Obstáculos y expectativas de Paz en Colombia
Nos alegra saber que luego de muchos años nuevamente el Gobierno Colombiano y las organizaciones guerrilleras FARC-EP y ELN tienen intenciones de abrir un camino de diálogo pautado para poner fin a un conflicto que lleva más de 50 años.
Décadas de militarismo, narcotráfico y políticas neoliberales han llevado a la tierra querida de Colombia a tener más del 50% de su población en la pobreza según los informes del PNUD. Una enorme cantidad de desaparecidos que la ONU reconoció en 60.000 en el año 2011, pero se estiman muchas decenas más. Y millones de campesinos e indígenas desplazados de sus tierras y refugiados que han sido expulsados de Colombia y se encuentran principalmente repartidos en Venezuela, Ecuador y España.
En los últimos años he seguido muy de cerca la problemática colombiana viajando y escuchando a las organizaciones sociales y a dirigentes como Piedad Córdoba en su gran gestión para liberar a los rehenes de las guerrillas.
Pero hay que tener en cuenta que este nuevo diálogo no implica el cese de la militarización, por eso los Colombianos no deben considerarse meros espectadores. Todos debemos estar atentos y participativos y las organizaciones sociales colombianas deben ser incluidas como veedoras.
Esta búsqueda de acuerdos se encuentra enmarcada en tensiones y desafíos muy fuertes a nivel externo e interno que los Colombianos, los países garantes y los pueblos latinoamericanos debemos tomar en cuenta:
Para entender las presiones externas hay que recordar que toda guerra implica negocios estatales y privados.
El Plan Colombia iniciado en 1999 por Pastrana y Clinton aún sigue vigente. Consiste en un acuerdo bilateral para que Estados Unidos financie a Colombia para derrotar el narcotráfico. En la práctica este plan es una injerencia militar en nuestro continente haciendo de pantalla para la entrada de bases militares norteamericanas, soldados, armamento y capacitación. Esto no sólo pone en duda la soberanía de Colombia sino que también ha servido de excusa para extenderse a otros países hermanos.
Un acuerdo de Paz también perjudicaría a otros países como Francia e Israel que venden armas a Colombia para mantener aceitadas sus industrias militares.
Hacia el interior de Colombia también hay muchos sectores que se oponen a lograr un acuerdo de paz.
Colombia tiene un Estado con niveles dirigenciales muy corrompidos y en complicidad con el delito organizado. Entre ellos las organizaciones paramilitares y del narcotráfico. Son los sectores que incrementan su poder interno y sus cuentas bancarias gracias a la guerra y a costa del sufrimiento y la pérdida de soberanía de los colombianos.
En el año 2010, el policía colombiano Juan Carlos Meneses llegó a Argentina para denunciar el accionar paramilitar de la mano de ACNUR. Durante cinco horas Carlos Zamorano, por la Liga Argentina por los Derechos del Hombre; el juez Eduardo Freiler; el presidente consultivo de la Asociación Americana de Juristas, Beinusz Smuckler; el representante de la Asociación Americana de Juristas, Ernesto Moreau, y yo, como Presidente del Servicio Paz y Justicia, escuchamos un testimonio en el que dió detalles de los homicidios que cometió como parte del grupo paramilitar Los 12 Apóstoles, y como recibía órdenes de Santiago Uribe, hermano menor del ex Presidente colombiano. Grabamos tres horas y preparamos un documento analizando su testimonio, que hicimos llegar a la justicia colombiana. Otro caso es el de Mario Uribe, primo del ex presidente, que ya tiene condena firme por sus vínculos con los paramilitares.
Este proceso no se resuelve únicamente entre el Gobierno y las FARC. Si estos intereses no son confrontados con firmeza y soberanía ningún proceso de diálogo puede sostenerse en el tiempo.
Los muros de la intolerancia son resistentes, difíciles de derribar, nadie puede sembrar con los puños cerrados. La violencia aparta al pueblo de los caminos de la liberación y se ve arrebatado de sus derechos. Por eso esperamos que este nuevo intento de negociaciones de paz rinda sus frutos y permita conducir a cambios económicos, sociales y políticos profundos y soberanos.
Como dicen los hermanos indígenas del Cauca (Colombia): “hay que hacer caminar la palabra de la resistencia”. Hay que recuperar el verdadero sentido de las palabras, en este caso, el de la palabra Paz.
Adolfo Pérez Esquivel
Premio Nobel de la Paz