Monsters inc., versión criolla

Pasó a mejor vida uno de los verdugos al servicio del DAS. Murió en
enero el coordinador del grupo criminal que hizo seguimientos ilegales
a defensores de derechos humanos. Consta que dicho grupo actuó por lo
menos desde principios de 2003 hasta finales de 2005

Gustavo Gallón / Martes 16 de febrero de 2010

Director de la Comisión Colombiana de Juristas.

Fernando Ovalle descansó en paz, víctima de un cáncer, luego de
confesar atrocidades que ejecutó, como el funcionario nazi Adolf
Eichmann, creyendo que correspondían al protocolo normal de su trabajo
como agente de inteligencia del Estado. O como los monstruos de la
película en cita, que desempeñaban, como cualquier oficinista y sin
reatos de conciencia, su rutinaria labor profesional: asustar
criaturas.

Antes de partir, alcanzó a declarar que su grupo constaba de más de 30
personas dedicadas a “neutralizar” a defensores de derechos humanos.
Le habían ordenado actuar en contra nuestra por considerarnos enemigos
del Gobierno, debido a las acciones realizadas por nosotros ante
jueces penales, Corte Constitucional y Corte Interamericana, es decir,
a la activación del Estado de derecho. Sus primitivos jefes califican
eso como una “guerra jurídica”, que supuestamente realizamos para
favorecer a la guerrilla y limitar la capacidad de acción del
ejército.

Ovalle recibió, por lo tanto, la orden de organizar el grupo para
interceptar nuestras comunicaciones, esculcar la basura de nuestras
casas y arrendar locales cercanos a la vivienda del “blanco” para dar
cuenta de nuestras actividades durante las 24 horas del día, además de
perseguir a nuestros hijos hasta el colegio. Este eficiente equipo
llegó a enamorar a la empleada del hogar de uno de los “objetivos”,
con lo cual obtuvo la llave de su residencia. Sabía más de nuestra
cotidianidad que nosotros mismos.

Sus jefes, aprovechando quizás el silencio de ultratumba, han afirmado
que no tuvieron nada que ver con esas inconfesables acciones. Así lo
dijo uno de ellos, José Miguel Narváez, ante un conocido noticiero de
televisión, y obtuvo casi 70% de aprobación por televidentes que
votaron sobre su entrevista. Los votantes no supieron, porque el
noticiero no se lo preguntó, que aquél dictaba clases a los
paramilitares para enseñarles que sería lícito matar comunistas en
Colombia, como muchos lo han revelado.

Entretanto, el DAS, desde el cual se hizo esta operación vergonzosa,
va a cambiar de nombre, por virtud de un proyecto de ley con el cual
se espera que mágicamente le borre su siniestra trayectoria. Difícil,
porque Ovalle, en un acto que quizá lo enaltece, alcanzó a revelarle a
la Fiscalía detalles que indican que el destino final de sus
actividades era la Presidencia de la República. Algunos de sus jefes y
colegas corroboran tal hipótesis. Ojalá la justicia descubra
plenamente esta evidencia porque, a pesar de que el funcionario Ovalle
no está ya disponible, sus animadores continúan en plena actividad,
con numerosos operarios a su servicio.