Orlando Valencia
Memoria y Justicia
ORLANDO, resistente al desplazamiento forzado de 1997, afrontando el terror se abrió paso como líder del pueblo afrodescendiente del Curvaradó y Jiguamiandó, y denunció los centenares de crímenes cometidos, la apropiación ilegal de tierras para la implementación del agronegocio de las paraempresas palmicultoras.
Detenido, Desaparecido, desde el 15 de octubre de 2005,Hallado Torturado y Asesinado, el 24 de octubre de 2005 Curvaradó – Jiguamiandó, Bajo Atrato Chocoano
Días antes de su detención – desaparición forzada había sido invitado por un grupo de organizaciones de base del pueblo de los Estados Unidos a compartir la situación del bajo Atrato. No fue posible su viaje y por ello regresó a su Territorio porque estaba prevista una reunión en la comunidad del Guamo para analizar la situaición frente a la palma en el territorio colectivo del Curvaradó. No pudo llegar a la reunión, su familia, su comunidad se quedó esperándolo, porque ese 15 de octubre fue detenido y desaparecido.
Primero fue el seguimiento, la retención y la presión psicológica por parte de la Policía de Urabá desplegada en Belén de Bajirá. Hacia el medio día, en medio de actuaciones consentidas y concertadas con la policía de Urabá, los paramilitares lo arrancaron de la compañía de quiénes estaban en el mismo camino de la dignidad. Los victimarios procedieron a llevarse a ORLANDO, luego de obligarlo a subir a una motocicleta, y conducirlo al camino de la noche y de la niebla, en la lejanía de la carretera que conduce a la localidad de Barranquillita.
Días después, el lunes 24 de octubre, su cuerpo con signos de tortura, con un tiro de arma de fuego y carcomido por el paso de insectos, fue acogido y resguardado por unos chamizos anclados en las aguas del río León, en un punto conocido como Puerto Amor en el municipio de Chigorodó. Sus manos las que alzó tantas veces ante la indignación por la ocupación de su Territorio se hallaban amarradas, tras su espalda con cabuya de nylon; su cabeza en la que condujo pensamientos por el bien de su familia y de su comunidad se encontraba atravesada por el orificio que produjo un proyectil; su cuerpo en una de las múltiples aguas que riegan Antioquia y Chocó pasaban sobre él como signo de la sedienta sed de verdad y justicia.
Su cuerpo allí arrojado es la memoria de los pueblos afrodescendientes que nacen desde lo oprobioso; es la historia de la esclavitud que se expresa hoy renovada con formas democráticas que discriminan, que excluyen y que imponen un modo de vida, un estilo de desarrollo, en que los seres humanos, son basura, son escoria. El cuerpo de ORLANDO, es cuerpo histórico de dignidad, es el signo de los restos de la historia que se niegan a perder los sueños, a creer que todo se compra o todo se vende, que todo es “progreso” o “desarrollo”.
ORLANDO es un símbolo de las voces contadas a pesar de ser acalladas, es la expresión colectiva de la pervivencia de la existencia afrocolombiana a pesar del crimen, es el amante de la tierra a pesar del saqueador y nuevo colonizador; es la creación del cuerpo colectivo, las nuevas formas de resistencia ante la unificación del pensamiento, de la sensibilidad.
Han pasado tres años desde ese fatídico sábado 15 de octubre, cuando fue arrancado de su gente. Fue asesinado por las mismas estructuras que propiciaron la apropiación ilegal de las tierras y la siembra de la palma. Su memoria permanece en la de los pueblos afrodescendientes del bajo Atrato, que siguen resistiendo. Su tierra, su finca ubicada en la comunidad de Caracolí continúa sembrada en palma, aún no ha sido restituida, como el resto de las tierras del Curvaradó.
Para nadie es un secreto de cómo la estrecha comunicación entre empresarios palmicultores, miembros de la Fuerza Pública y aliados civiles de la estrategia paramilitar, ha permitido todo tipo de actos delincuenciales, indignantes y ruines como el cometido contra ORLANDO hace tres años y el 14 de octubre de este año contra el testigo en el caso de su asesinato, el líder comunitario del Curvaradó WALBERTO HOYOS.
Con el testimonio de WALBERTO hoy se encuentra condenado el paramilitar y empleado palmero HERMEN JOSÉ MUÑOZ GONZÁLEZ a 28 años de prisión, en etapa de juicio el capitán de la Policía Nacional EDWIN HARBEY ARROYO CUERVO, y los miembros del “Bloque Elmer Cárdenas” JULIO CESAR SILVA BORJA – conocido como “El Indio” ó “El Enano”, y de PABLO JOSÉ MONTALVO CUITIVA – conocido como “Alfa 11”-, en el mismo proceso se acogieron a la impune figura de la sentencia anticipada para disfrutar de los beneficios de la ley de Justicia y Paz que garantizará irrisorias penas, los paramilitares FREDY RENDÓN HERRERA – conocido como “El Alemán”-, y ELKIN JORGE CASTAÑEDA –conocido como Hermógenes Daza – y en una decisión ausente de sana lógica y de realidad, el paramilitar HORACIO RESTREPO URREGO – conocido como “Hildebrando”- le fue precluida la investigación por Homicidio Agravado, bajo el triste pretexto de que era un comandante político.
Asimismo, otro de los victimarios, ÁLVARO PADILLA MEDINA, aceptó su responsabilidad individual en el crimen y se acogió a sentencia anticipada.
La Juez 20 Penal Especializada de Antioquia en agosto pasado celebró audiencia pública contra HERMEN JOSÉ MUÑOZ GONZALEZ, alias “Diomedez”, vinculado con las empresas palmicultoras y comisionista de tierras en la región.
El mismo día que fue asesinado WALBERTO HOYOS, el 14 de octubre del presente año, el Juzgado Primero Penal del Circuito Especializado de Antioquia, comunicó por escrito la decisión de llamar a WALBERTO HOYOS RIVAS para que rindiera testimonio, a partir de la fecha y durante tres días ante los Juzgados Penal del Circuito Especializados de Bogotá, en el juicio que se adelanta contra los paramilitares JULIO CESAR SILVA BORJA – conocido como “El Indio” ó “El Enano” y de PABLO JOSÉ MONTALVO CUITIVA – conocido como “Alfa 11”-, por el homicidio de líder comunitario del Curvaradó ORLANDO VALENCIA. La verdad, nuevamente hoy ha sido silenciada a través del crimen contra WALBERTO.
Hoy a pesar que durante 11 años la Fiscalía ha argumentado que la impunidad obedece a la falta de colaboración de las víctimas, la ausencia de testigos, el asesinato de ORLANDO y tres años después el de WALBERTO evidencian la ausencia de garantías para las víctimas, sus familiares y los testigos de los crímenes de Lesa Humanidad cometidos en el bajo Atrato.
Hoy, las estructuras criminales continúan operando a la vista de todo el mundo en Belén de Bajirá, Riosucio, Mutatá, Barranquillita, Chigorodó; dos de los testigos en este caso, los hermanos MIGUEL y WUALBERTO HOYOS, además del atentado sufrido el 17 de septiembre del 2007, hoy uno está asesinado y el sobreviviente desplazado nuevamente de su Territorio.
Hoy sobreviven en el Jiguamiandó, entre el dolor, entre la angustia, entre la desazón del día a día las comunidades afrodescendientes y mestizas de Curvaradó y el Jiguamiandó, desde las Zonas Humanitarias y de Biodiversidad. Persisten en el sueño, en la utopía de eternizar más allá delante de todo discurso, de tanta prueba, que esta vida que es memoria colectiva tuvo y tiene sentido en la historia de los pueblos, en la historia ancestral que del África se inmortaliza en las hermosas selvas del Chocó. Allí la voz de ORLANDO, como afrodescendiente, la voz de WALBERTO, como mestizo, junto a las voces de sus comunidades siguen enraizadas en el territorio y en la vida que se sigue afirmando a pesar de del terror estatal.
Bogotá, D.C Octubre 24 de 2008
COMISION INTERECLESIAL DE JUSTICIA Y PAZ