Memoria Peregrinación
Jiguamiandó Curvaradó y Cacarica.
Cuarta entrega
Durante 12 días más de 200 peregrinos estuvieron en el bajo Atrato en los ríos Jiguamiandó y Cacarica. Provenientes de Europa, de Estados Unidos, de América Latina admiraron la belleza humana y ambiental del territorio afrodescendiente e indígena, mestiza. En el marco de la conmemoración de los 10 años de la “Operación Génesis” que produjo el desarraigo de más de tres millares de personas. Los caminantes observaron los riesgos ambientales y humanos y la destrucción producida por el agronegocio del plátano, la palma aceitera, y las que se sufrirán por la explotación minera del cerro cara d perro, la construcción de la carretera panamericana. Todo ocurre en medio del control paramilitar con nuevas tácticas de ejercicio político, militar y económico amparado por el Estado y la persistencia de la guerra interna Aquí siguen los relatos de las Caminatas del día domingo 18 en el Jiguamiandó hacia el Cerro Cara de Perro y desde Cacarica hacia La Balsa.
18 de febrero de 2007 Ruta Cacarica Balsa-Nueva Vida
Hacia las 7 de la mañana, más de 75 personas, en tres embarcaciones rápidas partieron de Turbo sobre el golfo de Urabá, minutos después pasaron el control obligado de la Armada Nacional en la “Punta”, sin mayores tropiezos. Luego de media hora de paso por el mar se ingresó al agua canela, el río Atrato, en donde a su margen derecha, se ubica el caserío de Bocas del Atrato “donde estuvo desplazado un grupo de familias del Cacarica por 5 años hasta que regresaron al territorio”, recordó uno de los peregrinos.
El recorrido por el Atrato hasta llegar a La Balsa por el caserío de La Honda fue un paso por la memoria de horror. Al margen derecha las aguas del Atrato se desprenden hacia Ungía y Acandí el Norte de Chocó allí desde 1.996 asesinatos selectivos, desapariciones forzadas, masacres y el desplazamiento forzado de indígenas, de afrodescendientes, de mestizos se rastrea. De allí muchos huyeron a la Costa Atlántica, donde viven casi anónimos, con el deseo de volver o por lo menos lograr el castigo de los responsables. Algunos recuerdan las fosas comunes en Santa María la Antigua del Darién donde reposan los restos de desaparecidos por la operación paramilitar con el apoyo de la Policía Nacional y Fuerzas Militares el 20 de diciembre en Río Sucio.
Una hora después apareció el caserío de Tumaradó, donde desde febrero de 1.997, luego del desarrollo de la operación “Génesis” se instaló una base paramilitar, y donde existen versiones que allí se encuentran algunos desmovilizados, ejerciendo control social con armas. Ese lugar recuerda las restricciones, la retención de embarcaciones de la comunidad, el pago obligado de peaje o de cuota por la madera, el lugar de la detención arbitraria, tortura y desaparición forzada de EDWIN ORLANDO SALAZAR.
Más adelante apareció Sautatá casa de Parques Nacionales y de acceso al Parque Nacional de los Katíos. En la época de las operaciones abiertas paramilitares era el segundo sitio de control, un retén esporádico y en no pocas ocasiones centro de retenciones, desaparición de personas y el asesinato, entre ellos, de un funcionario del parque de los Katíos. Hoy por allí los paramilitares “desmovilizados” controlan el acceso al Parque Nacional, por supuestos vestidos de civil, con radios y armas cortas, y promueven y controlan la deforestación que realizan foráneos dentro del Parque Nacional.
Y se llegó 15 minutos después a Travesía, más conocido como, Puente América, se llama de ese modo, porque las palabras a veces anuncian desgracias, allí se piensa el paso por el Atrato de la carretera panamericana. Este caserío en su totalidad fue saqueado, hecho cenizas, afrodescendientes fueron retenidos, una mujer fue ultrajada y obligada a bailar desnuda por los paramilitares el 20 de diciembre de 1.996
La belleza de la selva húmeda brillaba con el sol candente que bailaba en el cielo despejado tocando los cerros del Parque de los Katíos que se funden con la serranía del Darién. Tupidos arracachos albergaban garzas, aves, pequeños animales, patos silvestres que parecían apostar carreras con las barcas. Río de la biodiversidad del Chocó, testigo de dolor y de resistencia.
Hora y media después apareció el río La Balsa, a la derecha del río Atrato. No habían pasado 10 minutos de navegación sobre esa afluente, cuando fue preciso apagar motores, una inmensa tapa de tierra imposibilitaba el paso. Los peregrinos solo venían a acompañar el duelo, a proteger el mundo natural. Los contrastes fueron evidentes de los biodiverso al único universo. La Balsa un lugar casi mítico por lo infranqueable, la boca del lobo, la negación absoluta de los derechos de los afrocolombianos del Cacarica, lugar de hecho privatizado por el paramilitarismo, aunque es parte de título colectivo.
Pocos peregrinos hablaban, se había perdido la alegría, se percibía cierto temor en el alma, cierto dolor inexpresable. Para los operarios de las retroexcavadoras también hubo sorpresa, otros hombres, llamaban con teléfonos celulares de manera apresurada, era necesario avisar de lo inesperado. La decisión fue continuar caminando debajo de un sol canicular que hacia pesado los pasos, un hombre, de los que estaban en el lugar, entre tanto se acercaba con sigilo para intentar conseguir alguna información sobre el grupo.
Los caminantes decidieron seguir andando, en el silencio de lo desconocido se encontraron con huellas de maquinaria pesada, con el sol quemante sobre la piel, todo había sido deforestado, los rastros de las empresas madereras, Maderas del Darién Pizano S.A., pasó en dirección a los peregrinos, un “lote” de ganado 43 novillos y novillas de raza cebú conducidos por 5 hombres que se movilizaban a caballo.
Un pequeño grupo se movilizó en un bote observando embarcaciones grandes, medianas y pequeñas en los que ya no era un río sino una laguna. Ya no había naturaleza primaria todo había sido transformado en función del agronegocio del plátano agenciado por la empresa CIA MULTIFRUITS que vende el 100 % del producido a DELMONTE con sede principal en La Florida, Estados Unidos.
A 100 metros de la escuela una antena de comunicaciones se destacaba en la casa recubierta de malla tupida que protege de insectos, tenía dos plantas y una cerca alrededor. De allí segundos después los caminantes vieron salir a un militar que se fue aproximando. “Buenos días, soy el Capitán IGLESIAS de la Brigada 15 del Ejército, teníamos información que ustedes se debían encontrar hoy en Ríosucio, supimos de sus movimientos hasta acá por el avión que nos comunicó, si quieren yo retiro la tropa de aquí”. Al preguntársele por el lugar en que se encontraban las plantaciones, lo indicó y se retiró.
Durante unos minutos en la entrada de la casa sostuvo una larga conversación con un afrodescendiente. Otro grupo de caminantes escuchó que los que allí se encontraban viviendo no eran originarios del lugar, algunos los llaman “repobladores”, a quienes se les han adjudicando ilegalmente lotes de tierra, y que CIA MULTIFRUITS había construido recientemente estas viviendas. Las casas están en función del agronegocio.
Los peregrinos continuaron el camino, era necesario acompañar el duelo de los desplazados y de los familiares de los asesinados y desaparecidos, de los torturados y de los amenazados. Caminaron 10 minutos más y encontraron con un solo paisaje, un sembrado altamente industrializado. Al frente de la primera hilera del monocultivo, se observó un montaje recientemente instalado para el lavado, selección, empaque y transporte del fruto. Uno de los desplazados expresó: “fui desplazado en el año 1996, por los paramilitares, sólo hasta el 2004 volví con mi hijo y varias personas de la región. Toda mi finca, que queda ahí adelantito, estaba sembrada en plátano. El Alemán nos reunió y nos dijo que nosotros le habíamos dejado las tierras a la guerrilla, que ellos la habían liberado de guerrilla y por lo tanto ya no nos pertenecía, que ellos reconocerían 150.000 pesos por hectárea, que si alguno no quería o quisiera poner problemas ya sabría a qué atenerse”.
Un sofisticado montaje para la movilización del plátano a través de grandes arcos y guinches, desechos de bolsas con agroquímicos que protegen los racimos de las plagas, tres grandes retroexcavadoras, una escuela usada como bodega, una gran cantidad de cartones de empacar plátano con la inscripción DELMONTE eran la bio producción destructora de la selva húmeda.
Poco a poco vinieron a la memoria las vidas de EDWIN SALAZAR, torturado y asesinado allí en ese centro de terror hoy revestido de verde y de amarrillo, el fruto amargo del Plátano. Volvieron a aparecer las imágenes del crimen de RAMIRO VASQUEZ; la quema de 40 mil libras de arroz; el saqueo de alimentos para los niños; el paso del Comandante MARIO, de los segundos al mando, del Bloque “Elmer Cárdenas” quien con el Teniente LOPEZ de la Brigada 17 anunció que había llegado “el progreso” y ahora todos a “sembrar palma y coca”
Al regreso de la platanera los peregrinos fueron filmados desde el patio de la casa en la que se encontraba la antena, en el interior de la misma se encontraba Adán Quinto, afrodescendiente del Cacarica que firmó un contrato ilegal, que comprometió 22.000 hectáreas del territorio colectivo sin el consentimiento de todos los pobladores. También observaron al reconocido jefe paramilitar MARIO, segundo al mando del Bloque “Elmer Cárdenas”, quién fijo su mirada en algunos de los peregrinos, a quien el afrodescenciente señaló.
Los peregrinos cansados del sol quemante, con sed y hambre salieron a las 4 de la tarde de La Balsa, muchas preguntas, muchas inquietudes, muchos sinsabores, con ese dejo de no haber logrado elaborar colectivamente el duelo. Nadie se esperaba la magnitud de lo visto. Se creía que era posible encontrar los lugares de los restos.
Y de La Balsa en el Cacarica, al Atrato y de allí a Travesía de allí por La Loma, memoria de otro retén paramilitar, donde se perpetraron robos de alimentos, desapariciones, asesinatos a mestizos y afrodescendientes. Y de La Loma al río Cacarica y del río Cacarica al Perancho y de allí a la Zona Humanitaria “Nueva Vida”.
Ya era noche, había caído el sol. Después de cerca de tres horas de caminar en la oscuridad llegaron a “Nueva Vida”. “El caminar que hemos recorrido las victimas enlos distintos lugares de América se parece a nuestro caminar en la noche. No veíamos el camino, no sabíamos quien caminaba cerca de nosotros, no conocíamos los obstáculos del camino, no nos dábamos cuenta por donde caminábamos y el significado del camino que hacíamos, había algo que nos impulsaba y nos guiaba. En la oscuridad las cosas toman un sentido diferente y lo que puede ser obstáculo en la noche es un apoyo en el día y al contrario. Pero en la oscuridad la solidaridad es fundamental”, expresó un Peregrino.
Por el Jiguamiandó el cerro Cara de Perro
Ese mismo domingo, otro grupo de 90 peregrinos, bien temprano en la mañana, comenzaron la caminata desde el caserío recientemente construido de Pueblo Nuevo. Era atravesar una y otra vez el mismo río de aguas a veces verdosas, a veces azulosas, a veces cristalinas, de los que la historia cuenta como río de serpientes, en medio de mariposas del pacífico o las de color naranja, en medio de la magnitud de un cerro que se pierde y se encuentra. Siempre atravesando una y otra vez un tejido montañaso con todo su espesor de megabiodiversidad, cruzando aguas cristalinas una y otra vez para llegar a las faldas del Cerro Cara de Perro, cruzando una y otra vez las arenosas playas que deja el río Jiguamiandó.
Motoristas que se habían adelantado a llevar los alimentos de los peregrinos en canoas habían sido requeridos por unidades del ejército en Urada a una hora del lugar en que la peregrinación avanzaba. Les pidieron documentos de identidad, el lugar de destino y el motivo del transporte, y luego les dejaron continuar. “Si no hubiera peregrinación ese mercado no lo hubieran dejado pasar” comenta un miembro de la comunidad afrodescendiente. La guerra existe no es una ficción ni una mentira. Es una guerra por el Territorio, “lo quieren asegurar para explotar el cerro y continuar con la siembra de palma”.
Para llegar al encuentro con los indígenas el camino se hizo agua. Con el agua a la cintura, las botas llenas de agua y arena duplicando el esfuerzo al caminar, atravesando una y otra vez el Jiguamiandó en sus interminables vueltas, se fue descubriendo el cauce más pequeño, y aguas más cristalinas, como quien se acerca al origen, a lo primero.
Después de 6 horas caminando, los peregrinos descansaron en un paraje inexplorado, virgen, lleno de vida, con el espejo de aguas cristalinas golpeadas por el sol, con el sonido del viento refrescante.
Una hora después los caminantes llegaron en cercanías de lo que fue Pueblo Nuevo, en la memoria de la destrucción, el terror, el horror. Allí se descubrían los rastros de la ambición y la codicia, la usurpación violenta. Rastros de hombres y mujeres asesinados, desaparecidos con una identidad un sentido de vida, con sueños e historias. afrodescendientes de Pueblo Nuevo señalaron el lugar de su antiguo caserío donde en el 2001 asesinaron los paramilitares a tres de sus hermanas y hermanos, una de ellas, INES BLANDON CORDOBA esperaba bebe, el otro ELULALIO BLANDON PAZ, discapacitado que no tuvo fuerzas para correr, fue alcanzado por los disparos y el mayor de edad HELADIO BLANDON ROMAN. Muy cerca de allí, el antiguo caserío de Puerto Lleras, donde con piedras y machete, los mismos paramilitares, acabaron la vida de tres jóvenes SEGUNDO SALINAS, CESAR EMILIO ECHEVERRY y RUBEN RENTERIA, ese mismo día de terror.
Volvieron a recordar en ese momento como paramilitares en abierta complicidad con la Fuerza Pública incursionaron también a los caseríos Bella Flor Remacho, Nueva Esperanza, Urada, Santa Fé de Churima, Llano Rico, Apartadocito, Arrastradero, Zapayal, Brisas de Curvaradó, Andalucía, ubicados en los ríos Jiguamiandó y Curvaradó, asesinando a 20 campesinos, y desapareciendo forzadamente a 11 más. El grupo paramilitar había salido, de Belén de Bajirá y la acción contó con el apoyo de helicópteros del Ejército.
Y volvieron al presente de su resistencia, mientras las aguas del río Jiguamiandó acariciaban la piel. Algunos no se desplazaron a otra tierra, “nos desplazamos internamente construyendo sus caseríos en lugares cercanos a los anteriores, y que luego llamamos Zonas Humanitarias, recordando los palenques”. En esos asentamientos continuó el horror, tan solo de octubre del 2002 a julio de 2003 se produjeron 4 asesinatos -entre ellos un menor de edad -, 7 desaparecidos forzados, 2 desplazamientos colectivos, 13 incursiones armadas, 10 retenciones colectivas, 27 amenazas, 12 saqueos de bienes, 3 intimidaciones armadas en este caserío y que comprometió la responsabilidad del Estado.
Con la memoria a cuestas, los peregrinos arribaron a Urada, y allí el ex Gobernador de la comunidad Embera de Coredocito, expresó: “han llegado a territorio indígena”. Desde ese momento el fue el guía y la autoridad de todos los peregrinos.
Y vinieron nuevas cuestas y caídas entre la montaña, en medio de la virginidad solamente tocada por pequeños caminos, bosques primarios acogiendo con su frescura a los caminantes, flores, animales, y el sonido de la armonía de las vidas.
Y luego nuevamente al destapado a una pequeña playa y de allí dejando a pocos metros el río Jiguamiandó se llegó al encuentro con la belleza indígena. Un encuentro de colores, de pieles diversas, de ojos múltiples completó la armonía del sistema natural. Indígenas de todas las edades salieron al encuentro en las playas o bajando por el río, el sentimiento de proximidad aligeró el paso. La caminata se hizo más llevadera y de pronto ante un paraje del génesis que absorbió los sentidos, con la magia y la fantasía de los territorios protegidos por pueblos originarios terminaron las 10 horas de camino. Y empezó el encuentro de palabras, de miradas, de sentimientos, de sueños y de propuestas. “Estamos más cerca del Cerro, el Cerro es sagrado, el Cerro es criatura de Dios. No de debe saquear, se debe respetar. Es nuestro bien y del mundo”