Omar Darío Montoya Rivera
Hoy, a sus 24 años de edad, falleció, Omar Darío Montoya Rivera, joven de la Comunidad de Vida y Trabajo la Balsita de Dabeiba.
En medio de la construcción de sus sueños de estudiante en quinto semestre de Administración Pública y en su anhelo de ayudar a las comunidades más remotas desde el ejercicio de la medicina alternativa y por esas circunstancias de la vida que uno no entiende, ha pasado a la historia.
Omar fue el cuarto de 8 hermanos de la familia Montoya Rivera, hijo de Nelly y Rodrigo. A sus 8 años de edad, en 1997, vivió el horror del desplazamiento paramilitar, sufrió en carne propia el hacinamiento del albergue, en medio de cientos de personas victimas de desplazamiento forzado. El niño que se fue haciendo joven que, que pintaba las paredes del albergue, actuaba en obras de teatro y bailes de denuncia sobre la situación de su familia y comunidad, se fue hoy de manera prematura.
Luego del reasentamiento de la comunidad, Omar dignificó la memoria y la re significó con su música y la baile junto con los demás jóvenes de la comunidad. Fue deportista, actor de teatro, coplero, líder de la comunidad.
Omar junto con Alejandra, Marcela, Gloria, Milton, Henry, Iván, Nelson, Rodrigo, Flor, Misael, Wildeman, Fernando y Luz Mary se echaron la comunidad al hombro, construyeron sus casas y sus sueños, construyeron los cinco principios y los hicieron vida y trabajo. Ellos, los fundadores se graduaron juntos para orgullo de sus familias, y de todas las comunidades pertenecientes a la Región.
El y su familia, fue pionero en volver a sus tierras en la vereda La Balsita y re significarla como Zona de Biodiversidad, abriendo hoy la esperanza del retorno a la tierra amada, la que ha estado prohibida para ellos por los intereses empresariales y paramilitares.
La fuerza de su presencia en los comités y asambleas animando la participación de la comunidad, su trabajo constante en las practicas de agroecología en las huertas, su tenacidad por sacar adelante iniciativas productivas para el procesamiento de la leche, serán el impulso de vida que continuara fortaleciendo la resistencia de su comunidad.
Su cuerpo joven siempre supo decir la verdad, sus manos rudas siempre supieron trabajar por su comunidad, su mente activa siempre pudo estudiar y ser de los mas destacados. Dejo huella por sus ganas de vivir.
Su memoria permanecerá en la fuerza de los jóvenes de una comunidad que ha encontrado en sus nuevas generaciones la garantía de renovación y persistencia.
Comisión Intereclesial de Justicia y Paz