Memoria Peregrinación
ENTRE LA BIODIVERSIDAD, LA DESTRUCCION Y LAS RESISTENCIA
Jiguamiandó Curvaradó y Cacarica.
Segunda Entrega.
A continuación el relato del segundo día de las peregrinaciones al Curvaradó, Jiguamiandó, Cacarica.
16 de febrero: Cementerio, ruinas en Cetino y fosas comunes en medio de las plantaciones de palma aceitera. Inauguración de monumento en Zona Humanitaria, conmemoración en el Tesoro.
Por Comisión Intereclesial de Justicia y Paz
Visita a Andalucía y el cementerio.
A las 9 de la mañana la peregrinación avanzó en dirección al antiguo caserío de Andalucía. El paso de la zona humanitaria a la carretera, tuvo un momento de pausa por la inauguración de un monumento de 10 placas de loza, una por cada año de despojo y desplazamiento, iniciado por una gran olla de barro. Este monumento de lozas y barro, es expresión de acogida, trabajo paciente de los alfareros, fuego que abrazó el barro de estas tierras. Memoria de la destrucción pero también de la reconstrucción del día a día de las resistencias frente a la muerte militar, paramilitar, paraempresarial, que todo lo destruyó tan rápido. Construcción, vasija de barro frágil, que se puede romper al menor golpe, pero que la protección de los peregrinos puede hacer que perdure, como la dignidad de los que no se resignan.
“Cada vez que alguien entre, unirá su fragilidad a la fragilidad del barro de la olla, que al mismo tiempo es símbolo de la esperanza del retorno con dignidad”, dijo alguno de los caminantes. La procesión estuvo encabezada por una gran cruz, memoria de los victimizados por los poderes de la historia y clavada en la entrada del Cementerio de Andalucía, sitios que desde el inicio de los trabajos para plantar palma, fue removido con las lápidas y los restos, y buena parte sembrado con el monocultivo. “Ni a nuestros muertos nos los respetaron” dijo un Patriarca.
Fijada la cruz, se siguió la marcha hasta el antiguo caserío de Andalucía. Un patriarca fundador de este caserío hace más de 40 años, mostró a todos el espacio de lo que fue su finca antes del destierro de 1997 y que ahora está toda cultivada en palma aceitera. Una matriarca gritó: “aquí era mi finca, allí quedan señas de los palos que sostenían mi casa. Yo no vendí, me quitaron mi parcelita”. Ya en el caserío se observaron ruinas del acueducto, de la escuela, de la casa comunitaria. Otro cementerio, el de un poblado que vio crecer a dos generaciones, del que quedan solo las ruinas, que poco a poco son invisibilizadas por las palmas invasoras. “Con amenazas vinieron a sacarnos de aquí, muchos de nuestros hermanos aquí los mataron”, volvió a testimoniar el patriarca.
Una matriarca invitó a los presentes al silencio y los llevó hasta una casa en ruinas y les mostró una fosa común donde están los restos de 2 habitantes de la cuenca asesinados por los paramilitares en 1997. “Perdónanos cuando por miedo quedamos callados delante la muerte… Protégenos de la maldad, de los prepotentes y los asesinos” cantaron los peregrinos alrededor de la fosa.
Una víctima de la dictadura militar de Pinochet en Chile, miembro de la Comisión Etica Internacional leyó el “Pido Castigo” de Pablo Neruda:
“Ellos aquí trajeron los fusiles repletos
de pólvora, ellos mandaron el acerbo exterminio,
ellos aquí encontraron un pueblo que cantaba,
un pueblo por deber y por amor reunido,
y la delgada niña cayó con su bandera,
y el joven sonriente rodó a su lado herido,
y el estupor del pueblo vio caer a los muertos
con furia y con dolor.
Entonces, en el sitio
Donde cayeron asesinados,
Bajaron las banderas a empaparse de sangre
Para alzarse de nuevo frente a los asesinos.
Por estos muertos, nuestros muertos
Pido castigo.
Para los que de sangre salpicaron la patria,
Pido castigo.
Para el verdugo que mandó esta muerte,
Pido castigo,
Para el traidor que ascendió sobre el crimen
Pido castigo.
Para el que dio la orden de agonía,
Pido castigo.
Para los que defendieron este crimen,
Pido castigo.
No quiero que me den la mano
Empapada con nuestra sangre.
Pido castigo.
No los quiero de embajadores,
Tampoco en su casa tranquilos,
Los quiero ver juzgados,
En esta plaza, en este sitio.
Quiero castigo”.
Los peregrinos que se dirigían a El Tesoro, Jiguamiandó y Cerro Cara de Perro, siguieron su caminar, los demás regresaron hacia el cementerio que previamente había sido despojado de malezas para anunciar a todos los asistentes, su recuperación. Con el hielo en el cuerpo por la cercanía a los cuerpos destruidos por la mano criminal de los paramilitares, un grupo de los peregrinos llamó la atención de todos por el encuentro con restos óseos de los que se hicieron registros para intentar determinar si son o no humanos. Esos restos al pie de las gigantescas palmas, completaban la escena del desastre natural, mientras un animal halado por un trabajador de las empresas, transportaba semillas de la palma de muerte.
El ingreso al cementerio, muy conmovedor, permitió tener una idea del irrespeto de las empresas palmeras y con ellas de los grupos paramilitares que durante mucho tiempo han operado en la región. Llegar a un terreno destruido, devastado por la mano de los hombres que persiguiendo un interés de acumulación, destruyeron los sueños y los espacios de toda una comunidad. Los ancestros de todo un pueblo fueron levantados por la maquinaria de Urapalma. Los obreros de esta empresa no respetaron ni siquiera a los muertos.
En este día los deudos, tras varios años de llorar a sus muertos sin tener dónde llevarles flores, recuperaron el cementerio. Lo rodearon con una cuerda, ubicaron pequeñas cruces blancas con el nombre de sus seres queridos e instalaron otra cruz grande y alrededor de ellas piedras escritas con mas nombres de los ausentes. Los afrodescendientes de Buenaventura cantaron alabaos, las manos de los peregrinos se juntaron en una expresión de solidaridad con moradores originarios de la Andalucía arrasada.
Intentaron que cada cruz quedara en el lugar en que la memoria les indicaba que existió la tumba. Ni una sola lápida pudo resistir la demolición de la maquinaria empresarial. En un área aproximada de 27 mts de ancho por 100 de largo, los familiares identificaron cerca de 100 metros de palma en el área que la comunidad de Andalucía había destinado para el campo santo, abonadas con los restos de sus seres queridos enterrados allí desde hace mas de 40 años. En silencio fue el regreso a la zona humanitaria de Andalucía-Caño claro, las palabras quedaron atrapadas en el horror.
En la tarde, un grupo de peregrinos se dirigió a otra de las zonas de biodiversidad en Camelia. Al terminar la carretera construida por los palmicultores con siembras a lado y lado, monte adentro, como otro oasis en ese desierto verde, una hectárea de maíz da cuenta de las manos laboriosas y del destino que los verdaderos propietarios quieren para sus tierras. En el lugar la familia ubicó la valla en la que se lee: “Zona de biodiversidad propietarios son la familia Tuberquia T. Protegida por la CIDH”
La llegada al Tesoro
Los peregrinos del grupo que se dirigía al cerro Cara de Perro hicieron un descanso bajo la sombra de frondosos árboles de pomarrosa cargados de sus mieles, que sirvieron para hidratar y recuperar la alegría ante el sofoco de un sol que hería las cabezas con su intensidad. Luego de cerca de tres horas de camino se arribó a la zona humanitaria de El Tesoro.
Entre la espesura de altos árboles que aun se mantienen, se abre paso la reciente zona humanitaria que desde octubre de 2006 regresó del Jiguamiandó a recuperar lo que les pertenece, después largos años de desplazamiento forzado. La tenacidad de la gente ha levantado en medio de la nada, un lugar cada vez mas digno para desde allí resistir. Son familias de la Cuenca del Curvaradó de las comunidades de Buenavista, Gengadó Medio, Camelias, No hay como Dios y Villa Luz, la mayoría caseríos pequeños que están invadidos por palma aceitera. Escogieron ese lugar por estar libre de palma.
La tarde fue para el descanso, el baño, la integración y la recreación, un cotejito de fútbol entre un improvisado equipo de los pueblos peregrinantes y otro de la comunidad. En horas de la noche, se convocó a un acto de memoria por los 10 años de desplazamiento forzado y de resistencia. El recuerdo de Orlando Valencia, asesinado en octubre de 2005 estuvo presente en cada signo, en cada palabra, en cada canto. Su presencia ha hecho posible regresos como el del Tesoro y Cetino, su muerte violenta por paramilitares con la complicidad de la policía de Belén de Bajirá, hizo que muchos hombres y mujeres solidarios del mundo pusieran los ojos en esas tierras. “Aún esperamos que haya justicia por el crimen de nuestro hermano y por cada uno de los 113 asesinatos y desapariciones que hemos padecido”, ha dicho en diversas oportunidades una valiente matriarca de esa zona humanitaria.
Entre la memoria, la alegría del encuentro, la pluralidad de tonos de piel, de lenguas, todos se fueron presentando. Después más sobre la historia de la comunidad: El desplazamiento de 1997, el del 2001, los que no salieron y se refugiaron en la selva, la vida en Pavarandó, los regresos, las nuevas agresiones en el 2003 cuando vivían en Jiguamiandó, los anuncios de los paramilitares de que sembrarían palma en esas tierras las verificaciones en el 2004 cuando pudieron constatar la magnitud del ecocidio sobre los restos de sus seres queridos enterrados en fosas comunes.
También su memoria dejó traslucir rayos de esperanza en la afirmación del amor por su tierra, en la decisión de constituir la zona humanitaria, en el regreso de nuevas personas que estaban ausentes, en las medidas provisionales de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. La dignidad de hacer lo que la comunidad ve mas conveniente y no lo que le imponen, a pesar de tener tan cercana y la tente la amenaza pues “las águilas negras dicen que van a venir a hacer un limpieza por acá. Nosotros solo queremos vivir dignamente, queremos resistir, si es preciso morir en nuestro territorios en vez de morir en las calles de las ciudades”.
Para los peregrinos, fue el momento del silencio y la interiorización, de las preguntas del por qué sucede esto, por qué tanta saña sobre estos pueblos, por qué, el ansia desaforada por poseerlos, por qué no se consulta, por qué tanto crimen. Muchas voces de la comunidad sobre sus viejas y nuevas resistencias, por las de ahora y por las que vendrán. Mucho han hecho para la defensa de la Vida y de la protección de ese Chocó Biogeográfico del que se habla en los medios académicos y que para ellos es la defensa y protección de su hogar, también para el mundo, el único lugar que pueden llamar hogar, en donde han nacido sus ancestros y esperan ver a sus descendientes. El cielo debió sentir el dolor allí reunido y con su llanto, en un torrencial aguacero, hizo posponer la actividad para la mañana siguiente.