Operación clonación

Caracol Radio reveló que dentro de los planes de desprestigio emprendidos por el DAS aparece la creación de ONG paralelas y menciona a la Corporación Verdad y Justicia y al Colectivo de Abogados Simón Bolívar.


Un plan para duplicar organizaciones incómodas para la extrema derecha está en marcha hace un tiempo en Colombia. Asociaciones de campesinos, indígenas, comunidades de afrodescendientes y colectivos de abogados han visto cómo surgen, de la noche a la mañana, organizaciones nuevas que parecen creadas para suplantarlas.

La más reciente manifestación de esa estrategia apareció en el caso de la hacienda Las Pavas. La organización que ha denunciado el desplazamiento en esa zona se llama Asociación de Campesinos de Buenos Aires (Asocab) y el clon -surgido años después- lleva el nombre de Asociación de Trabajadores y Pequeños Productores del Campo Nuevo Liderazgo Campesino de El Peñón, Bolívar.

Esa Asociación hace parte de la Federación Nacional Sindical Nuevo Liderazgo Campesino, impulsada por el llamado Centro de Pensamiento Primero Colombia de José Obdulio Gaviria. La promoción constante del Nuevo Liderazgo, con comunicados y fotografías, puede encontrarse en las páginas de Primero Colombia.

Este no es el único caso. Después de las grandes marchas indígenas promovidas por el Consejo Regional Indígena del Cauca (Cric) apareció súbitamente la Organización de Pueblos Indígenas del Cauca (Opic). En su acto de constitución y lanzamiento el orador principal fue el entonces ministro del Interior, Fabio Valencia Cossio.

En esa ocasión, los fundadores de la Opic dijeron que se oponían a las marchas de los otros indígenas y en cambio apoyaban fervientemente la seguridad democrática. La curiosa declaración de principios fue respaldada por Valencia Cossio, quien les prometió que les daría rápidamente el reconocimiento legal que necesitaban.

No solo entre indígenas hay paralelos. Cuando algunas comunidades afrocolombianas empezaron a denunciar los abusos paramilitares en Curvaradó y Jiguamiandó, donde algunas empresas palmeras han operado de la mano de organizaciones criminales, los denunciantes también empezaron a ser clonados.

Hasta las redacciones de varios medios de Bogotá llegaron los representantes del llamado Consejo Mayor de Curvaradó, que venían a denunciar a un denunciante. Según ellos, el problema de esa zona no era el paramilitarismo, sino el sacerdote jesuita Javier Giraldo y la organización Justicia y Paz por él dirigida. El religioso ha sido uno de los más activos denunciantes contra el general Rito Alejo del Río.

Por esos mismos días, la justicia seguía a un oficial del Ejército dentro de una investigación por narcotráfico. El teléfono del investigado -rastreado por autoridad judicial- fue usado por otro militar para hacer una llamada reveladora.

Usando ese aparato, el detenido general Rito Alejo del Río conversó animadamente con el exministro Fernando Londoño Hoyos, director de un espacio radial, diciéndole que quienes él llamaba “los negritos” se habían ido lanza en ristre en los medios y en la Fiscalía contra el cura.

“Se despacharon, pero muy duro, sin tocar nada del nombre mío, únicamente hablaron de lo que es Justicia y Paz allá”, asegura el pacificador de Urabá en esa charla en la que acuerda con Londoño una entrevista para “los negritos” y el comienzo de un proceso penal contra el sacerdote Giraldo.

Dos de esas personas fueron asesinadas un año después junto con el hijo de uno de ellos en Riosucio, Chocó. El crimen fue atribuido a las Farc.

Esta semana, Caracol Radio reveló que dentro de los planes de desprestigio emprendidos por el DAS aparece la creación de ONG paralelas y mencionan a la Corporación Verdad y Justicia y al Colectivo de Abogados Simón Bolívar.

Dentro de sus obvias diferencias, todas estas clonaciones tienen modus operandi parecidos y beneficiarios similares.

P.D.: Toda mi solidaridad con Ramiro Bejarano. La exclusión de su columna del diario El País de Cali priva a los lectores del periódico de una voz brillante y una visión liberal de Colombia y del mundo. Qué gusto seguir leyéndolo en El Espectador.