Mr. Harper y Uribe
Con cara de yo no fui, sin ruborizarse y ante el primer ministro de Canadá, Mr. Stephen Harper, el Sr. Uribe mintió, mintió al jurar que él no tiene nada contra los familiares del asesinado Raúl Reyes, como no sea que él cree que los mismos están en Canadá trabajando para las Farc.
La respuesta de Mr.Harper —un estadista de país serio— no se hizo esperar: “Sabemos que las Farc son terroristas y como tal los combatimos, pero no constituye ningún riesgo para este país”. Eso en lenguaje canadiense quiere decir nada más ni nada menos que al gobierno canadiense no le gusta que se le entrometan en sus políticas sobre los refugiados y de paso envía un mensaje claro a Uribe: No creemos en retórica de culebrero paisa, creemos en cifras y hechos que demuestran que en Colombia en la guerra sucia se violan los Derechos Humanos.
La política de refugiados de Canadá ha salvado miles de la vidas de ciudadanos de todo el mundo, ciudadanos perseguidos por los movimientos al margen de la ley o por los mismos gobiernos, y no existe un tema más importante para un canadiense que salvar una vida y eso está por encima del Tratado de Libre Comercio y cualquier engatuse.
Se equivoca el Sr. Uribe si cree que el pueblo canadiense no sabe de los mal denominados falsos positivos (cuando en realidad son crímenes de lesa humanidad), o de los crímenes de los sindicalistas y de los activistas de Derechos Humanos. Ni hablar de las chuzadas ilegales a los magistrados de la Corte, a los periodistas y a los opositores.
Todas estas conductas ilegales han sido develadas en Europa, Estados Unidos y Canadá. En este último país se originó un verdadero debate político entre los conservadores (el actual gobierno) y el NDP que se opone radicalmente al TLC entre Colombia y Canadá. Los opositores de Canadá no conciben que el país más democrático del mundo acabe ayudando a un régimen que llegó al poder con los votos manchados de sangre, sangre que sigue corriendo por cuenta de un régimen delincuencial, como lo denominó el parlamentario canadiense Paul Julian el pasado jueves en el parlamento canadiense.
Pero el rechazo a la violación de los Derechos Humanos en Colombia no solamente origina problemas en el exterior; aquí los falsos positivos comenzaron a generar efectos negativos entre el mismo engendro que creó la mal llamada seguridad democrática; esta semana me reuní con algunos oficiales del Ejército que me aseguraron que el secuestro del concejal de Garzón se les facilitó a las Farc porque las tropas están desmoralizadas y temen actuar. “Si el Ejército da de baja a un subversivo se lo cobran como falso positivo y si lo detienen el Gobierno lo designa como gestor de paz”.
Los falsos positivos han creado un síndrome en las tropas y no es porque la subversión o las ONG estigmaticen a las FF.MM., sino porque el propio Gobierno decidió delinquir a través de su política de recompensas para mostrar unos resultados con fines electorales. ¡Y Canadá lo sabe!