Pataleos de ahogado
Dicen que la mejor defensa es el ataque. Eso podría explicar la demanda por calumnia y fraude procesal que anunció el secretario general de la Presidencia, Bernardo Moreno, contra el ex director del Inteligencia del DAS Fernando Tabares, quien lo señaló ante la Fiscalía como la persona del más estrecho círculo presidencial que ordenó, sin autorización judicial, intervenir teléfonos e investigar a periodistas, opositores y magistrados de la Corte Suprema.
¿Pataleos de ahogado? Es posible. A Moreno no sólo lo enreda Tabares. También lo hacen algunos de los más de 20 ex funcionarios del organismo que son investigados por concierto para delinquir, abuso de función pública y violación ilícita de comunicaciones, entre otros delitos, y quienes, lo mismo que Tabares, lo comprometen en eso que un fiscal delegado ante la Corte Suprema calificó como “empresa criminal”.
Por otra parte, la Fiscalía tiene en su poder varios documentos del DAS, algunos con anotaciones como “entregar al Presidente” o “informar al Presidente”, que permiten medir el alcance de la operación orquestada desde la Casa de Nariño. Una operación que incluyó chuzadas, seguimientos ilegales y montajes para desprestigiar a periodistas críticos y miembros de la oposición —Gustavo Petro y Piedad Córdoba, entre otros—, y sobre todo a la Corte Suprema, que investiga la ‘parapolítica’ en la que están comprometidos decenas de congresistas aliados del Gobierno, y que fue acusada de “sesgo ideológico” por Uribe. Tampoco faltaron amenazas y campañas contra ONG de derechos humanos, y hasta contra la principal protagonista de la ‘yidispolítica’, otro turbio episodio en el que Moreno también dejó su huella.
En respuesta a un cuestionario de la Procuraduría sobre el escándalo, el presidente Uribe dijo, palabras más palabras menos, que mete la mano en el fuego por Moreno, que no ha autorizado “actividades que sobrepasen las funciones del organismo” y que las instrucciones dadas han sido “bajo los principios de legalidad y transparencia”.
¿Traicionó Moreno la confianza de Uribe? ¿Todo fue a sus espaldas? O… ¿alguien mejor que Moreno para hacer el trabajo sucio? ¿El destinatario de la información no era acaso la Presidencia? ¿Quién, si no Uribe, era el principal beneficiario de la operación del DAS?
Nadie puede llamarse a engaño: el DAS depende directamente del Presidente de la República y a él le reporta el director. Fue Uribe quien, recién elegido, nombró director a Jorge Noguera, el “buen muchacho” que puso el organismo al servicio de Jorge 40 y ordenó llevar a la Subdirección a José Miguel Narváez, asesor de paramilitares. Y fue Uribe quien designó más tarde a María del Pilar Hurtado, a quien le estalló en las manos el escándalo de las chuzadas.
Watergate, un juego de niños comparado con el espionaje ilegal del DAS, le costó el cargo al presidente Nixon. Aquí, donde el concepto de responsabilidad política es un concepto vacío, el presidente Uribe ha pasado sin ser tocado ni manchado por el más grave escándalo político de los últimos años.
No será fácil establecer la conexión directa con el jefe supremo, pero la Fiscalía tiene pruebas de sobra para armar el rompecabezas con las fichas que corresponden a la Casa de Nariño, y para demostrar que la operación para desprestigiar y amedrentar a quienes el Gobierno llamaba “enemigos” y el DAS “blancos políticos”, no fue obra de funcionarios descarriados o de mafias enquistadas en el organismo, sino una monstruosa conspiración en la que participaron altos funcionarios del círculo presidencial. Y todo indica que Bernardo Moreno tenía velas en ese entierro.
P.D.: Doctora María del Pilar Hurtado: ¿No llegó ya la hora de contarle a la Fiscalía toda la verdad, sólo la verdad y no más que la verdad?