Maria Lucero Henao y Yamid Daniel Henao
Defensora de Derechos de los Pueblos asesinada con su hijo
6 de febrero 2004 – 6 de febrero 2005
Memoria y Justicia
1 año de impunidad
Un año después, las cosas no han cambiado en la región del Ariari, la impunidad continúa siendo el pilar que posibilita la apropiación de tierras, la consolidación de formas de “progreso” excluyentes. Las estructuras criminales que cegaron la vida de Lucero Henao, líder comunitaria y defensora de de Derechos Humanos del Ariari siguen intactas, controlan social y políticamente, amenazan, bloquean, señalan, dominan, imponen con la evidente tolerancia, complicidad, anuencia de la Fuerza Pública.
Las verdades enunciadas por Maria Lucero siguen vivas, resuenan en la conciencia de los pobladores que resisten en medio de la paramilitarización de la región. Sus palabras siguen vigentes a pesar de procesos de desmovilización o removilización parainstitucional, los campesinos que llegaron al Ariari en búsqueda de tierra para vivir, para trabajar, hoy la mayoría de ellos desarraigados, conservan la memoria, de la dignidad de María.
Las investigaciones no arrojan ningún resultado efectivo, los victimarios se pasean de civil, dialogan con todas las autoridades en Medellín del Ariari, en El Castillo, en Puerto Esperanza. Se pasean de civil, con radios y armas cortas en los cascos urbanos, pasan por los retenes militares o policiales, en donde se les observa departiendo con las unidades regulares. Los investigadores de la Fiscalía buscan testigos, buscan testimonios pero no se atreven a capturar en flagrancia a los victimarios de Maria y Yamid, esa es la justicia colombiana. Ellos son los únicos que tienen ojos pero no ven, solo quieren testimonios para luego argumentar que los mismos son débiles, que no sirven o que requieren fotografías u otras pruebas, esa es la virtud de la investigación adelantada probar que la culpa es de los testigos.
El viernes 6 de febrero, hace un año, en horas de la noche, cuando todo estaba en silencio. A las 11:30 horas, civiles armados de la estrategia paramilitar, atacaron en la noche para encubrirse, hacerlo de día era vergonzante para una estrategia militar que se basa en la cobardía. A esa hora, antes de perder el encanto de su criminal actuación llegaron hasta la casa de Maria Lucero Henao en la vereda de Puerto Esperanza, municipio El Castillo, en el departamento del Meta. Luego de amenazar con tumbar la puerta si no abría inmediatamente, se la llevaron a la fuerza. Ella lo que asumió en su historia, lo mantuvo hasta el último momento … mantuvo la palabra, la resistencia, la oposición a la muerte indigna, ella gritó, forcejeo, su familia, su madre y sus hijos, todos ellos intentaron arrebatarla de las manos criminales. Una misma palabra, una misma razón defender la vida ante el poder diabólico de la muerte por la fuerza del poder
Sus victimarios intentaron amarrar a Maria Lucero con unas cuerdas de nylon, pero ella se opuso, hizo resistencia, sus victimarios amantes de la muerte gritaban: “desde hace tiempo le teníamos ganas pero no se había presentado la oportunidad” “ustedes son unos h.p guerrilleros”. Ella en medio de los gritos sin juicio, se abalanzó al cuerpo de uno de los criminales impidiendo que la amarraran.
La resistencia se sostuvo por más de 5 minutos, ya lejos de su casa, sin ceder a los propósitos de sus victimarios fue separada por la fuerza de la mayoría de su familia, menos de Yamid Daniel. Minutos más tarde, con la única posibilidad que tienen los victimarios de imponer la muerte, dispararon en varias ocasiones.
Maria Lucero, fue asesinada al lado de su hijo Yamid Daniel, muertes indignas, que nos hablan del pasado y del presente, las nuevas generaciones que se niegan a morir como desean los victimarios. Ambos signos de la resistencia y de la esperanza. Les dispararon en distintas partes del cuerpo tratando de acabar la historia, la memoria de la sensibilidad humana. Pero su cuerpo en la historia dolorosa del departamento del Meta, continúa viva, clama justicia, devela que la desmovilización paramilitar es una farsa, es otro momento no de la paz sino de la represión en Colombia, anuncia la etapa de impunidad que está configurándose y el modelo de sociedad que aniquila la tierra de los campesinos con la agroindustria y la infraestructura del progreso. Pero el asesinato de Maria Lucero y Yamid anuncia que la esperanza no ha sido asesinada, ni torturada, ni desplazada. Nuevas generaciones crecen con nuevas voces que llevan la palabra, la vida, la dignidad y la justicia, por eso en El Meta aún está viva la resistencia, la impunidad no ha sido la última palabra, aún existe la memoria.
Bogotá D.C., 7 de febrero de 2005
Comisión Intereclesial de Justicia y Paz