Masacre de Barrancabermeja
14 años después la verdad y la justicia sigue ocultándose, las víctimas y sus familias, saben quiénes son los responsables, pero su verdad no es acogida, es rechazada y es negada.
16 de mayo 1998 – 17 de mayo 2012
Asesinados
PEDRO JULIO RONDÓN, GERMÁN LEÓN QUINTERO, JESÚS ARGÜELLO SOLANO, DIOMIDIO HERNÁNDEZ PÉREZ, ELIÉCER QUINTERO OSORIO, JOSÉ JAVIER JARAMILLO DÍAZ, NAYR ENRIQUE GUZMAN.
Desaparecidos forzadamente
DIOMINIO HERNANDEZ, JOSE J. JARAMILLO, LUIS JESUS ARGUELLO, GERMAN LEON QUINTERO, NEIL GUZMAN, PEDRO JULIO RONDON, ELIECER QUINTERO, ORLANDO MARTINEZ, JUAN DE JESUS VALDIVIESO, RIKY NELSON GARCIA, JAIME YESID PEÑA, JOSE OCTAVIO OSORIO, WILFRIDO PEREZ SERNA, WILSON PACHECO, JOSE MILTON CAÑAS, DIEGO FERNANDO OCHOA, MARIA ALEJANDRA OCHOA, GIOVANNY HERRERA, CARLOS A. ALAIXT PRADA, OSWALDO ENRIQUE VASQUEZ, ENDER GONZALEZ BAENA, LIBARDO LONDOÑO, ROBERTO WELLS GORDILLO, JOSE REINEL CAMPO A., FERNANDO ARDILA LANDINEZ, DANIEL CAMPOS PEREZ, GARY DE JESUS PINEDO, OSCAR LEONEL BARRERA, MELQUISEDEC SALAMANCA, CARLOS E. ESCOBAR, JUAN CARLOS RODRIGUEZ y LUIS HERNANDO SUAREZ.
Sus nombres aún viven, sus rostros la expresión de una persecución sistemática a través del rostro encubierto del Estado a través de las Autodefensas Unidas de Santander y Sur del Cesar. Ese sábado 16 de mayo del 1998 en el barrio El Campín del puerto petrolero de Barrancabermeja, se rastrea, existen huellas por donde el terror aleccionó socialmente, paralizó las apuestas de una región distinta
Pasa cada año, entre el silencio, el olvido y la memoria que entre retazos pasa de calle en calle, donde los victimarios han pretendido imponer un modelo de sociedad. La justicia no ha esclarecido ni sancionado a quienes planificaron ni ordenaron este crimen, solamente ha individualizado unos cuantos autores materiales.
En marzo de 2012 el Juzgado Segundo Penal del Circuito Especializado de Bucaramanga condenó a 39 años y 11 meses de prisión a alias ‘Cuca’, por su participación en la masacre. De acuerdo con la investigación, fue el hombre que manejó el camión en el que fueron transportadas las víctimas desde Barrancabermeja hasta zona rural de Sabana de Torres. Otro llamado el “Chino Niño’ confesó su participación en la masacre y se acogió a sentencia anticipada e incluso les entregó información a las autoridades para que en septiembre de 2007 encontraran seis fosas en las que encontraron igual número de víctimas.
En 1999, el paramilitar Guillermo Cristancho Acosta, alias ‘Camilo Morantes’, quién al parecer ordenó la masacre fue asesinado por orden del entonces comandante paramilitar Carlos Castaño. En 2001, fue vinculado al proceso el paramilitar Mario Jaimes Peña, conocido como “El Panadero”, este expresó como contaban con la complicidad de la fuerza pública, que les daba media hora para entrar a la ciudad “a pescar al que reconociéramos como guerrillero” y salir a refugiarse en San Rafael de Lebrija. A pesar de los detalles de responsabilidad estatal enunciado por el paramilitar ningún agente ha sido sentenciado por su participación en este crimen de lesa humanidad. Hoy quienes eran parte de las unidades militares del Batallón de Inteligencia de la Brigada V con sede en Bucaramanga, el Batallón Caldas, el Batallón 45 “Héroes de Majagual”, el Batallón “Nueva Granada” de Barrancabermeja, y la Dirección de la Policía y del D.A.S, fueron poco tiempo después trasladados, ascendidos y algunos de ellos retirados. Sus nombres son desconocidos, deambulan por las calles de Colombia y del mundo sin el mínimo de reato, “hicieron un buen trabajo”, un crimen perfecto.
Hoy tantos años después de la masacre, los otros 19 cuerpos de los civiles no se han encontrado y para asegurar la impunidad, algunas de las fosas donde enterraron a las víctimas de la masacre fueron saqueadas con el fin de borrar toda evidencia.
14 años después la verdad y la justicia sigue ocultándose, las víctimas y sus familias, saben quiénes son los responsables, pero su verdad no es acogida, es rechazada y es negada.
Después de 14 irreversibles años, las palabras de la carta, de los familiares de las víctimas, dirigida al entonces Presidente Ernesto Samper Pizano para “sensibilizarlo de la tragedia que padecemos”, resuenan como un grito que no logra desmoronar la sordera del poder.
La mascara de la impunidad que se hace llamar justicia no ha tomado en cuenta la constancia que estas dignas familias dejaron en su escrito del 28 de mayo de 1998. El Estado no ha devuelto con vida a los desaparecidos , no ha sancionado penal y disciplinariamente a todos los responsables de las atrocidades a pesar de que en el escrito se resalta que “en el sector donde ocurrieron los hechos se encuentran acantonadas dos bases del Ejército Nacional”, asegurando en el acostumbramiento el olvido, el silencio.
Desde el 2002 todo el proceso de la conocida Masacre del 16 de mayo está en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, que a su vez trasladó el proceso a la Corte Interamericana de DDHH de la OEA. Una vez más el único camino hacia la verdad y la justicia se buscan lejos de las instituciones colombianas que impunemente,en su interior, siguen manteniendo y protegiendo criminales de lesa humanidad.
Foto tomada de Peace Brigades International
Bogotá, D.C. Mayo 17 de 2012
Comisión Intereclesial de Justicia y Paz