Persisten operativos militares contra la población civil de CAVIDA

Persiste el desarrollo de las operaciones militares contra la población civil del Cacarica, técnicas psicológicas combinadas con el incentivo económico, testigos pagos, red de cooperantes se conjugan con la intención de desestructurar la propuesta civil de CAVIDA. Judicializar a las autoridades de la comunidad, a los acompañantes de Justicia y Paz y deslegitimar la labor de Peace Brigades International, PBI.


* Jueves 18 de septiembre, hacia las 9:00 horas un grupo de 40 unidades militares se trasladaron desde frente a lo que fue la Zona Humanitaria “Esperanza en Dios” hacia el punto conocido como La Tapa, acompañando a JHON JAIRO TOVAR, a MARY LUZ PALACIO y a DIANA PATRICIA CORDOBA, estas dos últimas, según lo manifestaron los militares, son cooperantes de ellos.

El señor JHON JAIRO TOVAR expresó a pobladores de CAVIDA que la Zona Humanitaria de “Nueva Vida” estaba rodeada de milicianos de la guerrilla, que “estuvieron bebiendo en ese lugar humanitario”, que “no comprendía por qué la gente se había desplazado de una zona humanitaria a otra”. Agregó que “yo quiero estar con el ejército para no hacerle daño a la comunidad pero de la zona humanitaria se van a encargar otros”, insinuando que actuarían los paramilitares.

JHON JAIRO TOVAR, el ahora colaborador del ejército, expresó que “los acompañantes internacionales son conocedores y colaboradores de la guerrilla … Yo vuelvo aquí, yo soy útil, conozco a todos, pero me dicen que todo depende de lo que diga el alto mando militar en Bogotá”.

Hacia las 11:00 horas del lugar conocido como La Tapa salió una panga de color blanco con verde, con dos motores 200, en la que se encontraban 5 militares con camuflado y varios civiles entre ellos un reconocido paramilitar. De acuerdo con versiones de pobladores del Atrato hay una movilización de unidades militares y de “civiles” armados en desarrollo.

La propuesta civil del Cacarica continúa siendo afectada profundamente por el método de guerra estatal que bajo el pretexto de confrontar a la guerrilla ha convertido a la población civil en el blanco central de las operaciones.

El señor JHON JAIRO TOVAR, fue acogido humanitariamente por la comunidad el año pasado, luego que él solicitó ayuda a CAVIDA. El señor JHON JAIRO expresó a la comunidad que él al igual que más de 400 personas les había tocado salir corriendo luego de una acción paramilitar contra la población civil en el Truandó, según dijo, él terminó llegando a las zonas humanitarias porque había escuchado de ellas y antes él había pertenecido a las comunidades de paz que retornaron al Truandó. CAVIDA le manifestó que desde el principio de Solidaridad de su Proyecto de Vida le brindaba acogida por un tiempo mientras pensaba bien qué era lo que él quería, pero que ese tiempo no podía pasar de tres meses, tiempo durante el cuál él tenía que asumir las normas internas de la comunidad. JHON JAIRO solicitó a CAVIDA gestionar la reintegración con su familia sin que se hubiese logrado este propósito a pesar de las gestiones de la comunidad. JHON JAIRO no aceptó ser parte del Proyecto de Vida de CAVIDA y debido al exceso de consumo de alcohol y rompimiento de las normas comunitarias se le solicitó salir de la Zona Humanitaria a los tres meses de haber llegado, existen documentos internos de la comunidad que dejan constancia de estos hechos.

DIANA PATRICIA CORDOBA, es habitante del Cacarica pero no ha pertenecido al Proyecto de Vida de CAVIDA, desde el desarrollo de la operación militar iniciada el 13 de mayo, su familia ha sostenido una estrecha relación con las Fuerzas Militares.

MARY LUZ PALACIO, es hija de un Pastor de la que fue la zona humanitaria “Esperanza en Dios”, pero por influencia de DIANA PATRICIA se relacionó afectivamente con los militares.

Continúa la destrucción del Proyecto de Vida del Cacarica. No hay campo ni ámbito en el que no se este actuando simultáneamente: el judicial, el mediático, el militar, el social. Un arrasamiento en condiciones desiguales, el poder frente a los débiles, la implementación de políticas de seguridad que destruyen el principio de distinción, conversión de las víctimas de violaciones de derechos humanos en victimarios, en criminales

Tensión, terror interiorizado, parálisis colectiva son los síntomas de los efectos destructivos de un modo de seguridad, de un modo de justicia.

Silencio, inacción del poder civil, la mirada impuesta es la militar. Las posibilidades de afirmación integral de derechos asumiendo los principios de distinción y de diferenciación en la guerra están siendo erosionados; el ejercicio del derecho en defensa del Territorio de las comunidades afrodescendientes continua quedando en suspenso. Se está destruyendo en la región del Bajo Atrato las pocas experiencias de referencia moral y ética que se afirman entre el modelo de guerra de guerrillas y el modelo de guerra del estado.

Hoy se evidencian las fisuras y el abismo profundo entre el Derecho y la Ética, entre el uso de la fuerza para combatir a combatientes y no a los desarmados.

Lo que hoy sucede no ocurriría si alguna vez la justicia hubiera operado eficaz y oportunamente. Tal vez todo es tarde, demasiado tarde. Queda la esperanza en lo ético y la moral, los cimientos del Proyecto de Vida de los afrodescendientes del cacarica.

Todo tiene un aliente vindicativo. Haber ejercido el derecho a la Verdad, a la Justicia, a la reparación integral en defensa de la Vida y el Territorio ha significado hoy un alto costo para los afrodescendientes.

Los empobrecidos organizados al haber ejercido su desobediencia civil, su objeción ética y moral a la guerra y a modos de producción destructivos de la naturaleza reciben como respuesta una ofensiva integral del poder.

Urge la presencia humanitaria y solidaria internacional y de la Defensoría Nacional del Pueblo y de la Vicepresidencia de la República.

Bogotá 19 de septiembre del 2003
COMISION INTERECLESIAL DE JUSTICIA Y PAZ