Octava Razón
comprendemos que la búsqueda de la paz será un anhelo y una utopía permanente, aún en condiciones donde no exista un alzamiento armado, que exigirá siempre la creatividad para desarrollar modificaciones a modelos de la sociedad, de estados y de relaciones entre Estados que generen exclusión, inequidad, inhumanidad, sometimiento. En las condiciones de nuestro conflicto armado interno creemos en la necesidad de una salida política negociada en lo armado, lo político y lo social que construya bases de justicia integral.
En un escenario de negociación política es imperativo acordar los medios y los mecanismos que busquen, además de la participación de los sectores empobrecidos, excluidos, discriminados y de sectores de mujeres, de jóvenes y de niños, así como de las víctimas de violaciones de los derechos humanos o de sus familias, la búsqueda de alternativas concretas para la transformación de las causas de la violencia política.
La búsqueda de la paz a través de un proceso de negociación política, para que sea novedoso, auténtico y logre modificar estructuralmente las causas de la violencia, debe acordar mecanismos fácticos en orden a: la satisfacción de las necesidades básicas de empleo, de salud, de educación, de vivienda, de tierra, de techo, de soberanía alimentaria; de respeto a la diversidad cultural, a la libertad de expresión, y de garantías a la oposición política, de participación amplia de la población empobrecida en los medios de información masiva, electrónica y ciberespacial; y de la definición de un modelo económico y político que propicie la vida digna de todos los habitantes del país y unas relaciones justas con los pueblos del mundo.
En ese mismo escenario se deben contemplar las propuestas que las organizaciones y comunidades han desarrollado o pretender desarrollar en el ejercicio del derecho a la memoria y la afirmación de la verdad de la guerra a través de monumentos, de medios audiovisuales y diversos lenguajes, resignificación de los nombres de las calles y de las avenidas de ciudades, de plazas del campo; de la justicia penal, de la reparación y restauración integral; la transformación del aparato de justicia, de sus medios de investigación y de impunidad; la transformación de las estructuras militares, de su ideología y de sus privilegios económicos.
Mientras el estado actual de la guerra se extienda, se amplíe y se cualifique creemos en la necesidad de una humanización del conflicto armado interno o una reducción en la intensidad del conflicto a través de formulas y de propuestas que comprendan las motivaciones integrales de la guerra y los modelos de guerra.