran mayoría de las empresas transnacionales. El capital hoy es más internacional que nunca. Por tanto, se comparte intereses de todo tipo, porque lo único que mueve a esos capitalistas es hacer buenos negocios y ganar el máximo de dinero posible”.

Las clases dirigentes a escala mundial convergen en el objetivo estratégico mayor de preservar el sistema, al mismo tiempo compiten ferozmente entre ellas.

Las relaciones entre las sociedades transnacionales son una combinación de una guerra implacable por el control de mercados o zonas de influencia, de absorciones o adquisiciones forzadas o consentidas, de fusiones o ententes y del intento permanente pero nunca logrado de establecer reglas privadas y voluntarias de juego limpio entre ellas. Porque la verdadera ley suprema de las relaciones entre las sociedades transnacionales es “devorar o ser devorados”.

Las sociedades transnacionales son versátiles y polifacéticas y cambian con frecuencia de nombre. Esto sucede ya sea como resultado de fusiones o, aunque sigan siendo las mismas sociedades, como una manera de tratar de hacerse olvidar por el público después de haber adquirido una mala reputación a causa de su intervención en delitos financieros o económicos o en graves violaciones a los derechos humanos.

Pero las fusiones, las deslocalizaciones y los cambios de nombre no significa que las sociedades transnacionales se hayan convertido en entes virtuales e inaprehensibles. Es cierto que su imagen se fue despersonalizando al constituirse como sociedades anónimas con relación a la época en que un monopolio se identificaba con un nombre propio (Rockefeller, Mellon, etc.). Pero también es cierto que aún hoy siguen teniendo componentes reales y tangibles: capital, sede principal, dirigentes responsables, etc.

Una prueba adicional de su existencia determinable en coordenadas espacio-temporales es su presencia e influencia en organismos y reuniones internacionales, en el papel determinante que ejercen en las orientaciones de los organismos financieros internacionales y en la Organización Mundial del Comercio a través de los representantes de las grandes potencias y de sus propios equipos de juristas y economistas y en la influencia que ejercen en las orientaciones económico-financieras y en la política general de casi todos los Estados del planeta. Su existencia real y tangible se manifiesta también en el cuasi monopolio que detentan sobre los medios masivos de comunicación…

Pueden tener su domicilio en uno o varios países: en el de la sede real de la entidad madre, en el de la implantación principal de las actividades y/o en el país donde ha sido registrada la sociedad.

Pero siempre puede identificarse una nacionalidad de la sociedad transnacional, en el sentido de que hay un Estado que la sostiene y defiende sus intereses frente a otros Estados por medios políticos, militares y otros.

Y también defiende sus intereses en los organismos intergubernamentales tales como la Organización Mundial del Comercio, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial.

Como dato complementario que confirma la BASE NACIONAL DE LAS EMPRESAS TRANSNACIONALES: la crisis financiera ha mostrado cómo los Gobiernos de las grandes potencias han destinado cientos de miles de millones de dólares a salvar A SUS PROPIOS BANCOS Y NO A LOS BANCOS DEL VECINO.

Lenin sigue teniendo, en lo esencial, plena actualidad.

Escribía en 1916: “El capitalismo se ha transformado en un sistema universal de opresión colonial y de estrangulación financiera de la inmensa mayoría de la población del planeta por un puñado de países “avanzados”. Este “botín” se reparte entre dos o tres potencias rapaces de poderío mundial, armadas hasta los dientes (Estados Unidos, Inglaterra, Japón) que, por el reparto de su botín arrastran a su guerra a todo el mundo” (El imperialismo, fase superior del capitalismo. Prólogo a las ediciones francesa y alemana de julio de 1920, párrafo II).

VII. Conclusión

La violación de los derechos humanos de las personas y de los pueblos es inherente al capitalismo en su fase imperialista. Como regla general, las dictaduras son sostenidas e incluso promovidas por las potencias imperialistas. Y cuando los pueblos quieren emprender el camino de su liberación nacional y social, las grandes potencias, que ven amenazados sus intereses y de los capitales monopolistas que representan, los agreden por todos los medios. Ahí están los hechos para probarlo.

De modo que el eje fundamental de la solidaridad internacional con los pueblos que luchan por sus derechos y libertades debe ser el combate contra el capitalismo imperialista, enemigo común de toda la humanidad. Rechazando la trampa ideológica del imperialismo “humanitario”.

Rompa el aislamiento. Vuelva a sentir la satisfacción moral de un acto de libertad… Haga circular esta información“. Rodolfo Walsh