Objetamos decisión de la Corte Constitucional.
Nos sumamos a la voces de rechazo ciudadano en Colombia, de humanistas del derecho y otras disciplinas en el mundo, ante la decisión de siete, de nueve, Magistrados de la Corte Constitucional que no ampararon los derechos políticos a Piedad Córdoba Ruiz, inhabilitada a 18 años para ser elegida a cargos públicos en decisiones contra derecho por el Procurador General de la Nación, Alejandro Ordóñez. En la práctica la pretensión de una muerte política
Desde el momento de la apertura del proceso disciplinario siendo parlamentaria del Partido Liberal, fuimos testigos del desconocimiento del debido proceso, de la ausencia de recaudación de las pruebas solicitadas en su defensa, y de un simulacro de formalidades para asegurar una decisión previamente tomada basada en prejuicios del más diverso tipo.
Nunca ha dejado de pensar en los desplazados internos, en los despojados de sus tierras, en el presente y el futuro de mujeres, jóvenes,y niños que padecen o se involucran directamente en la guerra porque no hay más empleo o posibilidades. Su único propósito desde su opción humanista y de la ecología social ha sido lograr el encuentro entre las partes, convocar una paz transformadora, en la que todas y todos en lo posible nos encontremos.
Piedad nunca ha dejado de experimentar y llorar a miles de muertos de nuestra violencia política, de repudiar la violencia y mucho más su degradación, y por eso, desde tanto dolor conocido y compartido ha llamado a que nadie se pare de la mesa en La Habana. Ha dicho desde nuestro colectivo que valora al gobierno del presidente Santos su decisión de iniciar conversaciones con las FARC y ha dicho a la guerrilla que deben continuar en la mesa, y ha invitado a las partes a avanzar.
Ella no ha dejado un solo día de realizar todo lo que le ha sido posible para que se inicien las conversaciones con el ELN. Ha propuesto ceses unilaterales, bilaterales del fuego, gestos humanitarios, iniciativas de convergencia social para avanzar en las bases de una sociedad en paz.
Ni antes de su destitución ni ahora ha dejado de vivir para que la solución del conflicto armado y la paz sea una realidad, para que nuestra sociedad sea de derechos.
Ella nos ha demostrado que sin sociedad activa no se consolidará un proceso de paz en una democracia profunda, como ella suele llamarla, sí democracia profunda, esa es la esperanza que ella evoca. Por eso ha invitado a sumar esfuerzos en la Ruta Social Común, ha promovido un gran movimiento ciudadano por la paz .
Cuando estamos sin aliento, sin más que llorar, o con la tentación de arrojar la toalla, nos ha dicho muchas veces que vale la pena arriesgar todo por la paz pues es más fácil hacer la guerra; ante los obstáculos e incertidumbres ella expresa “muchachas y muchachos” hay que asumir el riesgo con la imaginación y la alegría.
Estamos afectados pero no extrañados. Era una decisión anunciada desde hace semanas por algunos medios de información. Era una decisión en la que muchas fuentes nos informaron de la presión y de influencias para negar la restitución de los derechos a Piedad. Tampoco nos extrañaba, después de conocer como algunos integrantes de las Cortes, algunos, no todos, participaban contra la ética pública en la Reforma a la Justicia y por supuesto de las decisiones absolutamente cuestionable en este y otros casos de derechos y libertades.
Una parte del país conoce lo que viene sucediendo en la Procuraduría General de la Nación. La defensa de los derechos ciudadanos ha quedado a merced de las simpatías ideo religiosas de quien la encabeza, su gran acumulación de poder viene afectando los avances democráticos y de derechos.
Hoy tememos lo que pueda suceder con Iván Cepeda, con el alcalde Gustavo Petro, como ya sucedió con Guillermo Asprilla y Alonso Salazar.
Lo lamentable es que se está destruyendo impunemente las posibilidades del pluralismo democrático, del debate de ideas para construir un país con democracia política,social, ambiental, de género y respetuoso de los derechos de las mujeres y de las identidades sexuales y territoriales. Lo grave de este tipo de decisión es que se desmoronan posibilidades de reconstrucción de la democracia, queda en cuestión el valor de las decisiones constitucionales de las que anteriormente nos experimentabamos orgullosos los colombianos y el mundo del derecho. Dadas las presiones políticas en este y otros casos, el espíritu liberal de la independencia de poderes queda en cuestión por la cooptación de Magistrados, por los favores mutuos por puestos.
Algún día el país de la memoria reconocerá lo que esta mujer con sangre negra y blanca, aportó y aportará para que este país pueda ser viable sin la guerra, sin los odios, sin las venganzas. Algún día la historia descubrirá que ella nunca ha sido la terrorista que muchos pintaron y que han hecho imaginar, descubrirán en su corazón el alma de la humanista, de las ideas liberales, de las apuestas sociales, la mujer del corazón contra todo tipo de inhumanidad e injusticia contra cualquier ser humano, y de manera especial, contra los excluidas -os, a quiénes su voz y dignidad es negada.
Algún día , el derecho, hará justicia para ella y sus electores. Algún día con esta gestora de paz las flores de una nueva primavera se verán. Hoy a los ciudadanos de a pie el país nos reclame el riesgo por la paz pues otra salida es éticamente repudiable, pero al mismo tiempo, nos ha quedado el reto de reconstruir la democracia ante el desencuadernamiento institucional y el uso del poder para imposibilitar la democracia.
Bogotá, D.C. 18 de octubre de 2013
Comisión Intereclesial de Justicia y Paz
Colombianas y Colombianos por la Paz