Mensaje de solidaridad del profesor Darío Fajardo con Anzorc y con Ascamcat
La resistencia de los campesinos y campesinas del Catatumbo, del Quimbo, de Inzá, del Valle del Río Cimitarra es la resistencia de los empobrecidos y la marea puede hacerse imparable si se suman y organizan estos acercamientos entre quienes como ustedes, han comenzado desde las veredas y los barrios, a construir un país justo con sus gentes y con su entorno.
Apreciados compañeros y compañeras:
Creo que los procesos que ustedes vienen adelantando, además de contribuir a la construcción de vías para el afianzamiento de una sociedad equilibrada en términos sociales, económicos, políticos y ambientales de una manera como tal vez nunca anteriormente se ha logrado, ayudan a la formación de las nuevas generaciones, a un mejor entendimiento entre nuestra gentes, a una mejor comprensión de nuestra realidades en el mundo y también a clarificar lo que representan los adversarios más acérrimos de la lucha por la paz y la democracia.
La formación de nuestro país, la ocupación de sus regiones, la construcción de riquezas han estado marcadas por profundos desequilibrios sociales y políticos gracias a los cuales quienes han construido el poder han excluido a amplios sectores del acceso a medios de vida y de participación política y social, para apropiarse de los recursos y del trabajo y ampliar su control sobre el mismo a través de todas las formas de acción a su alcance. Para estos efectos han utilizado instrumentos económicos (como son las políticas que imponen por medios legales e ilegales), militares, incluyendo el terror, e ideológicos y políticos, como son los medios de comunicación, etc. Pero los sectores sociales excluidos, explotados, expropiados, también han acumulado experiencias, aprendizajes, cultura política y con ellos han emprendido formas de resistencia que hoy se expresan en las distintas organizaciones que no solamente traducen sus intereses, coincidentes con los de la empobrecida mayoría de la población colombiana sino que también configuran vías alternativas para el desarrollo del país en beneficio del conjunto de la nación.
Quienes hoy persiguen a estas formas de resistencia como las zonas de reserva campesina, calificándolas como “repúblicas independientes”, “republiquetas” o reductos de las guerrillas expresan los intereses de quienes se han beneficiado de la expropiación y la usurpación de los patrimonios y los derechos de la amplia mayoría de las y los colombianos, de quienes se han beneficiado de las tierras baratas, del trabajo barato, de la apropiación de los recursos públicos, asumiendo todas las formas de exclusión y persecución, acudiendo a medios “legales” (leyes y códigos) e ilegales, que van desde la difamación hasta los asesinatos, sin excluir la violación sistemática y el desconocimiento de las leyes que ellos mismos han creado, lo que los coloca en condiciones de ilegalidad e ilegitimidad.
Hoy, como desde los años de la independencia, desde los años tempranos de las luchas contra hacendados y gamonales, es subversivo defender los derechos de los campesinos a la tierra, a cultivar, a educarse, a organizarse, defender los derechos laborales de los trabajadores, defender los derechos de los jóvenes a estudiar: no sorprende que las autoridades y sus medios de comunicación, lo califiquen de “inaceptable”. La resistencia de los campesinos y campesinas del Catatumbo, del Quimbo, de Inzá, del Valle del Río Cimitarra es la resistencia de los empobrecidos y la marea puede hacerse imparable si se suman y organizan estos acercamientos entre quienes como ustedes, han comenzado desde las veredas y los barrios, a construir un país justo con sus gentes y con su entorno.
El futuro es de ustedes.
Imagen tomada de internet