Nicolás David Neira

Hace 2.555 días, el 6 de mayo de 2005, en la clínica Jorge Piñeros Corpas en Bogotá moría a sus 15 años, Nicolás David Neira, pero él y su familia desde ese momento nos impregnó en el sentido de su corta existencia.


Nicolás después de haber recibido una fuerte golpiza en la cabeza, que le causó una herida de 26 centímetros, propinada por agentes del Escuadrón Móvil Antidisturbios de la Policía,Esmad, respuesta represiva a una adolescencia que crece en el mundo de la dignidad, de la búsqueda de justicia social que participó en las manifestaciones del 1 de mayo.

Nicolás estudiaba el grado noveno en el Liceo Hermano Miguel de la Salle y ese primero de mayo se encontraba con unos amigos comprando unos libros en la carrera séptima con calle 18 de Bogotá. El Esmad uso gas indiscriminadamente para dispersar a los manifestantes golpeando a Nicolás, quien de inmediató perdió el conocimiento. Los agentes de la policía en vez de prestarle auxilio lo golpearon causando su muerte a los 5 días.

7 años después la impunidad sigue instaurada. La investigación disciplinaria en la Procuraduría que se abrió en contra de los oficiales, responsables de las actuaciones del Esmad, el capitán Julio César Torrejos y el subteniente Edgar Fontal Cornejo, fue archivada en segunda instancia en abril de 2010; la Viceprocuradora General los había destituido e inhabilitó para ejercer funciones públicas.

Después de 7 años la verdad y la justicia sobre el asesinato de Nicolás siguen siendo negadas por el Estado. En 2011 el caso fue resuelto en contra del Estado en primera instancia, un juez de un tribunal contencioso administrativo condenó a la Nación por no proteger la vida y honra de Nicolás, quien sufría de asma y no pudo retirarse del lugar en el que el Esmad soltó el gas. ” el menor, de 1,50 de estatura y de menos de 50 kilos de peso, fue asesinado a garrote y patadas por ocho miembros del Esmad”, dijo el juez en un fallo. Vergonzosamente la decisión fue apelada por la Policía sin que se haya resuelto el recurso.

La obstinada dignidad y determinación de Yuri Neira, padre de Nicolás, para que la verdad y la justicia se hagan realidad, le ha llevado a encontrar los diversos mecanismos de impunidad, que no han impedido el que se haya convertido en un profeta contra todas las practicas criminales por parte de la fuerza pública contra los estudiantes. Obviamente sustentados en la impunidad esa impugnación ética de Yuri le ha llevado a sufrir hostigamientos, seguimientos, amenazas y atentados por supuestos agentes de la Policía y por un tiempo fue obligado a refugiarse a Brasil.

Hoy desde Nicolás, la fuerza de la conciencia ética y la valiente constancia de los familiares y amigos suyos, al que se suman, otra cantidad de víctimas, se encuentra en una petición ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.

Desde Nicolás Neira, la historia de los victimarios urbanos ha cambiado, hoy un cúmulo de familiares que han ido perdiendo el miedo, han ido salido del anonimato exigiendo Verdad, Justicia y Reparación, porque el Estado ha ido segando la fuerza de la juventud, la que transita o se expresa, suponiendo que existe el derecho a la libertad en este país.

Bogotá, D.C. 2 de mayo de 2012

Comisión Intereclesial de Justicia y Paz