Pedro Pablo Palacio Cuesta
Ayer jueves 14 de septiembre en el territorio colectivo de Curvaradó se encendieron las cuatro velas de luto y una marimba sonó a lo lejos con notas que acompasan los pasos en el nuevo camino que emprende Pedro Pablo Palacio Cuesta o Pablito, como le decían sus familiares y amigos.
Al ritmo de alabaos Pablito ha pasado a la historia, su cuerpo cansado de esperar que el Estado le devolviera sus tierras y luego de padecer un derrame cerebral, emprendió el camino de retorno donde sus ancestros.
Sus 38 hijos aprendieron de él, el amor por el territorio, el hacer parir la tierra, cuidarla y protegerla; tal y como lo hizo desde 1970, cuando llegó a las mágicas y coloridas tierras del Curvaradó, asentándose en la comunidad de La Iguana.
En 1997 la sombra de la guerra se posó en “Su Curvaradó”, la arremetida paramilitar lo despojó de sus tierras, mismas que fueron violentadas con la siembra de palma aceitera y maltratada con los proyectos de ganadería extensiva.
Pero su dignidad nunca la perdió, por eso cuando le ofrecieron 200 millones por su tierra respondió con la fuerza y firmeza que siempre lo caracterizó “mantenme porque mi tierra no la negocio”.
Aún parte de sus tierras están en manos de quienes se beneficiaron de la arremetida paramilitar, ocupantes de mala fe que siguen violando la tierrita.
En 2010 Pedro Pablo, fue escogido por su comunidad como unos de los adultos mayores para la construcción del censo poblacional y caracterización territorial dentro del proceso de restitución de tierras ordenado por la corte constitucional para Jiguamiandó y Curvaradó.
A sus 63 años Pablito deja este mundo terrenal, sin ver su territorio restituido, pero deja un legado a su familia y comunidad de no desistir en la lucha para la protección del territorio.
Hoy su hijo Raúl Palacios, líder de la cuenca del Curvaradó y representante de CONPAZ en el Bajo Atrato, asume este legado, él seguirá defendiendo el territorio con el mismo amor y con la dignidad en alto, tal y como lo aprendió de su padre.
Bogotá, D.C., septiembre 15 de 2017
Comisión Intereclesial de Justicia y Paz