Miguel Ángel Quiroga Gaona
“Dichosos los perseguidos como tú, Michel, por practicar la justicia, defender a los pobres y reclamar el respeto de la persona humana.”, así escribió un amigo entrañable de este cristiano, defensor de los derechos de los afrocolombianos.
18 de septiembre de 1998 – 18 de septiembre de 2012
Memoria y Justicia
Alguien nacido en Facatativá, el 1 de octubre de 1972, del amor con sangre rural de Susana Gaona y de Gustavo Quiroga, amor que se unió a la sangre negra en la misma causa de los derechos de los excluidos. Fue encontrándose con las comunidades negras desde 1990 cuando comenzó el pre noviciado en la comunidad marianista en Bogotá, dos años después hizo sus primeros votos, con este compromiso espiritual e histórico se trasladó al municipio de Lloró en el Chocó durante un tiempo. En 1997 regresó a Bogotá y al terminar en la Universidad Pedagógica la licenciatura en Ciencias Sociales, su pasión por la causa territorial de las comunidades negras, lo llevó por segunda y última vez a Lloró.
Ese viernes, hace 14 años, Miguel Angel, de 25 años, se dirigía en dos botes junto con un sacerdote y 40 campesinos a la comunidad de Nipurdú sobre el río Tumutumbudó, a celebrar las fiestas patronales, diez minutos después de partir del municipio de Lloró fueron obligados a detenerse por paramilitares que mantenían allí un retén.20 hombres les exigieron los documentos de identidad a los ocupantes de la embarcación, uno de ellos, un habitante rural no los tenía, los armados pretendieron quedarse con él, Miguel Ángel entonces protestó y exigió respeto. En cuestión de segundos el jefe de los paramilitares conocido como alias “Raúl” sin mediar palabra le disparó a Miguel directo en el corazón.
Ese corazón que había escrito: “Si no cambiamos las posturas del corazón, no podremos cambiar nuestra patria”, pero de eso no entendía uno de aquellos formado en la doctrina autoritaria, segado de su soberbia, sin escuchar razones, embebido de su prepotente poder que concibe al otro como enemigo asesinó el corazón físico de Miguel.
Pero ese corazón de lo noble no se murió vive en la memoria que cuentan con sus propias palabras y siguen hablando a los victimarios y sus beneficiarios, aquellos que han amasado riqueza con la muerte violenta de millares. Tengo el deseo de darme a fondo, a aquél que no tiene fondo, había también escrito Miguel
El padre Cecilio de Lora parte de esa memoria de vida recuerda: “Allí con su querida población negra, pobre entre los pobres de Colombia, desarrollaba su misión, lleno de entusiasmo, de creatividad y de alegría, las características que han marcado su vida.” Y es que la opción de Miguel Angel fue por defender la verdad, por denunciar lo injusto; su motivación religiosa y social lo llevó a hablar claro a los asesinos del pueblo chocoano. Nunca se detuvo.
Un día antes de su muerte había dicho: “qué feliz me siento porque cada vez me voy sintiendo más identificado con la gente, con los de mi pueblo”. Cuando la noticia fue creciendo en el mundo religioso y de la solidaridad su Superior Provincial escribió: “Michel ha muerto como vivió: defendiendo a los pobres de la tierra, apasionado por la paz y la justicia. Sus hermanos nos sentimos orgullosos de él, y con nosotros, la familia toda de María”
Otro sacerdote interpretando la vida de Miguel, Rodrigo Betancur, escribió: “Michel no murió por hablador, Michel murió por hablar la verdad, por ser consecuente con lo que creía y pensaba, él, siendo Joven, creyó en el Dios liberador en el Dios de Jesucristo; estaba buscando su voluntad con los vaivenes de su corta edad. Muchos podemos testificarlo. Michel estaba feliz aquí en Lloró, se empezaba a identificar con el pueblo a pesar de las diferencias culturales y étnicas, quiso asumir los retos que una misión como ésta plantea a un religioso joven y en camino. Él mismo dijo días antes de morir:”sumando y restando este ha sido un buen año“. Él estaba aprendiendo a pintar en Negro, buscando que el arco iris coloreara toda la realidad inmensa y compleja de esta parte del Chocó tan dura para los que la viven y tan desconocida para los que aún no saben qué sucede por aquí.”
Han pasado catorce años desde este crimen, catorce años de total impunidad, catorce años de ocultamiento de la verdad y ausencia de justicia en Colombia. Catorce años en que mantenemos vivo en la memoria a Michael, como de cariño todos le decían, a través de sus palabras por que seguimos evocando en estos tiempos donde el poder dice que quiere acabar el conflicto, que seguimos descubriendo para unos desde Dios, para otros desde otras experiencias, como escribió Miguelque hemos “He descubierto que Dios me llama a que una mi vida a la de Jesús, trabajando generosamente por los pobres”
Memoria que nos significa la necesidad de la justicia, memoria que también se canta, que no solo se escribe, como ocurrió con alguien desde Zaragoza que compuso a Michel http://www.marianistas.org/pastoral/michel/cancion.htm
Nosotros seguimos re memorando, seguimos cantando.
Sin Olvido
Comisión Intereclesial de Justicia y Paz
Bogotá D.C Septiembre 18 de 2012