Nuevos daños irreparables que han sufrido las comunidades en proceso de Retorno al Cacarica
Reciban un respetuoso saludo.
Nuevamente expresamos nuestra profunda censura moral y dejamos constancia ante la mirada solidaria de la humanidad frente a los nuevos daños irreparables que han sufrido las comunidades en proceso de Retorno al Cacarica.
Santafé de Bogotá, Marzo 23 del 2.000
Doctor
ANDRES PASTRANA ARANGO
Presidente de la República
Doctor
GUSTAVO BELL
Vice presidente de la República
Doctor
NESTOR HUMBERTO MARTINEZ
Ministro del Interior
Doctor
JORGE MARIO EASTMAN
Vice Ministro del Interior
Doctor
ALFONSO GOMEZ MENDEZ
Fiscal General de la Nación
Doctor
JAIME CORDOBA TRIVIÑO
Vice Fiscal General de la Nación
Doctor
JAIME BERNAL CUELLAR
Procurador General de la Nación
Doctor
JOSE FERNANDO CASTRO CAYCEDO
Defensor del Pueblo Nacional
Doctor
VICTOR G RICARDO
Oficina del Alto Comisionado de Paz
Reciban un respetuoso saludo.
Nuevamente expresamos nuestra profunda censura moral y dejamos constancia ante la mirada solidaria de la humanidad frente a los nuevos daños irreparables que han sufrido las comunidades en proceso de Retorno al Cacarica.
A las intimidaciones persistentes, a los señalamientos, a las dudas y falsas imputaciones, a la tensión psicológica, a los incumplimientos, nuevamente como en el origen del desplazamiento, como en los 36 meses de asentamiento provisional en Turbo, Bocas del Atrato y Bahía Cupica, las estructuras del paramilitarismo continúan en su barbara actuación cobijadas en la impunidad.
Los asesinatos de dos integrantes de las comunidades en proceso de Retorno al Cacarica ocurridas en el día de ayer, no son casuales, no son circunstanciales, atentan contra la vida personal y contra el proceso de las comunidades, expresan la barbarie y la continuidad de la estrategia paramilitar, que no solamente desplazó sino que ahora, en el momento en que las comunidades han iniciado su Retorno, vuelve a actuar destrozando la vida.
Es también cierto que estos atentados hubieran podido evitarse pero las omisiones, las aquiescencias, la anuencia y la complicidad del Estado en la configuración del paraestado no lo hicieron posible.
El miércoles 22 de marzo a las 7:00 a.m. OTONIEL BAUTISTA MANTILLA fue asesinado por dos integrantes de los grupos paramilitares que ingresaron, con dos armas cortas, al lugar provisional de su residencia, en el barrio “Ubert Quintero” . OTONIEL integrante de las comunidades en proceso de Retorno al Cacarica recibió un balazo en su cabeza, luego que sus victimarios le hubieran solicitado su documento de identidad y que hubieran hecho una requisa en su casa. Sus victimarios lo invitaron a tenderse en el piso, a lo que OTONIEL se negó. La esposa y una hija que lo acompañaban en el momento que ingresaron los paramilitares, les solicitaron que dijeran que querían. Uno de ellos expresó: “aquí no venden bazuco” (…) “si viniéramos a matarlo ya lo habríamos hecho”. OTONIEL les respondió: “si van a matarme, mátenme”. Segundos después, le solicitaron tenderse al piso, y OTONIEL les respondió: “Si me van a matar, mátenme de pie”. Delante de su esposa y de su hija, uno de los paramilitares, de tez morena, le disparó.
El paramilitar, acompañado de otro de tez blanca, salió con sus armas caminando por la calle del barrio. A los niños que a esa hora ingresaban a la escuela, le mostraban sus armas y les decían: “ustedes no han visto
nada, no saben nada, no nos conocen”. Muchos pobladores salieron corriendo al ver transitar a los hombres armados.
A eso de las 9:00 p.m. , otro de los integrantes de la comunidad, RICARDO ANTONIO GOES RESTREPO, participó en el velorio de OTONIEL. Se dirigió una hora después a su lugar de residencia provisional, en el mismo barrio “Ubert Quintero”. Aproximadamente a las 10:15 p.m., mientras observaba televisión desde la parte exterior en la casa de un vecino, dos integrantes de los mismos grupos paramilitares se acercaron. Uno de ellos durante 7 ocasiones le disparó en su rostro. ANTONIO GOES murió inmediatamente, recostado sobre la silla plástica en la que se encontraba sentado, sus victimarios pasaron en medio de la oscuridad del barrio por entre vecinos que se escondían o huían despavoridos.
Durante el día en el barrio “Ubert Quintero”, varios paramilitares estuvieron moviéndose a pie, en motos y bicicletas.
Desde el inicio del Retorno el 28 de febrero, la presión y la presencia paramilitar en los alrededores de los lugares de vida de la comunidad desplazada y en Turbo ha aumentado.
El 9 de marzo a las 10:30 a.m. la finca “La Nueva Esperanza”, ubicada entre los corregimientos El Dos y El Tres, donde se desarrolla un proyecto de siembra de las comunidades para su subsistencia mientras persista su situación de desplazamiento, estaba rodeada de hombres con armas largas y cortas, vestidos con uniformes militares. Cuando uno de los jóvenes de la comunidad del Cacarica cargaba un bulto de yuca fue apuntado por un paramilitar, quién le dijo que se acercara. Alrededor de ellos se encontraba un grupo significativo de paramilitares. A otro de los integrantes de las Comunidades de Autodeterminación, Vida y Dignidad del Cacarica, los paramilitares le preguntaron que estaban haciendo allí y con quién se encontraban.
Al lado de la finca se encontraba un grupo de aproximadamente 20 hombres en una caseta – kiosco cercano al sitio conocido como “La Piscina”, donde permanentemente los paramilitares han reunido a los pobladores de las veredas.
Cuando los campesinos del Cacarica decidieron dejar de recoger la siembra, dos mujeres, una de ellas con un uniforme deportivo y cargando ollas en su cabeza, se acercaron y les preguntaron acerca de la propietarios de la cosecha, sobre su uso, sobre los acompañantes. Luego de recibir algunas respuestas expresó, una de ellas: “Ah … bueno”. Al voltearse y marchar a otro sitio, se leía en la espalda de su camiseta “Autodefensas Unidas de Colombia”.
El sábado 18 de marzo a las 3:00 p.m., en la Plaza de mercado, dos paramilitares encañonaron a un habitante del Cacarica que estaba de paso en Turbo. Luego de retenerlo, le preguntaron por su nombre y por un integrante de la comunidad en proceso de retorno al Cacarica.
El domingo 19 de marzo a las 3:30 p.m., un paramilitar ingresó a la caseta “La Esperanza”, lugar de reunión de la Asamblea de las comunidades en el coliseo de Turbo y estuvo observando durante varios minutos.
El 21 y 23 de marzo se han realizado varias rondas del paramilitar apodado
“El Indio” en los alrededores de los albergues humanitarios. En el puerto de Turbo, uno de los actores materiales del desplazamiento, hace tres años, de nombre “Vicente”, junto con otros paramilitares ha hecho presencia en el lugar. Uno de ellos se sube en las embarcaciones y luego de investigar se baja de ellas. Según versiones reunidas en Turbo, los paramilitares han expresado que: “la lista de los desplazados que van a morir es larga”.
Nada de lo aquí escrito es extraño. Muchas muertes se hubiesen logrado evitar. No ha existido una acción efectiva contra los generadores del desplazamiento de las comunidades del Cacarica. Ellos siguen actuando en el casco urbano de Turbo, en las zonas rurales, instalan campamentos entre “El Dos y “El Tres”, “La Caleta”. Han desplazado habitantes del barrio
Yarumal, realizan rondas nocturnas en los barrios “Ubert Quintero”, “Buenos Aires”, “Obrero”, “La Playa”. Controlan el movimiento en el Puerto de Turbo, a pocas cuadras de la Policía. Pero qué decir sobre el río Atrato?, Allí andan, continúan moviéndose de civil y armados, uniformados y armados, siguen saqueando embarcaciones de pequeños campesinos. Se mueven por todas partes. Muchas acciones las realizan a la luz, otras aprovechando la oportunidad de la noche. Ni los nombres ni los lugares ni la ubicación de los movimientos de los generadores del desplazamiento han sido suficientes para una actuación efectiva del Estado.
Pero las tensiones son grandes, los desacuerdos expresan la ausencia de voluntad del Estado para respetar la decisión de la comunidad de no ser involucrada en el conflicto. Como en el caso de otras comunidades, los comportamientos de las Fuerzas Militares aparecen como legales y legítimos, desconociendo la voluntad de las comunidades, inspiradas en los principios del derecho internacional humanitario. Nada aparece contra la ley y la Constitución, aparentemente, como tomar fotografías, como realizar preguntas sobre los habitantes del Cacarica para obtener información, como eludir sus responsabilidades sobre el pretexto de que otras instituciones oficiales asumen la responsabilidad de lo que pueda suceder.
Lo que no se comprende es porque estas mismas acciones no se realizan sobre los actores que circulan por todas partes, gracias a sus omisiones, y actuaciones cómplices, cuando no conjuntas.
El sábado 26 de febrero en la sede de la Brigada XVII se sostuvo una reunión de integrantes de la Comisión Mixta de Verificación, en la que el gobierno nacional, presentó el proceso de Retorno de las comunidades y la
decisión de las comunidades en relación con la guerra, la solicitud expresa desde meses atrás de no realizar ningún tipo de acompañamiento en el retorno. En la reunión, los asistentes fueron fotografiados y filmados, sin que se hubiese contado con su autorización.
El domingo 27 de febrero, aproximadamente a las 5:00 p.m., mientras se embarcaban los implementos entregados por el gobierno para la primera fase de retorno, un paramilitar, apodado “El Indio”, de nombre Gabriel, tez trigueña, pelo lacio, se acercó al puerto de Turbo, y le expresó a uno de los integrantes en proceso de Retorno: “¿A dónde van a llevar todo eso?, ¿A quién le han pedido permiso?” y se retiró.
El lunes 28 de febrero a las 8:00 a.m. dos reconocidos paramilitares, entre ellos el “Gringo”, expresaron a algunos de los integrantes de la comunidad que se encontraban despidiendo a sus familiares, “allá van otra vez al monte esos guerrilleros”, refiriéndose a la familias que iniciaron su Retorno.
Ese mismo día, a las 11:50 a.m. sobre el río Atrato en la desembocadura que conduce a Unguía, una embarcación de alta potencia, conocida como piraña-, de la Infantería de Marina, que se encuentra sobre la margen derecha se moviliza rápidamente al divisar la caravana de 7 embarcaciones que se dirigen al Cacarica, minutos más tarde, tres pirañas más, se mueven desde esa misma margen al paso de las naves en que va la población y todos sus acompañantes.
A la 1:00 p.m. las cuatro pirañas se encuentran en el sitio conocido como Tumaradó, los funcionarios de gobierno, de la Procuraduría y la Defensoría, solicitan explicación por el movimiento, a lo cual responden que tienen instrucción de esperar en los sitios estratégicos y al avistar las embarcaciones iniciar su movimiento a otro punto. Los funcionarios oficiales expresan que esto no es lo definido en la reunión del 26. Posteriormente se intenta comunicación infructuosa con el Coronel MONTENEGRO.
A pocos metros, cuando la caravana se acerca a Tumaradó, las pirañas vuelven a iniciar su movimiento, por las dos márgenes del río.
A las 4:00 p.m. por el río Atrato, en el ingreso al Cacarica por el río Perancho, se encuentra una embarcación de la Infantería de Marina, al mando del Capitán OCHOA. Los funcionarios del gobierno y del Estado que van delante de las embarcaciones dialogan con el oficial, reiterando que no hay solicitud de acompañamiento. El oficial expresó que existía un punto crítico: “La Loma”, allí las cuatro pirañas se encontraban y al pasar las embarcaciones no seguirían sino que permanecerían en el lugar. Se reitera nuevamente que esa no es la propuesta y se solicita el retiro, expresando el oficial que tenía que comunicarse con el Coronel MONTENEGRO, y habiendo manifestado: “no respondemos por su seguridad”.
Los asesinatos perpetrados por los mismos desplazadores y el aumento de la presión sobre quiénes han iniciado el Retorno, expresan que lejos estamos de que la política de derechos humanos y derecho internacional humanitario, pasen de ser una quimera a una realidad. Por eso, a pesar de los avances expresados en la firma de Acuerdos en torno a los cinco puntos fundamentales para iniciar el retorno, tales como la entrega de la Titulación Colectiva de Tierras, el desembolso de recursos para la construcción de 418 viviendas y el desarrollo de proyectos de autosostenimiento, los equipos de la emisora comunitaria, la presencia de la Defensoría del Pueblo de modo permanente, creemos que esos avances son mínimos ante los nuevos asesinatos de OTONIEL BAUTISTA y RICARDO GOES, que son atentados contra el proceso colectivo de las Comunidades de Autodeterminación, Vida y Dignidad del Cacarica; actuaciones fundadas en la impunidad en que han quedado los desplazadores y los ejecutores de 70 asesinatos y desapariciones forzosas en estos 36 meses.
En memoria de estos dos campesinos del Cacarica, del dolor de sus familias que se une al producido por tantos cientos de miles de crímenes cometidos por la estrategia de terror más barbara e inhumana que ha surgido, se ha alimentado y extendido en Colombia, al lado del Estado, dejamos nuestra constancia y expresamos nuestra censura moral.
COMISION INTERCONGREGACIONAL DE JUSTICIA Y PAZ