Nada nuevo en las empresas mediática de la paz
Hace unos días, en la conmemoración de los 30 años de la revista Semana, lo más granado de los periodistas colombianos, me refiero un alto porcentaje de ellos expresión del cuarto poder, participaron en el debate de lo que es ya tema de moda: la paz.
En ese escenario uno de los afamados expresó que los medios, no dijo periodistas, deberían autoregularse por el valor supremo de la paz. En otras palabras, la misma línea de lo que Santos ha expresado discreción, a distancia, o mejor, dicho, nadie se meta, la llave de la paz la tengo yo o la paz soy yo y para eso están ustedes, sus empresas para hacer la paz, la de mi forma y de mi manera.
Es la histórica tendencia, la dependencia de las fuentes oficiales, la rutina productiva de volver con los mismos, los mismos apellidos, las mismas personas que narran la única posible historia de ser conocida, la del poder. Escriben las victimas, escriben las FARC, escribe el ELN.. y los periodistas en los medios siguen diciendo lo mismo, sin diferenciar, sin ubicar, sin distinguir, sin avanzar. Pereza mental, rutina productiva.
En el fondo bajo el noble propósito de que termine el conflicto, ésta guerra en la que vivimos acostumbrados, se está pidiendo el cese de la información por el de la in formación. Se pide dar forma dentro de un esquema, el esquema institucional. No es una afirmación de poca monta. Se trata de usar las formas para repetir en el esquema discursivo, dicho, repetido y reiterado por Santos
La información como proceso comunicativo no interesa. La construcción de un proceso de sentido, que posibilite la identificación y la naturaleza del conflicto armado, de sus actores, de sus motivaciones, del por qué es mejor resolver contradicciones, diferencias y distinciones por la vía del diálogo democrático en, quizás, un proyecto de nación no se aborda, no es sustancial.
Así la cosas, nada se resuelve desde esta consideración de la in formación. Es la concepción de la derrota militar del otro, el sometimiento al lector, al oyente, al perceptor a una forma. Justo lo que se habilita en un escenario de diálogo para solucionar el conflicto es un espacio comunicativo y de reconocimiento del otro. Y esto para los periodistas es una construcción de ruptura con los prejuicios, las narrativas previas oficialistas, es la construcción de contrastes, de disonancias, de críticas y no de simple borregos lógicos, cultos mediáticos in formados. Volver al sentido propio del deber de informar a la sociedad implica desaprender, descolonizar, desideologizar lo que se comprende por el conflicto armado.
¿De qué se habla cuando hacemos alusión a un conflicto armado? ¿Por qué se crearon dos, entre muchos, movimientos armados? ?Qué son las FARC y el ELN? ¿Son narcoterroristas? ¿Son despojadores de tierras? Obviamente que deben aprender a decir, no con partes de guerra, si no con el lenguaje común ¿Por qué es realmente beneficiosa la paz a través del diálogo y no de una derrota militar que no será alcanzable en más de 20 años? Se trata de informar y eso supone comprender de qué hablamos cuando decimos o escribimos conflicto armado o identificar la naturaleza de los actores del conflicto, la causas, las razones en su contexto. Lo otro es des informar otra forma de in formar. Por eso, más que autoregulación los que se requiere es la desregularización de todos los mecanismos, técnicas que ha ido construyendo lo dominante, empresa, director, fuerzas militares y policiales en las rutina periodísticas.
Una sociedad in formada poco podrá decir razonablemente sobre el conflicto, solo vivirá de los prejuicios y de los imaginarios creados y hará inviable la consolidación democrática de la paz. Una sociedad informada es una sociedad seriamente sensibilizada, construida desde lo razonable para la paz.
Si los marcos de discusión entre el gobierno y las guerrillas, y los mecanismos que se habiliten para la sociedad, son discursivos, aún en medio de la continuidad de la confrontación armada, los periodistas y los medios, como dice el afamado, por el contrario, deben posibilitar ir a aquello que se oculta o que se ha distorsionado.
Hoy el espejismo de la paz santista debe informarse con los cuestionamientos a un gobierno de tres años, que se mueve tan firme como una gelatina, que es astuto, que pretende resolver todo sin resolver nada, formas y más formas. Santos juega con su estrategia de dar forma, de meter en un paquete… los periodistas decidirán si asumen o no ese juego, si les gusta la seducción del pokerista o se juega a romper el espejismo para que la paz que se construya sea cierta.
Los 30 años de Semana, no hicieron la diferencia, a los tiempos de ayer. Dejaron en claro porque Santos ocupa sus primeras páginas, porque las distancias entre los poderes se hacen tan cortas, el poder del ejecutivo y el poder de los medios, por qué este país es tan oficialista, tan godo, tan in formado y desinformado. Bueno como la mayoría del mundo. El poder de los medios electrónicos es un poder real, y poco despertamos de tal parálisis.
19 de septiembre de 2012