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Memoria Peregrinación, Entre la biodiversidad, la destrucción y las resistencias

Ruta Cacarica-Balsa Palo de Letras.


17 de febrero de 2007

Las y los peregrinos de esta ruta salieron por el lugar en el que se construyó el monumento. La gran hilera se detuvo en el paso de la cerca que da a la orilla de la carretera, donde esperaban un bus y un campero. Antes de subir, del otro lado de la vía, debajo de una de las plantas de palma y justo al frente del inicio de la Zona Humanitaria, se constató la existencia de varias cajas para empacar plátano, con la identificación de la compañía estadounidense Delmonte.

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Al preguntar por el origen del plátano que se empaca en las cajas de Delmonte, los moradores del lugar comentaron que provenía de las 8 hectáreas del cultivo que pertenecen a JUAN PABLO SIERRA, sobrino del palmicultor JAIME SIERRA y a VALENTIN CAUSIL, hermano de JULIO CAUSIL uno de los comisionistas que negoció, bajo condiciones de presión paramilitar, tierras con campesinos para entregarla a los empresarios de la palma. Se tiene conocimiento que esta plantación la pretenden entregar a MANUEL DENIS, otro comisionista que ha actuado ante el INCODER para que se revoque el título colectivo de las comunidades afrodescendientes del Jiguamiandó.

Con las imágenes de lo visto, los ecos de lo escuchado, los restos de tierra en los pies por las huellas dejadas, los peregrinos iniciaron su camino de vuelta hacia Cetino, donde uno de los miembros de la Familia Rentaría mostró como una de las vallas de señalización de la zona de biodiversidad, puestas en el lugar conocido como “La Y” donde había funcionado el vivero, había sido golpeada con una piedra e informó que seria colocada en el límite de su finca que colinda con la del ya difunto vecino de apellido Mosquera.

Luego el paso por Llano Rico y de nuevo Pavarandó donde policías retuvieron los vehículos y volvieron a preguntar por el origen del viaje, y por el otro bus que había ingresado los dos días anteriores. Al explicárseles que cerca de 100 personas permanecían en la zona y muchos de ellos internacionales, permitieron que el viaje prosiguiera hasta el municipio de Turbo.

Allá otros peregrinos que se unieron a la conmemoración, esperaban el grupo. En todos había gran expectativa por el encuentro, por empezar unos, y continuar otros, el camino de la memoria de vida y resistencia de comunidades afrodescendientes, indígenas y campesinas.

Las mujeres de Clamores (familiares de las víctimas del desplazamiento de Riosucio) que saben peregrinar, saben del cansancio que producen los caminos difíciles de la verdad, la memoria y la justicia sin renunciar a la dignidad, habían preparado alimentos para calmar el hambre y la sed, no sólo del cuerpo sino del espíritu. La caminata por los desiertos verdes del “progreso” produce hambre y sed no sólo de verdad, de justicia, de dignidad, sino también de todo aquello que refresque y conforte los cuerpos para seguir peregrinando.

El almuerzo fue en un restaurante de las familiares de víctimas con el que buscan auto sostenerse en el destierro, mientras los temores por los horrores que padecieron hijos, esposos, hermanos, padres, se exorcizan y retoman fuerzas para pisar los pasos por ellos andados, volver a sus tierras. Mientras estas mujeres repartía alimentos y bebidas para calmar el hambre y la sed, preparaban un acto simbólico en el monumento que los desplazados de la Cuenca de Cacarica y hacinados en el coliseo de Turbo elaboraron cuando iban a retornar a su territorio. El monumento es la memoria del desplazamiento y de la resistencia de las comunidades por la autodeterminación, la vida y la dignidad, allá en el coliseo municipal donde los desplazadotes les impusieron que debían llegar.

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En la noche la peregrinación partió desde el centro de Turbo al Coliseo. Al llegar encontraron los espacios renovados. Quienes acompañaron las comunidades durante los años del desplazamiento se sorprendieron por los cambios de esta unidad deportiva. Con los familiares de las víctimas, llegó la memoria viva: momentos duros y alegres, la historia de una resistencia construida con dolor y solidaridad, sufrimiento, una historia que paradójicamente permitió conocer a los humanos del mundo y redescubrir sueños que antes del desplazamiento estaban lejos de las mentes y los corazones de todas y todos.

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En el centro de la cancha de baloncesto, una de las familiares, con sencillez y solemnidad invitó a la conmemoración de los 10 años del desplazamiento forzoso, encendió una luz y repartió velas a todas y todos. Con una canción, compuesta durante el desplazamiento en este lugar, se marchó hacia un altar colocado al frente del monumento de la memoria, decorado el piso con 10 lozas, que, como en el Curvaradó, recordaban cada año de sufrimiento, destrucción y resistencia. Leyeron unas palabras que recogían sus sentimientos y las razones de su caminar. Con pasos suaves como pisando un lugar sagrado los familiares de las víctimas recorrieron las lozas recordando lo vivido en cada año.

Una vez terminada la caminata por la historia, los familiares empezaron a recordar las victimas, fueron sacando, desde el fondo del alma, papeles con nombres, fechas y datos escritos con lágrimas, dolor y amor. Empezaron a llegar desde el pasado los recuerdos y las historias iluminados por las luces que todos tenían en la manos. Y empezaron a llegar a este lugar la memoria de víctimas de todos los lugares de América Latina y del mundo.

La Palabra de la Biblia se unió a esta memoria: “ustedes son la luz del mundo… luz para colocar en lo alto y que ilumine a todos”. “Cada uno de ustedes tiene en sus manos la luz de la dignidad que hay que mantener encendida, luz para iluminar al mundo”. Un cirio fue pasando de mano en mano mientras la memoria se hacía palabra. Los peregrinos unieron las manos en un silencio profundamente elocuente, se despidieron y salieron a retomar fuerzas para la jornada del día siguiente..

Nota a los peregrinos del mundo. En el día de hoy, mientras elaborábamos esta memoria, tuvimos conocimiento que una de la vallas, ubicada en los límites del difunto Mosquera, en la Zona de Biodiversidad de Cetino, fue totalmente destruida y arrojada al piso. La otra valla ubicada en la “Y” –antiguo vivero- está averiada por piedras que le han seguido lanzando. Del mismo modo, se conoció en el día de ayer que la valla que identifica la Zona Humanitaria de Caño Claro fue rota, también por golpes de piedra, muy posiblemente a finales de la semana anterior.

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Ruta Curvaradó-Jiguamiandó-Cerro Cara de Perro

Dia 17 de febrero
Llegada a la Zona Humanitaria de Pueblo Nuevo

Bien temprana la mañana, en frente del roble que la comunidad del tesoro ha decidido tomar como su símbolo de resistencia, la comunidad construía un camino en baldosa recordando cada uno de esos diez años.
Ese camino representaba su historia, sus vejaciones, su dolor, su vida, su esperanza, su resistencia, su opción; al final de ese camino una olla de barro fue puesta como signo de su proceso de resistencia civil popular, fuerte y delicada a la vez, nacida de la tierra, mezclada con otras, moldeada por sabias manos y cocida al fuego hasta su solidificación. Con cantos, música, agradecimientos y esperanza fue cerrada la actividad y despedida de los marchantes.

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La peregrinación tomó rumbo hacia la Zona Humanitaria de Nueva Esperanza para luego seguir hasta la Zona Humanitaria de Pueblo Nuevo. En Nueva Esperanza se aligeraron las maletas para aliviar la espalda y se pasó al tablero el recorrido que se emprendería. Los peregrinos llegaron a Pueblo Nuevo con un incandescente sol que fue superado con un baño de diversión en el río Jiguamiandó. En la tarde fue tiempo de socialización y descanso y la noche alcanzó hasta para danzar al son de la música, al ritmo de los tambores afrodescendientes. La fuerzas se intentaron guardar porque se tenía el mapa de la larga faena hasta el cerro Cara de Perro.

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