Poco inteligente
El director de la Agencia Nacional de Inteligencia (ANI) que sustituirá al DAS, almirante Echandía, declaró a este diario algo que no puede pasar inadvertido, dada su importancia para la democracia.
A la pregunta sobre cómo hará la ANI para producir sus documentos de inteligencia, si no pueden hacer interceptaciones sin orden judicial, Echandía contestó: “Nosotros sí podemos hacer vigilancia del espectro electromagnético, que es diferente. No podemos interceptar conversaciones privadas, por ejemplo, las que se hacen a través de un celular. El uso del espectro electromagnético es una cosa diferente”.
Si bien el almirante es respetuoso en cuanto está consciente de que no puede interceptar comunicaciones sin orden judicial, suelta el globo gigantesco de que por la vía de vigilar el espectro electromagnético, sí podrán hacer muchas cositas no autorizadas por los jueces. Por bien intencionado que esté Echandía, como creo que lo está, la tal vigilancia del espectro electromagnético no es otra cosa que acceder a información y conversaciones privadas sin permiso judicial, lo cual viola la Constitución.
El asunto es sencillo. Una agencia de inteligencia que no “chuza” celulares ni teléfonos, pero a propósito de vigilar el espectro electromagnético, se entera de todo lo que conversan los ciudadanos en las calles, plazas, parques, etc., está interceptando comunicaciones privadas. Si usted, por ejemplo, hace una cita amorosa en una vía pública que quiere mantener en reserva, eso no podrá tenerlo seguro, no por la imprudencia de su acompañante o por los ojos de terceros, sino porque en una de esas vigilancias del espectro electromagnético que haga una agencia de inteligencia, de pronto oyen su conversación íntima.
Lo grave de lo que ha dicho el almirante Echandía es que ese esguince artificioso está por convertirse en ley, si la Corte Constitucional, después del examen de constitucionalidad automático que está realizando, bendice esta maniobra.
Durante el trámite del proyecto de esa ley de inteligencia, varias personas asistimos como invitados a una audiencia en la Cámara de Representantes y les hicimos ver a los parlamentarios la necesidad de impedir lo que hoy está ocurriendo con los abusos de autoridades que están oyendo conversaciones privadas, con la coartada de vigilar el espectro electromagnético. Nos pusieron conejo, porque en vez de solucionar tal atropello, aprobaron un artículo tramposo, en el que si bien se ordena destruir la información que no interese a los fines de la inteligencia, recaudada como consecuencia de vigilar el espectro electromagnético, definieron que “el monitoreo no constituye interceptación de comunicaciones”.
Esa regulación es fraudulenta, por decir lo menos, pues cuando un agente de inteligencia oye una conversación privada captada en uno de sus famosos monitoreos, ello es una forma de interceptar comunicaciones privadas sin orden judicial, así la ley diga lo contrario. Es como si mediante una ley, al Congreso se le ocurre decir que cuando llueve es porque el sol alumbra.
Ojalá la Corte Constitucional detenga ese esperpento, porque de lo contrario el espectro electromagnético, que es un bien público, pasará a ser propiedad de las agencias de inteligencia. ¿Dónde andará el Defensor del Pueblo?
Adenda. El procurador Ordóñez, en una carta cargada de injurias y calumnias indirectas en mi contra, pretendió describirme valiéndose de un poema áspero escrito por Lope de Vega, que no transcribió íntegramente. Lo risible es que el poema en cuestión es un soneto de amor, No 79, del que Ordóñez omitió lo que sigue:
“Ama si eres Amor, que si procuras
descubrir, con sospechas y recelos
en mi adorado sol nieblas escuras,
en vano me lastimas con desvelos.
Trate nuestra amistad, verdades puras:
no te encubras, Amor, si quieres celos”.
¿Será que el procurador, autor de un panfleto contra los homosexuales, está entusiasmado con la nueva campaña publicitaria de Benetton? Casos se han visto.
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