Más vale trío que terna
Entiendo que Uribe haya querido dejar una terna de aparecidos para que no se diga que su gobierno solo dejó desaparecidos. Pero ¿no podía disimular, al menos?
Creía que el asunto de elegir Fiscal se iba a solucionar el mismo día en que Judy Henríquez dejara de hacer de matrona costeña en las telenovelas. Es decir, nunca. Nunca. Me parecía que no solo la terna anterior era inviable, sino que lo era el país entero. Miren nada más lo del hijo de Javier Ayala, el joven que despicó una botella y le rasgó la cara a una mujer porque se acabó la última empanada de la noche en Andrés Carne de Res. País enfermo, país ciego de odio. Todos se le fueron en contra al pobre muchacho, como si esas empanadas no fueran deliciosas.
Sin embargo, debo reconocer que el cambio de terna que ejecutó el presidente Santos esta semana iluminó mi esperanza.
No culpo a la Corte Suprema por no haber elegido Fiscal de la terna pasada, por más que he sido crítico de la rama judicial colombiana, famosa internacionalmente por la poca seriedad de sus nombres. Hasta hace poco supe que el doctor Calvete efectivamente se apellida así. Yo pensaba que era su apodo. Aun más: me parecía un buen apodo para mí. Y hasta hace poco supe, también, que el magistrado Pinilla se llama Nilson. ¿Cómo fueron a ponerle Nilson? ¿Por qué no le pusieron Nelson? ¿Se trata de un error de tipografía del notario? Con esos nombres, era natural que los miembros de la rama judicial fueran dubitativos para todo, no solo para elegir Fiscal. Cuando arman un paseo a tierra caliente, por ejemplo, hay que ver lo que duran votando para saber quiénes se van en qué carro.
El punto es que, a pesar de mis prevenciones, creo que los magistrados tenían toda la razón al no elegir Fiscal de la terna que heredaron del gobierno de Uribe.
Era una terna floja, no nos engañemos. Del doctor Velilla decían que sería, por mucho, un buen juez de menores; el mayor pergamino de Aníbal Gómez era que había ayudado en la crianza del ‘Pincher’ Arias. Pero la peor de todas era Margarita Cabello Blanco, o Margarita Cano, como ya simplifiqué alguna vez. Todos sabíamos que ella era la mano derecha del Procurador; y si no la mano, un dedo; y si no un dedo, una falange: la falange franquista.
Pero lo que la inhabilitaba para ser Fiscal era el nombre. Con ese nombre puede aspirar, por mucho, a la dirección de ‘Viejitos en acción’, programa del que, por cierto, el Presidente no volvió a hablar: ¿qué pasó con ese programa, doctor Santos? ¿Era una populista promesa de campaña y nada más?
Entusiasmada por semejante propuesta, ya he dicho que en su momento mi abuela se puso una trusa, se caló una balaca de toallita, abandonó la ola verde y se fue a buscar una sede de la campaña santista. Desde entonces, la única pista que hemos tenido de ella es que el Presidente usó esa misma balaca para trotar en Nueva York.
Pero Santos se aprovecha de que, al igual que mi abuela, este pueblo no tiene memoria. Y por no cumplir con lo que prometió, el país está lleno de ancianos que deben seguir trabajando hasta muy entrados en años, como José Galat, como las Amparos. Carlos Pinzón, para no ir más lejos, anunció que volverá a hacer la Teletón. Esta vez debería servir para recoger fondos para él.
El hecho es que Margarita Cabello Blanco tenía si no las credenciales, al menos los apellidos para dirigir ‘Viejitos en acción’, pero no para ser Fiscal General. Si quiere ser digna de cargos mejores, la invito a que se eche henna en el apellido: que comience a llamarse Margarita Rubio, por ejemplo, o Margarita Castaño.
Ahora bien: entiendo que el ex presidente Uribe haya querido legar una terna de aparecidos para que no se diga que su gobierno solo dejó desaparecidos. Pero ¿no podía disimular, al menos? ¿No era obvio que cualquiera de los que dejó exonerarían a sus amigos? Si en Colombia sobran los abogados pacíficos y decentes, ¿por qué no conformó una terna con juristas objetivos como Jaime Lombana, Bernardo Moreno y Abelardo de la Espriella?
Ternas las de antes: doña Gloria, Pacheco y Jota Mario en un mismo programa, por ejemplo: ¡esa sí era una terna!
Pero aquella parecía un remedo: ¿qué podían hacer los magistrados para elegir fiscal entre semejantes personas? ¿Fijarse en la facha? ¿La facha no era, acaso, Margarita Cabello?
Si era necesario incluir una cuota femenina experta en derecho, ahí estaba Noemí Sanín que, según las noticias, acaba de montar un bufé muy bueno, sobre todo en los desayunos. Qué oportunidad la que perdió Colombia al no elegir a Noemí de Presidenta: país enfermo, país ciego de odio. La dejaron sola. Ni sus compañeras de la clínica Monserrat votaron por ella.
Por eso, aplaudo la decisión del Presidente de reemplazar la terna uribista por una de candidatos con mayor reputación. Actuó como un estadista: yo, de él, habría convocado a Sandra Bessudo y a Ángela Benedetti para hacer, ya no una terna, sino un trío. Qué diablos. Solo se vive una vez. O ternaría a Edward Santos, César Mora y ‘el Enano’ Santamaría para garantizarme un fiscal de bolsillo.
Pero Santos fue responsable y conformó un grupo con juristas de gran bagaje académico. La doctora Vivian, el doctor Esguerra. El único que no me gusta es Gustavo Arrieta, que es tan uribista: con verle la cabeza, cualquiera se da cuenta de que es el Cabello Blanco de la nueva terna.