Myriam Hernández
Ha Pasado a la Historia
Myriam Hernández
Naciste de la tierra, del amor de tu padre y madre, de una mujer centenaria, de ese amor siempre devolviste amor a la tierra.
Desde joven alzando la voz en la gran estatura del alma, en la universidad, en la protesta con propuesta, en el análisis social y en la organización social. Allí afirmaste, en la gran alma del derecho a la justicia, el derecho a la tierra. En esas epopéyicas encontraste el amor. Un amor del que nació una imagen tuya. Un amor de los amores del que nacieron dos nuevos seres, herederos de la misma pasión. La misma que con tu Victor fuiste adobando en el discurrir diario, en el análisis técnico, en el rigor de la ciencia al servicio de la democracia profunda que pasa por el respeto a la tierra, la tierra de todos y para todos.
Te percibimos en Victor, en el sello de tus tres hijos, en tu encantadora cuñada y su esposo, en sus hijos y tus sobrinos. Te encontramos en las tertulias referidas de la discusión democrática, de la sensibilidad por un nuevo país. Supimos de ti por tus palabras fijas en el papel, por la transformación analítica de las voces de los desplazados internos. Te hallamos luego en el rastreo de la memoria sobre las tierras abandonadas por la violencia, en los caseríos abandonados del Ariari, del Valle y del Chocó. Te encontramos en las historias de miles de exiliados internos, de los despojados de la tierra, con la misma exigencia de tus anhelos de juventud. Justicia, tierra para todos. Te encontramos en las historias de las Casas de Pique de Buenaventura de las que dialogamos. Estrategias de terror para definir un uso de la tierra urbana contra las mayorías. La historia de siempre reeditada, y mejorada. Tejiste historias de verdades que hoy se quieren ocultar. Te encontramos en la postulación a la Comisión de Esclarecimiento de la Verdad, te perdió la Comisión, inexplicable o mejor por movimientos inconfesables de poderes insanos. Lo que ellos perdieron te ganamos en la Vida arañando en una finca rural el pan de la vida, el alimento del porvenir, el sentido del arraigo por los bosques, el agua, las flores.
Siempre aún en las instituciones putrefactas obraste desde tus convicciones, sin experimentar el deseo del complejo de pirámide, de lucirte por vanidad o de congraciarte con el poder que sostiene la injusticia o de aplastar a las colegas. Formaste cientos que por su propio ser dejaron aún lado lo que de ti aprendieron, esa es la vida.
Y hoy estamos acá apesadumbrados, llorándote por tu partida de esta historia. Estamos recordándote, honrando tu vida en el amor que siempre tuviste por la tierra, por una tierra para todos en esta patria Colombia, de la inequidad, de la desigualdad, en la destrucción de las fuentes de vida.
Estamos cerca en el corazón con tu familia en ellos sigues y seguirás de muchas maneras, aparecerás en sueños, en las historias diarias de una nueva manera, seguirá allí entre ellos, a tu manera. Y en nosotros eres parte de nuestra pequeña historia en los derechos humanos como derechos de los pueblos en la tierra, serás recordada con tu historia de esas memorias aparentemente inenarrables y que lograste colocar en el rigor de la ciencia social, más allá de las pruebas judiciales.
Y, Miriam eres parte de la historia de Colombia que lucha por la tierra, por nuestra madre tierra para que algún día este país sea una democracia en lo social y lo ambiental, donde somos capaces de respetar la tierra, una tierra para todas. Gracias por lo que nos dejaste, lo que nos enseñaste y lo que nos ha sido posible heredar de tu saber y de tu ser. Y gracias, por habernos permitido compartir con tus hijas e hijo, espacialmente con Juliana y con el adorado Victor. Gracias a la Vida por habernos permitido conocerte en muchas facetas, en muchos tiempos y en la complejidad hermosa de la vida. Gracias.