“Mi exmujer y yo”: hagamos populismo
La debilidad de los promotores del SÍ radica en tres cosas: desconexión, ingenuidad y personas inadecuadas.
Allí estaba ‘Cocoliso‘. Atacando con la cuchara el plato de arroz, carne frita, lentejas, tajadas de plátano maduro y ensalada de remolacha con zanahoria. Soltó un hijueputazo al masticar una piedrita que venía con las lentejas. Levantó la mirada hacia el televisor fijado en una estructura de metal clavada contra el ángulo que forman dos paredes del restaurante «mi exmujer y yo». Es la hora de las noticias y en la pantalla del televisor aparece un político ricachón disfrazado de pobre y hablando como pobre. Así se habla, piensa ‘Cocoliso‘, quien luego de pagar el «corrientazo» vuelve a la obra en la que le espera una larga faena con el palustre y el cemento.
No cabe duda que las fuerzas más conservadoras y parasitarias de Colombia son los amas y señoras del populismo. Son, por ahora, los dueños de las plazas y las calles. Les tiene sin cuidado lo que opinen los columnistas y académicos porque -les doy toda la razón- saben bien que, desde los tiempos de la Ilíada, el objetivo primordial de una formación política es el de ganar los votos del pueblo. Los pueblos se guían por las emociones y en la mayoría de los casos no entienden de razones. Emociones que luego se pueden volver razones. La razón de un pueblo. Jorge Eliecer Gaitán, un liberal radical, ha sido el mejor de todos: movilizó al pueblo a través de las emociones y cuando le estaba metiendo las razones, lo quebraron.
Se anuncia un plebiscito por la paz de Colombia. La debilidad de los promotores del ‘Sí‘ radica en tres cosas: desconexión, ingenuidad y personas inadecuadas. La desconexión tiene que ver con el lenguaje, la publicidad y las formas empleadas para convencer al pueblo. Es un lenguaje ‘oenegero‘, tonto y sin coraje diseñado para un segmento que, sabemos de antemano, dirá ‘Sí‘ por razonamiento. El gobierno ha gastado un montón de dinero en una publicidad que no termina de convencer, que no flecha el corazón del pueblo. El abecé del marketing político moderno está basado en las emociones.
La ingenuidad de los promotores del ‘Sí‘ radica en la manera cómo se relacionan con sus adversarios del ‘No‘. Los promotores del ‘No‘ juegan como el Atlético del ‘Cholo‘ Simeone: cometiendo faltas, presionando al arbitro, no dan una bola por perdida, reducen espacios, se atrincheran atrás y salen al contragolpe. No tienen piedad y son implacables. Para ganarle a un equipo así hay que jugar como lo hacen los chicos del barrio: sin camisa y metiendo el guayo con dureza. Ya habrá tiempo para estrecharse las manos.
No sé qué clase de emociones despierta el ex presidente César Gaviria entre el pueblo. Respeto sus formas pero no sé si son las adecuadas para seducir al pueblo. Se trata de una lucha entre el ‘Sí‘ y el ‘No‘. Es muy sencillo: sólo a un idiota se le puede ocurrir que con un rebaño de ovejas se puede enfrentar a una manada de lobos. Los lobos están en la cima de la cadena alimenticia. A los lobos hay que oponerles lobos. Y no un lobo sino una manada de lobos.
Todo esto me lo explicó la niña Grego. Una vecina del barrio en el que crecí. La llamé para felicitarla por sus 80 años. Ella es una mujer a la que nunca se le conoció un novio o novia y son pocas las veces que la han visto en la calle. Ella está enterada de todo. Con solo correr unos centímetros la cortina de su habitación sabe lo que pasa en el barrio. De las cosas que pasan en Colombia y el mundo se entera por la televisión. Ella iba a votar por el ‘No‘ en el anunciado plebiscito por la paz pero la convencí de cambiara su papeleta por el ‘Sí‘. Voy a votar por el ‘Sí‘ sólo porque me has llamado en el día de mi cumpleaños, me dijo emocionada.
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Fuente: http://www.semana.com/opinion/articulo/yezid-arteta-davila-mi-exmujer-y-yo-hagamos-populismo/488213