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Peregrinos en la Cuenca del Jiguamiandó – Día 1

102 personas convocadas por los pueblos afrodescendientes y mestizos del Jiguamiandó y Curvaradó que afirman integralmente sus derechos a la Vida y al Territorio participan en la Peregrinación Internacional Macro Ecuménica y Ecológica. Reproducimos el texto de memoria del Primer día de los peregrinos por el Atrato observación de la riqueza ecológica que contrasta con la miseria y exclusión de sus pobladores.

Bogotá, D.C Agosto 07 de 2005

COMISION INTERECLESIAL DE JUSTICIA Y PAZ


PRIMER DIA

Peregrinación

Macro Ecuménica y Ecológica

En el Jiguamiandó y el Curvaradó

Navegar, caminar, admirar, observar, opinar, cantar, orar.

Zona Humanitaria Bella Flor Remacho, Jiguamiandó Agosto 2005

Estamos en el Chocó Biogeográfico territorio de pueblos originarios afrodescendientes, indígenas y de mestizos, Casa de Dios, Casa de los Pueblos, Casa de la Humanidad.

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102Peregrinos de América del Norte, de Europa y de Colombia desde el Puerto de Turbo llegamos a las ricas selvas del Bajo Atrato en límites con el medio Atrato, Convocados por el Consejo Mayor del Jiguamiandó, familias de Curvaradó. Participamos cristianos Cuadrangulares, Pentecostales, Católicos, Presbiterianos; Ecologistas, miembros de organismo humanitarios nacionales e internacionales y periodistas invitados por la organización acompañante permanente de la comunidad.

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Atrato aguas arriba pasamos por Bocas del Atrato, Tumaradó, Sautatá, Travesía –Puente América-, La Honda, Río Sucio, Domingodó, Carmen del Darién, Vigía de Curvaradó sitios de las historias del olvido, las de vidas humanas sesgadas, destruidas por los mecanismos de terror. Hoy lo signos de controles excesivos, de estar en una zona de conflicto armado interno se evidencian con embarcaciones de la Infantería de Marina y puestos de control de la policía. En los poblados en medio de música al alto volumen se silencian la voz de las víctimas, o sus familias, se habla de los 12 retenidos o secuestrados por las guerrilla de las FARC y devueltos en Juradó sobre el pacífico, se habla en silencio de los nuevos asesinatos en Tumaradó en el Cacarica y de las movilización paramilitar en La Balsa con el proyecto agroindustrial del banano, de la expedición de boletas con números de talonario para que los que están bajo el mando de “el patrón” reciban la comida, se habla de la convivencia de policía, militares y los paramilitares así estén desmovilizados. Se dice de lo que sucede en El Salaquí y El Truandó en medio de la seducción, la nueva esclavitud, ahora de llama progreso, desarrollo a costa de la impunidad, del olvido, de la convivencia con el proyecto politico militar parainstitucional, lo que explica la nueva etapa de la deforestación y de la contrarreforma agraria.

Entre esas historias escuchadas, testificadas por pobladores en medio de oraciones nos encontramos con el río de serpientes, de aguas verdes azulosas. Al comienzo cristalinas, luego cristalinas, tonos amarillos del barro que arrastran por la sedimentación mientras el seco del río Jiguamiandó se hace más seco, más firme, más estrecho, más amarilla el agua se torna pero se confunde con lo cristalino es la memoria viviente de la deforestación, de la transformación del terremoto, del bloqueo en que habitan indígenas, afrosdescendientes y mestizos, que hace ocho antes de la guerra transitaban con facilidad por él.

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Azuladas profundas con reborde negro en sus alas, de vuelo rápido, suben, bajan en el camino durante todo el tiempo, es la reina del pacífico… lealtad, aliento, esperanza en la fatiga, el amor. Mariposas también naranjas o amarrillas, rojas de hoja en hoja entre platanillo rojizo, naranja o amarillo

Bosques primarios y secundarios, miles de miles de hormigas, alacranes, decenas de arañas tejedoras, claros oscuros, sombras y luces de sol colándose entre los frondosos árboles., de 50 o 70 metros, anchos de abrazos de seis peregrinos.

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Micos, Garzas, serpientes, tapitas, babillas, pescado sapo, rayas, tigrillos, pajarillo, peces y peces.

Y cae el sol, ya no se camina, se retoma el esfuerzo de la carga, de las pequeñas embarcaciones de madera por los afrodescendientes y mestizos, ellos no han tenido descanso, solo expresan alegría, simpatía y fuerza, se acerca la noche, cae el sol en el horizonte perdido entre las aguas.

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Ya la noche, embarcados en el Jiguamiandó, el silencio, uno que otro canto de un pájaro, silencio contemplativo, luces de noche estrellada veladas, ecos del roce del agua y del motor, silencio, palabras, vueltas en surcos y de pronto a lo lejos unas diminutas luces amarillas titilan a la distancia, la sensación de velas danzando por el arrullo del viento se acompañan con el eco que trae las voces. Poco a poco más cerca y luego a saltar, a cantar, las estrellas, las miradas, los abrazos, las pieles se juntan, los cantos, las risas, los abrazos, las niñas y los niños, adultos mayores y mujeres, todas y todos. Hay arroz, arroz delicioso arroz, Mana Gracias a la vida. Gracias a Dios. Las cocinas encendidas son memoria y esperanza. Pan Compartido, Pan de solidaridad. 18 horas del peregrinar, hemos sido testigos de La Creación.

“Planto Dios un jardín en El Edén, y puso en él al hombre que había creado. Dios hizo germinar del suelo toda clase de árboles frutales, agradables a la vista y apetitosos para comer. Además del Arbol de la vida, en medio del jardín, un río salía de Edén para regar el Jardín”
Génesis 2, 9

Y cantamos: “cansados de trabajar, un día sol, con hambre vienen, con fuerza llegan los amigos de Jesús”

Peregrinos en la Cuenca del Jiguamiandó